Séptima Planta

Iniciado por Dolordebarriga, Diciembre 14, 2007, 05:31:40 PM

Tema anterior - Siguiente tema

Dolordebarriga

Me señalaban con el dedo. Primero una persona, después una segunda, y tras ésta, una tercera dijo “ha sido él, el gordo de las gafas de montura blanca”.

El ascensor se paró en el quinto y, aunque yo, en principio, habí­a pulsado el octavo, decidí­, dado el cariz que estaba tomando mi pequeño descuido, bajarme y ascender a pie los tres restantes pisos.

La señora que descendió conmigo me dedicó una mirada rebosante de desprecio y antes de que las puertas del elevador llegaran a cerrarse del todo emergió un siseante “serdo” pronunciado, seguramente, por el inmigrante clandestino ataviado con el gorrito con orejeras y de colorines fabricado con lana de alpaca.

Al llegar al sexto me faltaba el resuello, camino al séptimo tuve que detenerme por varios minutos en cada uno de los dos descansillos. El octavo se me antojaba como un verdadero ocho mil, el Everest o el K2, cara norte. Me senté en el primer peldaño que marcaba la cota siete mil y apoyando la espalda contra la pared decidí­ tomarme un respiro. El respiro, sin darme cuenta, se torno ronquido, preámbulo de plácido sueño.

Tomar consciencia y asustarme ante la absoluta oscuridad fue todo uno. Intenté acostumbrar mis ojos a la ausencia de luz, pero no habí­a manera. Al final, haciendo de tripas corazón, me levante y, tanteando con una mano lo que suponí­a era la pared, comencé a deslizarme hací­a donde pensaba debí­a encontrarse el interruptor de la luz: medí­a altura, mitad del rellano, entre ambos ascensores.

Sorteé lo que parecí­a ser una primera puerta y cuando mi mano ya resbalaba junto al marco de la segunda un ululante gemido proveniente de algún lugar que se me antojaba demasiado cercano, me hizo, por este orden, gritar, trastabillar, intentar mantener el equilibro haciendo molinillos con ambos brazos, perderlo del todo, golpear, ya en caí­da libre con mis nalgas contra la supuesta segunda puerta, percibir como ésta cedí­a mansamente a mi contacto y precipitarme hacia dentro y volver a golpear, ahora con toda mi anatomí­a posterior, contra un duro, muy duro, suelo.

El dolor intenso que me conducí­a hací­a un principio de llanto fue cortado en seco por un nuevo, y todaví­a más tenebroso, por más cercano y más ululante, gemido. Rodé sobre mi espalda hací­a un costado y localizando la traidora puerta abierta procedí­ a cerrarla de golpe y apresuradamente, quedando de rodillas en lo pensaba que era el interior de una oficina.

Tras varios minutos más de tanteo compulsivo por fin localicé lo que parecí­a ser un interruptor. El fogonazo de luz me golpeó con fuerza. Un parpadeo, otro, otro, y por fin comencé a entrever, tras primero manchas y después contornos, una estancia, grande, diáfana, vací­a.

Bueno, vací­a del todo, exactamente no estaba. En un rincón, acurrucada en posición fetal de cara a la pared, una figura de apariencia humana, cubierta con un sudario blanco temblaba como una hoja.

Y el gemido…

Me alcé, abrí­ la puerta de sopetón, me precipité al rellano, prendí­ la luz y descendí­ como una exhalación los siete pisos dándome, en el portal, de bruces contra un vigilante de seguridad que me esperaba, espantado y porra en mano preparado para placarme.

Rodamos por el suelo y noté que una segunda persona se me tiraba encima e intentaba y conseguí­a inmovilizarme.

Quince minutos más tarde, tras desfacer entuertos, los tres subí­amos, por el ascensor.

Séptima planta...


Vuestro, bisinis y eso;

Dolordebarriga
"Yo siempre documento lo que digo"

Dolordebarriga

-Ummm, veamos… en el currí­culum dice que usted tiene 31 años, sin embargo parece usted mayor.
-Si, bueno… habí­a pensado teñirme el pelo, pero al final creí­ que se darí­an igualmente cuenta y que era mejor dejármelo así­.
-Si claro, eso no importa en realidad, pero me sorprende que tenga, tan joven como es, ya todo el pelo completamente blanco.
-Si, ya, se  que no es normal.
-Y este último año y medio ha estado usted sin trabajar.
-He estado de baja.
-¿Alguna enfermedad o minusvalí­a importante que debamos conocer?
-He estado ingresado, en tratamiento, pero ya estoy recuperado, nada importante en realidad.
-Su último trabajo fue como vigilante de seguridad en el edificio Nakatomi. Espere… ¿Ese no es el edificio donde sucedió aquello?. Ummm…, si, las fechas coinciden ¿No será usted el vigilante que se salvó, al que encontraron en estado catatónico?
- Si señor, yo soy, pero preferirí­a no hablar de eso, por favor.
-Durante semanas fue portada en todos los diarios de la ciudad, incluso en los nacionales. ¡Dios mí­o!, aquello fue todo un misterio, todaví­a hoy no se sabe que es lo que pasó. Dicen que la séptima planta continúa hoy en dí­a clausurada, que del ascensor se ha eliminado el botón a ese piso y que si alguna vez se ha ido la luz los oficinistas de las plantas superiores utilizan la escalera exterior, la de emergencia, para no tener que  pisar la séptima planta.
-Yo no lo se señor, yo ya no trabajo ahí­.
-Venga, dí­game que es lo que pasó, cuénteme algo que no saliera en televisión. Hay otros candidatos, pero creo que el puesto puede ser suyo… ¡No se levante!, ¡Espere, señor Martí­nez!, ¡Espere!...

Vuestro, contando voy, contando vengo;

Dolordebarriga
"Yo siempre documento lo que digo"