La historia del martillo (Paul Watzlawick).

Iniciado por Crunch, Septiembre 14, 2007, 03:42:23 PM

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Crunch

- La historia del martillo -

Un hombre quiere colgar un cuadro. El clavo
ya lo tiene, pero le falta un martillo. El vecino
tiene uno. Así­, pues, nuestro hombre decide pe-
dir al vecino que le preste el martillo. Pero le
asalta una duda: ¿Qué? ¿Y si no quiere prestár-
melo? Ahora recuerdo que ayer me saludó algo
distraí­do. Quizás tení­a prisa. Pero quizas la pri-
sa no era más que un pretexto. Ese hombre
abriga algo contra mí­. ¿Qué puede ser-? Yo no le
he hecho nada; algo se habrá metido en la cabe-
za. Si alguien me pidiese prestada alguna herra-
mienta, yo se la dejarí­a enseguida. ¿Por que no
ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede uno
negarse a hacer un favor tan sencillo a otro?
Tipos como éste le amargan a uno la vida. Y
luego todaví­a se imagina que dependo de él.
Sólo porque tiene un martillo. Esto ya es el col-
mo. Así­ nuestro hombre sale precipitado a casa
del vecino, toca el timbre, se abre la puerta y.
antes de que el vecino tenga tiempo de decir
«buenos dí­as», nuestro hombre le grita furioso:
- ¡Quédese usted con su martillo, so penco!-

«Nuestro mundo en peligro de ane-
garse en una inundación de recetas
para ser feliz no puede esperar más
tiempo a que le echemos un cable
de salvación... El Estado necesita
con tanto empeño que el desampa-
ro y la desdicha de su población au-
mente de continuo, que esta tarea
no puede confiarse a los ensayos
bien intencionados de unos, ciuda-
danos aficionados. Como en todos
los sectores de la vida moderna,
también aquí­ se precisa una direc-
ción pública.

Llevar una vida amargada lo pue-
de cualquiera, pero amargarse la vi-
da a propósito es un arte que se
aprende, no basta tener alguna
experiencia personal con un par de
contratiempos.»



Sacado del libro: "El arte de amargarse la vida"
(Paul  Watzlawick).

Bic

Este gag del martillo (muy bueno por cierto) lo he visto yo en "Sopa de ganso", de los Hermanos Marx, con Groucho de protagonista preguntándose si el cónsul del paí­s enemigo le iba a dar la mano o no. Claro, se emparanoia hasta que acaba pegándole una hostia preventiva al cónsul apenas asoma por la puerta...

P & L
Los libros son finitos, los encuentros sexuales son finitos, pero el deseo de leer y de follar es infinito, sobrepasa nuestra propia muerte, nuestros miedos, nuestras esperanzas de paz.