Filosofí­a en cinco minutos

Iniciado por Bic, Marzo 13, 2007, 02:59:57 PM

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Bic

Hoy Rufo inaugura una serie de artí­culos sobre filosofí­a en la web areopagita, con el muy elevado propósito de que parezca que sepamos de lo que hablamos cuando metemos nombres de pensadores en nuestros discursos de café. Aquí­ podréis ver el primero de ellos:

http://www.areopago.es/index.php?option=com_content&task=view&id=181&Itemid=1

Una introducción a la vida de KANT (a pronunciar siempre con mayúsculas) y a su irritante imperativo categórico. Hablad con Rufo para sugerirle cuáles deberí­an ser los siguientes filósofos de la lista...



P & L
Los libros son finitos, los encuentros sexuales son finitos, pero el deseo de leer y de follar es infinito, sobrepasa nuestra propia muerte, nuestros miedos, nuestras esperanzas de paz.

Lapi_0

La filosofí­a ni me va ni me viene: pero el texto no tiene desperdicio ninguno, a pesar de la Antinomia que desprende  ;D

lukera

Pues yo agradezco mucho a Rufo el esfuerzo, pero Dios no me ha llevado por el camino de la filosofí­a. Bastante hago disimulando interés cuando salgo a tomar vinos con un docto en esa materia al que aprecio mucho y saca el tema (de ahí­ mi pregunta sobre Bacon del mes pasado).

Cuando mi chico (F.)  explicaba a mi hija mayor que Matrix es en realidad una reflexión sobre el mito de la caverna, casi me suicido con la cadena del WC.

Soy negada para esa materia. Aprobé copiando, no me interesa, pero basta que sea de Rufo para que le desee el mayor de los éxitos e incluso lo mismo hasta pase por el site a leer.

Lapi_0


lukera

Cita de: Lapi_0 en Marzo 13, 2007, 03:07:16 PM
La filosofí­a ni me va ni me viene: pero el texto no tiene desperdicio ninguno, a pesar de la Antinomia que desprende  ;D

Joder, este post se publicó mientras escribí­a el mí­o. Ejemplo de motivos por los que paso de la filosofí­a: ¿qué coños es la "Antinomia"?. Si es un chiste, aclaro que aún no he leido el artí­culo de Rufo.

Cita de: Lapi_0 en Marzo 13, 2007, 03:10:37 PM
Te lo recomiendo, en serio.
Cita de: Lapi_0 en Marzo 13, 2007, 03:10:37 PM
Te lo recomiendo, en serio.

Vale, pero que conste que soy muy bruta en esa materia. Si luego no lo entiendo y pregunto obviedades no os quejeis. ¡Allá voy, que sea lo que Dios quiera!.

lukera

Gracias Lapi por convencerme. Descacharrante, encima lo he entendido.

Lo de "“Calla tí­o, que eres más simple que las categorí­as de Aristóteles” se lo pienso soltar a mi amigo el filósofo el próximo fin de semana, a ver que cara me pone.

Rufo, eres genial, de verdad. Que pena no haber tenido profesores de filosofí­a como tú, por mucho que el que tuve me da de comer :).

Dan

Aprovecho para comentar que me está gustando mucho "La Cruz y la Esfera", de Chesterton, maldita sea.
Aunque lo voy leyendo despaacio, despaaaaaacio.

sólo se hace a autorizado

"Oka-Weil theorems" es uno de los así­ llamados Oka-Cartan panfletos, y es que lo cartesiano nos infla el pollón cosa mala.

Y despues de infladas
cuando nadie espere cumpleañós felizí§
se apagarájn todas lase fvelasd

ENNAS

Salud,

Me apropio del hilo para inaugurar un nuevo formato: La filosofí­a aplicada a problemas cotidanos.

Diálogos del Jardí­n: El carromato y el vado.

Cierta vez salimos a ayudar al arriero que nos traí­a las hidrias pues llegaba con retraso y le pregunté -"¿qué te ha retrasado buen hombre?"
-"Lo de siempre: un mercader vecino que ha tomado la costumbre de dejar su carromato desuncido delante de la puerta de mi establecimiento impidiéndome el paso."
-"¿Pero habrás hablado con él para que ponga el carro en otro lugar de la calle?"
-"Si, si hablo con la sirvienta de su casa, pues él nunca sale personalmente, manda unos esclavos a quitarlo. Pero al dí­a siguiente, o incluso en el mismo dí­a me lo encuentro de nuevo en la puerta de mi casa."
-"Es extraño. Quizá se deba, oh arriero, a que vives en una calle muy concurrida."
-"No niego jóvenes discí­pulos del filósofo, que vivo en una zona de tiendas y establecimientos y es normal que a veces por falta de espacio ocupen la salida de mi local. Pero en el caso concreto es un rico oligarca que utiliza el carro para sus desplazamientos particulares, viene a ver uno de sus negocios y a veces se tira ahí­ todo el dí­a. Ha tomado la costumbre de aparcar lo más cerca de su establecimiento y da la triste desgracia que lo más cerca es la salida del mí­o."
-"Le habrás explicado que la situación te perjudica..."
-"Ya te dije, oh joven, que hable con él y pareció comprenderlo. No obstante aparca delante de mi casa. Reclamé al pritano que inspeccionaba el mercado y éste me dijo que gentilhombre se hací­a cargo. No obstante aparaca delante de mi casa. Hay ocasiones, pocas, en que la calle está poco concurrida y podrí­a dejar su carruaje aparcado frente a su negocio. No obstante aparca delante de mi casa. La verdad es que no se que hacer."
-"Por lo que veo has hablado también con la autoridad y entiendo que en principio él finge atenerse a razones, pero en cuanto puede vuelve a las andadas ¿Es así­?"
-"¡Así­ es! Y no veáis lo que enerva tener que estar todos los dí­as llamando la atención a álguien, sobre todo si ese álguien no es el infractor sino su sirvienta y sus esclavos. A veces pienso, que los dioses me perdonen, que deberí­a quemarle el vehí­culo."
-"¡No obres así­! A nada bueno conduce la violencia a largo plazo aunque suponga una insana satisfacción en el momento de ejercerla. Antes bien como nos enseña nuestro maestro Epicuro, por duro que sea transige, transige siempre que puedas, busca el modo de realizar tu cometido contando con ese obstáculo. Pues el ser fiel a tu concepto de la vida y no dejarte arrastrar por las malas acciones ajenas es el principio de la felicidad tal y como lo impartimos en nuestra doctrina."


Situación real: Efectivamente trabajo en un bloque de naves, uno de los jefes de una nave cercana por no disponer de plaza de garaje aparca su coche en las cercaní­as sin importarle hacerlo en el vado de nuestro muelle. Si le avisas, si avisas en su oficina mejor dicho, sale la pobre recepcionista a que la pongan colorada y mover el vehí­culo. A la que te descuidas, el coche vuelve a estar aparcado en nuestro muelle, tanto si hay más sitio disponible en la planta como si no. Hemos hablado con los de seguridad y con el gerente del edificio, éstos a su vez han hablado con el tipo y en ambos casos el tí­o les ha dicho que si, que no volverá a pasar y a la hora de la verdad sigue aparcando en nuestro muelle.

Te quema la sangre. No terminas de entender cómo puede ser tan incí­vico -es evidente a éstas alturas que no aparca ahí­ sin querer-; cómo puede ¿agradarle? molestar así­ al prójimo sin necesidad. Como a mi me da por la filosofí­a, he tirado de Epicuro y he pensado que por mucho que le digamos veinte veces (y se lo hemos dicho) que no aparque delante de nuestro muelle lo va a seguir haciendo, así­ que mi solución es aceptar su hijoputez, no pagarle con la misma moneda y tratar de hacer mi trabajo como buenamente pueda.

¿Creéis que lo planteo bien? Y ya de paso ¿álguien me puede explicar por qué el tipo se comporta así­?

Gracias por vuestra atención.

Ariete

#9
Las fábulas morales son más literatura que filosofí­a, dirí­a yo, ¿Esa que le atribuyes a Epicuro es de cosecha propia, no?, porque no me imagino esos problemas de aparcamiento en esa época. Como si los carros tuvieran el freno echado y alarma antirrobos para que no los pueda mover nadie.

Respecto al comportamiento del jefe ese pues es evidente. Es un jefe y quiere demostrar su autoridad para hacer lo que le salga del péndulo. Si su coche es un obstáculo para vuestro trabajo entonces comunicádselo a vuestro superior y que él se lo diga. El otro sólo depondrá su actitud alevosa si se lo exige alguien de rango igual o superior al suyo.

Zimm...

Yo ayer apliqué la filosofí­a a un problema cotidiano: me cagué en Dios viendo el fútbol.
I found it in the street/ At first I did not see/ Lying at my feet/ A trampled rose

firmado

Cita de: ENNAS en Noviembre 08, 2009, 06:52:38 PM
Situación real: Efectivamente trabajo en un bloque de naves, uno de los jefes de una nave cercana por no disponer de plaza de garaje aparca su coche en las cercaní­as sin importarle hacerlo en el vado de nuestro muelle. Si le avisas, si avisas en su oficina mejor dicho, sale la pobre recepcionista a que la pongan colorada y mover el vehí­culo. A la que te descuidas, el coche vuelve a estar aparcado en nuestro muelle, tanto si hay más sitio disponible en la planta como si no. Hemos hablado con los de seguridad y con el gerente del edificio, éstos a su vez han hablado con el tipo y en ambos casos el tí­o les ha dicho que si, que no volverá a pasar y a la hora de la verdad sigue aparcando en nuestro muelle.

Te quema la sangre. No terminas de entender cómo puede ser tan incí­vico -es evidente a éstas alturas que no aparca ahí­ sin querer-; cómo puede ¿agradarle? molestar así­ al prójimo sin necesidad. Como a mi me da por la filosofí­a, he tirado de Epicuro y he pensado que por mucho que le digamos veinte veces (y se lo hemos dicho) que no aparque delante de nuestro muelle lo va a seguir haciendo, así­ que mi solución es aceptar su hijoputez, no pagarle con la misma moneda y tratar de hacer mi trabajo como buenamente pueda.

¿Creéis que lo planteo bien? Y ya de paso ¿álguien me puede explicar por qué el tipo se comporta así­?

Gracias por vuestra atención.

Si es un vado, se llama a la grúa y listo, ¿no?

Dionisio Aerofagita

Cita de: firmado en Noviembre 08, 2009, 10:13:32 PM
Si es un vado, se llama a la grúa y listo, ¿no?

Eso digo yo. No sé qué tiene que ver Epicuro ni la filosofí­a con todo esto.
Que no sean muchas tus palabras, porque los sueños vienen de la multitud de ocupaciones y las palabras necias, de hablar demasiado.

ENNAS

Námaste,

Pues si que... Anda que me he lucido.

Si Ariete, la parte en azul es una teatralización, quizá hubiera debido empezar por exponer un sistema filosófico y luego el problema real.

Pero querida Firmado, no creo que ésa sea la solución. O dentro de todas las opciones, no me parece la más adecuada.

Con lo cual, estimado Dionisio Aerofagita, si que es una cuestión de filosofí­a.

Os explico brevemente: Hubo un tiempo maravilloso en que el mestizaje y la multiculturalidad fueron juntos de la mano. Ese tiempo que abarcó desde la muerte de Alejandro Magno (323 antes de Cristo) hasta las reformas de Diocleciano (emperador de Roma del 284 al 305 después de Cristo), el saber humano progresó hasta lí­mites increibles incluso en nuestra época, por desgracia la cosa terminó mal.

Cuando digo esto no solo me refiero a nuestra cultura "occidental", la civilización greco-india de Bactrania y Sogdania, decisiva para el triunfo en el subcontinente indio del imperio Maurya de inspiración budista y su posterior difusión intelectual y artí­stica por el lejano Oriente -tal que China, paí­ses indostánicos, pení­nsula de Corea o islas del Japón- dan casi para afirmar que fue una revolución cultural en todo el Viejo Mundo, sino fuera por el leve detalle de que la expansión bantú en todo el ífrica subtropical -contemporánea en el tiempo- no parece guardar relación con todo ese trasiego de ideas.

Como todas las escuelas de pensamiento surgidas durante el periodo helení­stico -posteriores en suma al platonismo de la Academia o al aristotelismo del Liceo-, el hedonismo, insertado en su realidad cotidiana, en sus circunstancias temporales, no se preocupó de la vida polí­tica alejados como estaban de los centros del poder; pero procuráronse una visión del mundo que conjugara la dignidad del individuo con la imposibilidad de influir en las decisiones de aquellos imperios de monarcas divinizados.

No fue en ello distinto del estoicismo, el cinismo o el escepticismo. Pero Epicuro y sus discí­pulos propugnaron un sistema que aspiraba al consenso entre las partes. He ahí­ la maravilla de su propuesta: antes están las personas que los ideales.

Y es aquí­ por donde enlazo con mi problema cotidiano. Veamos, qué gano yo con llamar al 112 para que retiren un vehí­culo que me obstruye. Que se lleven el coche, que su propietario pague una multa: hacerle daño, en definitiva ¿Y con éso?. Dejará por ventura de hacer lo que hace, ¿podéis garantizármelo?

Lo que me estáis diciendo es que si álguien me hace daño yo he de devolverle tanto daño como pueda. ¿Qué clase de ética me proponéis? Incluso aunque me digáis que la Ley me ampara; o sea, que he de "contratar" a unos "matones", siquiera éstos sean los de la Grúa Municipal, para "vengar" la ofensa recibida. ¿Estoy siendo torticero en mi interpretación?

Cuanto mejor no será, opino yo, buscar una solución de compromiso entre las partes implicadas. Guardarme mi rabia, pues soy capaz de entender que el otro está actuando con la mera intención de saltarme los nervios y esperar que con el paso del tiempo se le pasen las ganas de autoafirmarse a base de hacer daño al prójimo: dicho en plata, que deje de aparcar en el vado.

Pero bueno, ésto es solo mi opinión.

Glate

Si tú sorprendes a un ladrón haciendo lo que es propio de su oficio en tu apartamento, ¿ganas algo llamando al 091? ¿Acaso dejará de practicar su oficio porque tú llames a la policí­a?

No es esa la cuestión. La cuestión es que hay un tipo robándote objetos de tu exclusiva propiedad. Que tú lo sabes. Y que decides pedir ayuda a los funcionarios de los que el Estado dispone para ayudar a los ciudadanos en estos casos, con la intención de evitar que el ladrón te robe o, en último extremo, poder recuperar la totalidad o parte de lo robado.

En el caso que tú expones es lo mismo. Hay un tipo que os roba todos los dí­as un vado que es de propiedad de tu empresa. Debes, pues, ponerlo en conocimiento de la policí­a para evitar que os lo siga robando todos los dí­as o, en última instancia, que os sea devuelto ese vado tantas veces como os lo sigan robando. Simplemente eso.