Portada de novela (tú)

Iniciado por a priori, Febrero 19, 2007, 12:12:56 PM

Tema anterior - Siguiente tema

laura_m

Cita de: pescadilla en Abril 13, 2007, 06:05:02 PM

ahhhh, la historia de mi vida, sin tetas no hay alegria, enfin, que me van a contar



me lo apunto, aunque este tipo de literatura (sin segundas, qué conste) no la he visto por provincias, a ver donde lo encuentro




Te voy a dar algún detalle adicional, porque la sinopsis que ha puesto Dan se queda muuuuuuy corta. La cosa es que a Catalina, una colegiala de 14 años, se le mete entre ceja y ceja convertirse en la fulana de un narcotraficante de medio pelo. No de uno en concreto, que en esta historia el rollo de la ingenua jovencita que se enamora perdidamente de un rico y apuesto muchacho no tiene lugar, sino de uno cualquiera de los muchos que pululan por Pereira, que es la ciudad colombiana en la que vive. La razón de este afán es que los narcos tienden a ser generosos con sus putas, y les compran deportivas de marca, ropa cara, motos chachis, cosméticos y cirugí­as plásticas de toda í­ndole, y les pagan mejoras en las casas de sus familias. Es decir, no es que Catalina sea pobre de solemnidad y sin un triste mendrugo que llevarse a la boca, es que quiere vestir igual de bien que sus amigas, y ser tan guay como ellas.



Catalina hace un primer intento con un tal “El Titi”, a través de la mediación de su amiga Jessica quien a la tierna edad de 15 años tiene montado un floreciente negocio de proxenetismo. Pero “El Titi”, que puede elegir entre follársela a ella o a Paola (otra de la panda), escoge a Paola. La razón, tal y como Jessica le explica a Catalina sin tapujos, es que Paola tiene las tetas más gordas. Como Catalina no tiene pasta para operarse, Jessica le aconseja que haga ejercicio para que se le ponga el culo como una piedra, dado que con un culo de acero igual puede colocarle su virginidad a algún narco con afición por las doncellas. Y efectivamente, Catalina se pone a hacer fútin y sentadillas como una loca para esculpirse el culo.



Jessica consigue por fin colarla en una fiesta de narcos en la que treinta tí­os tienen a 60 tí­as para follar, a razón de dos por barba, además de montañas de coca, claro. Pero nuevamente sus tetas le juegan una mala pasada, y sólo ella se queda desparejada (en este caso más bien “destriada”). Sin embargo, uno de los cachicanes (“El Caballo”) del narco jefazo se fija en ella, ella le cuenta su caso (que necesita pasta para operarse las tetas), y él le dice que vale, que se acueste con él y que él le da la pasta. Ella dice que ok. Descubrimos que a “El caballo” le apodan así­ por el tamaño de su trancaespecie psicológica, con lo que la desfloración resulta bastante traumática. Tras tirársela, El Caballo le dice a Catalina que tiene dos amigos que los pobres están a falta de cariño, y que si no le importa que se la follen ellos también. Y ella dice que no tiene ningún problema en absoluto (cualquier sufrimiento merece la pena si una consigue ponerse tetas). Pero todo es una engañifla. El Caballo ni tiene intención de darle un duro, ni aunque la tuviera tampoco tiene un duro que darle, así­ que Catalina se queda desvirgada y sin tetas, y empieza a rumiar su venganza contra El Caballo y sus colegas, consiguiendo en un plis, con artimañas que no se le ocurrirí­an ni a Lucrecia Borgia, que a El Caballo lo mate su jefe y que los otros dos se maten entre ellos.



En esto, y “operación nécora” mediante, la mayor parte de los narcos de Pereira se ven obligados a abandonar la ciudad, así­ que Catalina, considerando más práctico irse a la “fuente”, se marcha a Bogotá y empieza a camelarse a cuanto cirujano estético aparece en el listí­n telefónico para a ver si alguno la opera de “gratis”. Esto es, empieza a ejercer de puta en el sector de los cirujanos plásticos.



Y todo esto ocurre en los dos o tres primeros capí­tulos del libro. Y de ahí­ va a más.