Poemas...reloaded (Pozí­ como te acerques te mato)

Iniciado por Esemismo, Abril 18, 2006, 11:58:03 AM

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Esemismo

A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.
No sé qué tienen la aldea
donde vivo y donde muero,
que con venir de mí­ mismo
no puedo venir más lejos.
Ni estoy bien ni mal conmigo,
mas dice mi entendimiento
que un hombre que todo es alma
está cautivo en su cuerpo.
Entiendo lo que me basta
y solamente no entiendo
cómo se sufre a sí­ mismo
un ignorante soberbio.
De cuantas cosas me cansan
fácilmente me defiendo,
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio.
Él dirá que yo lo soy,
pero con falso argumento,
que humildad y necedad
no caben en un sujeto.
La diferencia conozco
porque en él y en mi contemplo
su locura en su arrogancia,
mi humildad en mi desprecio.
O sabe naturaleza
más que supo en otro tiempo
o tantos que nacen sabios
es porque lo dicen ellos.
"Sólo sé que no sé nada",
dijo un filósofo, haciendo
la cuenta con su humildad
a donde lo más es menos.
No me precio de entendido,
de desdichado me precio,
que los que no son dichosos
¿cómo pueden ser discretos?
No puede durar el mundo,
porque dicen, y lo creo,
que suena a vidrio quebrado
y que ha de romperse presto.
Señales son del juicio
ver que todos le perdemos,
unos por carta de más,
otros por carta de menos.
Dijeron que antiguamente
se fue la verdad al cielo;
tal la pusieron los hombres
que desde entonces no ha vuelto.
En dos edades vivimos
los propios y los ajenos;
la de plata los extraños
y la de cobre los nuestros.
¿A quién no dará cuidado,
si es español verdadero,
ver los hombres a lo antiguo
y el valor a lo moderno?
Todos andan bien vestidos,
y quéjanse de los precios,
de medio arriba, romanos,
de medio abajo, romeros.
Dijo Dios que comerí­a
su pan el hombre primero
con el sudor de su cara,
por quebrar su mandamiento;
y algunos, inobedientes
a la venganza y al miedo,
con las prendas de su honor
han trocado los efectos.
Virtud y filosofí­a
peregrinan como ciegos;
el uno se lleva al otro,
llorando van y pidiendo.
Dos polos tiene la tierra,
universal movimiento;
la mejor vida, el favor,
la mejor sangre, el dinero.
Oigo tañer las campanas
y no me espanto, aunque puedo,
que en lugar de tantas cruces
haya tantos hombres muertos.
Mirando estoy los sepulcros,
cuyos mármoles eternos
están diciendo sin lengua
que no lo fueron sus dueños.
¡Oh, bien haya quien los hizo,
porque solamente en ellos
de los poderosos grandes
se vengan los pequeños!
Fea pintan la envidia,
yo confieso que la tengo
de unos hombres que no saben
quién vive pared en medio.
Sin libros y sin papeles,
sin trastos, cuentas ni cuentos,
cuando quieren escribir
piden prestado el tintero.
Sin ser pobres ni ser ricos
tienen chimenea y huerto;
no los despiertan cuidados,
ni pretensiones ni pleitos;
ni murmuraron del grande
ni ofendieron al pequeño;
nunca, como yo, firmaron
parabién ni pascua dieron.
Con esta envidia que digo
y lo que paso en silencio;
a mis soledades voy,
de mis soledades vengo.

Rufo

NANAS DE LA CEBOLLA

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus dí­as
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.

Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Rí­ete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.

Alondra de mi casa,
rí­ete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Rí­ete tanto
que en el alma al oí­rte,
bata el espacio.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!

Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Rí­ete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!

Al octavo mes rí­es
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
"Ser tonto, egoísta y tener buena salud, son las tres condiciones requeridas para ser feliz; más si la primera nos falta, todo está perdido"

No

Lo siento cordero, presta he corrido a la llamada

preciosos versos

Esemismo

Es una declaración de principios, que conste... ;D

Lo de matarte es negociable...

Samsagaz

Las tierras, las tierras, las tierras de España,
las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna.

!A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
A corazón suenan, resuenan, resuenan,
las tierras de España, en las herraduras.

Galopa, jinete del pueblo
caballo de espuma
!A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;

que es nadie la muerte si va en tu notura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo
que la tierra es tuya.

!A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

PD: Me encanta en sus dos versiones: con Paco Ibañez cantandome al oí­do y sin él.

No

Siempre puedes llenar la Cibeles de cerveza y ahogarme en ella  ;D

Esemismo

Me sales muy cara...mejor te mato...

No es poesí­a propiamente dicha, pero... Piensa, piensa...

Los ojos de los pobres

¡Ah!, queréis saber por qué hoy os aborrezco. Más fácil os será comprenderlo, sin duda, que a mí­ explicároslo;
porque sois, creo yo, el mejor ejemplo de impermeabilidad femenina que pueda encontrarse.
Juntos pasamos un largo dí­a, que me pareció corto. Nos habí­amos hecho la promesa de que todos los pensamientos serí­an comunes para los dos, y nuestras almas ya no serí­an en adelante más que una;
ensueño que nada tiene de original, después de todo, a no ser que, soñándolo todos los hombres, nunca lo realizó ninguno.
Al anochecer, un poco fatigada, quisisteis sentaros delante de un café nuevo que hací­a esquina a un bulevar, nuevo, lleno todaví­a de cascotes y ostentando ya gloriosamente sus esplendores, sin concluir. Centelleaba el café. El gas mismo desplegaba todo el ardor de un estreno, e iluminaba con todas sus fuerzas los muros cegadores de blancura, los lienzos deslumbradores de los espejos, los oros de las medias cañas y de las cornisas, los pajes de mejillas infladas arrastrados por los perros en traí­lla, las damas risueñas con el halcón posado en el puño, las ninfas y las diosas que llevaban sobre la cabeza frutas, pasteles y caza;
las Hebes y las Ganimedes ofreciendo a brazo tendido el anforilla de jarabe o el obelisco bicolor de los helados con copete: la historia entera de la mitologí­a puesta al servicio de la gula.
Enfrente mismo de nosotros, en el arroyo, estaba plantado un pobre hombre de unos cuarenta años, de faz cansada y barba canosa;
llevaba de la mano a un niño, y con el otro brazo sostení­a a una criatura débil para andar todaví­a. Hací­a de niñera, y sacaba a sus hijos a tomar el aire del anochecer. Todos harapientos. Las tres caras tení­an extraordinaria seriedad, y los seis ojos contemplaban fijamente el café nuevo, con una admiración igual, que los años matizaban de modo diverso.
Los ojos del padre decí­an: «¡Qué hermoso! ¡Qué hermoso! ¡Parece como si todo el oro del mí­sero mundo se hubiera colocado en esas paredes!» Los ojos del niño: «¡Qué hermoso!, ¡qué hermoso!;
¡pero es una casa donde sólo puede entrar la gente que no es como nosotros!» Los ojos del más chico estaban fascinados de sobra para expresar cosa distinta de un gozo estúpido y profundo.
Los cancioneros suelen decir que el placer vuelve al alma buena y ablanda los corazones. Por lo que a mí­ toca, la canción dijo bien aquella tarde. No sólo me habí­a enternecido aquella familia de ojos, sino que me avergonzaba un tanto de nuestros vasos y de nuestras botellas, mayores que nuestra sed. Volví­a yo los ojos hacia los vuestros, querido amor mí­o, para leer en ellos mi pensamiento;
me sumergí­a en vuestros ojos tan bellos y tan extrañamente dulces, en vuestros ojos verdes, habitados por el capricho e inspirados por la Luna, cuando me dijisteis: «¡Esa gente me está siendo insoportable con sus ojos tan abiertos como puertas cocheras! ¿Por qué no pedí­s al dueño del café que los haga alejarse?»
¡Tan difí­cil es entenderse, ángel querido, y tan incomunicable el pensamiento, aun entre seres que se aman!

perdidiya

TRIUNFO DE AMOR


Romance

Una soberbia hermosura
armas contra Amor previene,
por huir del dulce yugo
que ha domado tantas frentes.

Con los rayos de sus ojos
al sol venció muchas veces,
y con victorias tan grandes
bien pudo desvanecerse.

Y viendo al Amor desnudo
persuadióse fácilmente
que de los más flacos brí­os
no pudiera defenderse.

Que no es posible que haya
en denudez tan patente
herida que al tierno niño
dolor o sangre no cueste.

Tuvo por vanas sus flechas,
que como es ciego parece
que sólo del aire vago
serán cometas lucientes.

Pues una vez que le hirieron
fue tan sin riesgo, que en breve
aun no quedó en la memoria
señal que la herida acuerde.

Presentóle la batalla,
mas con halago valiente
el niño dios resistí­a
sin amenazas crueles.

Y en vez de bronces bastardos
hace que en su campo suene
dulce voz, que la victoria
le previno desta suerte:

Desarmado y ciego, Amor
vencerá mejor.

Corrióse de su arrogancia
la hermosí­sima rebelde
y al honor pone en el campo
que le venza y atropelle.

¡Qué dura fue la batalla!
Mas el honor tuvo siempre
la desdicha de inclinarse,
y un niño entonces le vence.

Retirándose el recato,
más que cobarde, prudente
lidiaba, pero no pudo
en una ocasión valerse.

Acometiéronle juntos
una tropa de desdenes,
mas del honor rebatidos
unos huyen y otros mueren.

Ya está cerca de rendida
la bella airada, ya teme,
ya se defiende sin brí­o,
mas con todo se defiende.

Su entendimiento animoso
al duro combate viene,
mas cegóse con el humo
del fuego que Amor enciende.

Del respecto acompañada
la libertad te acomete.
Vino Amor con ella a brazos
y rindiósele obediente.

Vencida llora la ingrata
y sobre una alfombra verde
vertió por lágrimas perlas,
pero dulcí­simamente.

Con tan preciosa victoria,
Amor ufano y alegre
manda que en dulce armoní­a
su gloria y triunfo celebren:

Desarmado y ciego, Amor
vencerá mejor.

Tirso de Molina


No


A mí­ me gusta esta de Federico Garcí­a Lorca (porque es el mes en que nací­, mayormente)


Agosto

Agosto, contraponientes

de melocotón y azúcar

y el sol dentro de la tarde

como el hueso en una fruta.

La panocha guarda intacta

su risa amarilla y dura.

Agosto. Los niños comen

pan moreno y rica luna.


Dark Chaves

Rescato este poema perdido para dedicarselo a...

LA NOVIA DE CHUCKY

¡Ave poesí­a!
sin métrica concebida.
Sordida y resultona
tu rima distraida

¡Ave alegrí­a!
sin cordura concebida.
Felino con su leona
en ira consumida

¡Ave ironí­a!
sin peligro concebida.
Sabia de tez burlona,
Lozana atrevida

¡Ave arpí­a!
sin descanso concebida.
aviesa mujer mona,
fotógrafa aburrida.

¡Ave marí­a!
sin cabillo concebida
deshojada anfitriona
ambrosí­a ungida.


perdidiya

 
A ORILLAS DEL DUERO

 
 
 Mediaba el mes de julio. Era un hermoso dí­a.
Yo, solo, por las quiebras del pedregal subí­a,
buscando los recodos de sombra, lentamente.
A trechos me paraba para enjugar mi frente
y dar algún respiro al pecho jadeante;

o bien, ahincando el paso, el cuerpo hacia adelante
y hacia la mano diestra vencido y apoyado
en un bastón, a guisa de pastoril cayado,
trepaba por los cerros que habitan las rapaces
aves de altura, hollando las hierbas montaraces
de fuerte olor â€"romero, tomillo, salvia, espliegoâ€".
Sobre los agrios campos caí­a un sol de fuego.
 
 
 Un buitre de anchas alas con majestuoso vuelo
cruzaba solitario el puro azul del cielo.
Yo divisaba, lejos, un monte alto y agudo,
y una redonda loma cual recamado escudo,
y cárdenos alcores sobre la parda tierra
â€"harapos esparcidos de un viejo arnés de guerraâ€",
las serrezuelas calvas por donde tuerce el Duero
para formar la corva ballesta de un arquero
en torno a Soria. â€"Soria es una barbacana,
hacia Aragón, que tiene la torre castellanaâ€".
Veí­a el horizonte cerrado por colinas
oscuras, coronadas de robles y de encinas;

desnudos peñascales, algún humilde prado
donde el merino pace y el toro, arrodillado
sobre la hierba, rumia;
las márgenes de rí­o
lucir sus verdes álamos al claro sol de estí­o,
y, silenciosamente, lejanos pasajeros,
¡tan diminutos! â€"carros, jinetes y arrierosâ€",
cruzar el largo puente, y bajo las arcadas
de piedra ensombrecerse las aguas plateadas
del Duero.
 
 
 El Duero cruza el corazón de roble
de Iberia y de Castilla.
 
 
 
 
 
 ¡Oh, tierra triste y noble,
la de los altos llanos y yermos y roquedas,
de campos sin arados, regatos ni arboledas;

decrépitas ciudades, caminos sin mesones,
y atónitos palurdos sin danzas ni canciones
que aún van, abandonando el mortecino hogar,
como tus largos rí­os, Castilla, hacia la mar!
 
 
 Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora.
¿Espera, duerme o sueña? ¿La sangre derramada
recuerda, cuando tuvo la fiebre de la espada?
Todo se mueve, fluye, discurre, corre o gira;

cambian la mar y el monte y el ojo que los mira.
¿Pasó?  Sobre sus campos aún el fantasma yerta
de un pueblo que poní­a a Dios sobre la guerra.
 
 
 La madre en otro tiempo fecunda en capitanes,
madrastra es hoy apenas de humildes ganapanes.
Castilla no es aquella tan generosa un dí­a,
cuando Myo Cid Rodrigo el de Vivar volví­a,
ufano de su nueva fortuna, y su opulencia,
a regalar a Alfonso los huertos de Valencia;

o que, tras la aventura que acreditó sus brí­os,
pedí­a la conquista de los inmensos rí­os
indianos a la corte, la madre de soldados,
guerreros y adalides que han de tornar, cargados
de plata y oro, a España, en regios galeones,
para la presa cuervos, para la lid leones.
Filósofos nutridos de sopa de convento
contemplan impasibles el amplio firmamento;

y si les llega en sueños, como un rumor distante,
clamor de mercaderes de muelles de Levante,
no acudirán siquiera a preguntar ¿qué pasa?
Y ya la guerra ha abierto las puertas de su casa.
 
 
 Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora.
 
 
 El sol va declinando. De la ciudad lejana
me llega un armonioso tañido de campana
â€"ya irán a su rosario las enlutadas viejasâ€".
De entre las peñas salen dos lindas comadrejas;

me miran y se alejan, huyendo, y aparecen
de nuevo, ¡tan curiosas!... Los campos se obscurecen.
Hacia el camino blanco está el mesón abierto
al campo ensombrecido y al pedregal desierto.


Antonio Machado


Carlo

http://usuarios.lycos.es/tonoweb/postales/quandvientlesoir.swf

[probando...]

lukera

¡Qué virguerí­a lo de Carlo!. (Lástima no saber francés)

Dark Chaves

Seguimos con Machado...

Cantares...

Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.

Nunca persequí­ la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;

yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.

Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse...

Nunca perseguí­ la gloria.

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;

caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...

Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."


Golpe a golpe, verso a verso...

Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un paí­s vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."


Golpe a golpe, verso a verso...

Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."


Golpe a golpe, verso a verso.



Anda CHE que ya te vale so becerro 
8)

Miss Froy

A quien ya no es joven

Ya puedes ver el trágico escenario
y cada cosa en su lugar debido;
la espada y la ceniza para Dido
y la moneda para Belisario.

¿A qué sigues buscando en el brumoso
bronce de los hexámetros la guerra
si están aquí­ los siete pies de tierra
la brusca sangre y el abierto foso?

Aquí­ te acecha el insondable espejo
que soñará y olvidará el reflejo
de tus postrimerí­as y agoní­as.

Ya te cerca lo último. Es la casa
donde tu lenta y breve tarde pasa
y la calle que ves todos los dí­as.

Jorge Luis Borges