Necesito suerte

Iniciado por Medea, Noviembre 19, 2007, 09:20:47 PM

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Medea

Necesito un poco de suerte. Algo debe haber que la atraiga y llegué hasta mí­ vestida de premio millonario. Cuando vea que es posible y sienta la suerte rondando a mi vera prometo comprar un décimo o pintar una quiniela. Algo debe haber que me la acerque, algún remedio. Podrí­a tratarse de una varita mágica o quizá un trébol de cuatro hojas, no sé. Ah, se me ocurre también una pata de conejo. Hoy en casa de mis padres hemos comido conejo en salsa, quizá en algún rincón les quede la pata peluda por ahí­ perdida y podrí­a darme suerte si me la cuelgo a la cintura como se cuelgan los albañiles sus móviles, metiditos en su funda. Pero no creo, ni que me dé suerte ni que esté por ahí­, hoy en dí­a los conejos vienen sin pelo. Llegan a casa impolutos y partidos trozos cuasi geométricos ordenados en asépticas bandejas blancas de plástico. Desechada la pata de conejo.

Desechada también la varita mágica. Hasta ahora nunca ha funcionado mi vieja varita de cartón, la de los tiempos escolares. Vale, no es ni de oro ni de plata ni lleva diamantes, pero la pinté de dorado con purpurina y todo y rellené los bordes con plumas, quedó preciosa. Sí­, plumas. Plumas de gallina para ser más exactos. Mis compañeras de clase, chicas finas y hacendosas ellas, compraron en mercerí­as una especie de exóticos plumajes negros muy bonitos y brillantes, pero yo pegué directamente cachitos de pluma de gallina marrón en la varita, busqué y encontré las más suaves eso sí­, nadie notó la diferencia. Ninguna de las varitas funcionó, ni las de ellas ni la mí­a. De ahí­ se deduce que la magia no tiene nada que ver con la calidad de las plumas que le pongas a la varita, el truco debe estar en el cartón o en la purpurina o en los diamantes.

De mis tiempos infantiles también tengo una bola de cristal, muy bonita, con nieve y todo pero nada de mágica. Yo miro y miro a su través como si fuera a aparecer algo por el otro lado, algún número o quizá el resultado del próximo partido interplanetario, pero nada, mejor ni pensar en eso. Lo único que me ha aparecido alguna vez ha sido el careto de mi gato ampliado por cincuenta. La bola es preciosa y no se cansa uno de mirarla porque lleva un pueblo dentro. Un pueblo nórdico con iglesia y todo, si mueves la bola y la agitas nieva con fuerza y nevando es mucho más bonita aún.

Para tener suerte dentro de mis mediocres posibilidades sólo me quedan los tréboles. Los tréboles son otra cosa. Me dan la suerte de una tarde o unas semanas mirando la hierba como una idiota como si fuera aparecer petróleo y hacerme rica de golpe. No sé si busco la suerte o busco el trébol o busco la mirada de ilusión al regalar algo que nadie se espera. En mi vida habré encontrado como media docena de ellos. Todos grandes y perfectos, no me queda ninguno. Los he regalado todos. Alguno incluso a gente que ni conozco; a una amiga de una amiga a quien mi amiga deseaba regalar algo especial. Mi amiga me describió la sonrisa emocionada de su amiga y yo me volví­ a quedar sin trébol y quizá sin suerte. No creo.

Dolordebarriga

Lindo niña, tienes arte.

Tú, sesudo crí­tico;

Dolordebarriga
"Yo siempre documento lo que digo"