Yo luché contra el fascismo - Santiago Carrillo

Iniciado por Pornosawez, Febrero 12, 2007, 01:06:40 AM

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Ariete

Se trata de garantizar la pervivencia del sistema, dado que si vienen cuatro no es problema, pero como en el caso mencionado de Estados Unidos o en el de España, vienen por millones (4 millones en los últimos 6 años, así­ a ojo), el sostenimiento de esta sociedad y sus valores también recae sobre sus hombros (e insisto en que no estoy hablando de peinetas ni dantzaringuis, si ese folclore hortera se extingue mejor, algo que salimos ganando).

Por ejemplo, leí­ a algún asesor o trabajador de servicios sociales o alguna historia de esas en relación con los inmigrantes (lo mismo era tu blog), que decí­a que a los inmigrantes hay que inculcarles que aquí­ los delitos no quedan impunes, dado que en los paí­ses tercermundistas de los que provienen no ocurre tal cosa (o no en la misma proporción), y de ahí­ esa mayor tendencia en la población inmigrante a cometer delitos y a tomarse la justicia por su mano.

Luego que haya alguna especie de juramento o ceremonia solemne tampoco viene mal. Tengo entendido que al nacionalizarse hay que jurar la Constitución, bien, aunque gente que se ha nacionalizado me ha dicho que esa formalidad se la saltaron, muy mal.   

Dionisio Aerofagita

Cita de: Ariete en Febrero 21, 2007, 03:57:35 AM
Por ejemplo, leí­ a algún asesor o trabajador de servicios sociales o alguna historia de esas en relación con los inmigrantes (lo mismo era tu blog), que decí­a que a los inmigrantes hay que inculcarles que aquí­ los delitos no quedan impunes, dado que en los paí­ses tercermundistas de los que provienen no ocurre tal cosa (o no en la misma proporción), y de ahí­ esa mayor tendencia en la población inmigrante a cometer delitos y a tomarse la justicia por su mano.

Bueno, esa mayor tendencia habrí­a que verla despacito (a ver si me pongo un dí­a de estos con lo de los delitos). Así­ dicha, parece una de esas generalizaciones peligrosas con las que nuestros queridos polí­ticos alarman de vez en cuando a la población. Ahora bien, aunque la etiqueta puede ser peligrosa, no está de más un poco de análisis criminológico: esto es, pensar cuáles son las especialidades de la delincuencia de los extranjeros. Los españoles también cometen delitos, pero la idea es si hay diferencias en los delitos cometidos o en los factores que influyen en su comisión.

Yo con ese mantra marxista que tanto me gusta de que es la existencia social de las personas la que determina su conciencia me centrarí­a primero en los factores derivados de su posición socioeconómica. Esto se ha simplificado muchas veces de manera muy burda, con eso de que la pobreza arrastra al crimen y todo eso, pero eso no exime de análisis más sosegados. Yo me fijarí­a en que los inmigrantes tienden a ocupar los estratos más bajos de la sociedad, en una posición a menudo marginal; primero, los que son irregulares no pueden trabajar legalmente y en muchí­simos casos no pueden ser expulsados fisicamente, por lo que en el mejor de los casos se ganan la vida vendiendo CDs piratas, en la prostitución, trabajando de manera irregular y sin control o proporcionándonos sustancias psicotrópicas prohibidas, es decir, fuera de los circuitos habituales, normales y positivamente sancionados. Los regulares tienden a posicionarse en trabajos pesados, molestos o mal retribuidos. La discriminación y marginación (por ejemplo, en el acceso a la vivienda y en el trabajo), unidas a la tendencia a la automarginación (refugio en el propio grupo) pueden provocar que se generen y reproduzcan subculturas separadas de la sociedad general; estas subculturas pueden implicar valores diferentes de cohesión, internos, que contrastan con la oposición a los valores de la cultura dominante (en un proceso similar al de la historia de los gitanos).

Eso no quiere decir que no haya factores culturales. Éstos también han sido simplificados burdamente, como cuando alguien dice que los que quemaban coches en Parí­s lo hací­an por ser (supuestamente) musulmanes, como si el Corán ordenara la quema de coches o como si en Arabia Saudita lo hicieran todos los dí­as; lo que en psicologí­a social se llama el "error fundamental de atribución" aplicado a los grupos implica que tendemos a atribuir la conducta de los "otros" a factores internos, psicológicos (la cultura sirve) y en cambio explicamos la condcuta de los "Nosotros" a circunstancias contextuales.

De una parte, los factores culturales forman parte de los procesos señalados anteriormente (formación de guettos, marginación y exclusión social), dado que la gestión de los intereses depende de la configuración de identidades colectivas. Pero también hay factores puramente culturales. Yo señalarí­a dos: uno, la posible anomia; dos, la discordancia cultural.

La anomia consistirí­a básicamente en una situación de inadaptación; en el paí­s de origen hay mecanismos culturales, religiosos, familiares que coadyuvan al cumplimiento de la norma y a la estabilidad de la sociedad además de la imposición de la fuerza. Ahora bien, si te sacan de ese sistema y te introducen en otro, puede ser que muchas de las normas morales ya no sirvan, ya no tengan sentido u operen de manera inadaptada, pero al mismo tiempo no se han socializado en las pautas de la sociedad de acogida. Así­ sucedí­a con muchos indí­genas emigrados a las grandes ciudades de sus propios paí­ses, muchos de ellos sucumbí­an al alcoholismo. Es posible que los jóvenes marroquí­es se comporten mucho "mejor" en su pueblo de las montañas que en Melilla, por ejemplo.

La discordancia cultural no sólo implica que alguna pauta cultural de ese otro contexto aquí­ fuera delito (ablacion del clí­toris), sino también a lo que tú te estabas refiriendo. Aunque la modernidad ha llegado ya a todas partes en muchos paí­ses es todaví­a incipiente: así­, hay policí­as, jueces, tribunales y delitos en principio similares a los de Europa, pero el grado de cumplimiento es muy bajo. Esto es, aunque la gente puede cumplir escrupulosamente con las pautas que mantienen su sociedad, esas venidas de fuera, materializadas en leyes modernas se saltan a la torera e incluso se premia la informalidad. De hecho, esto sucede en Europa con los paí­ses de modernización e industrialización más tardí­a: España e Italia, por ejemplo; muchas leyes se incumplen de manera generalizada (por los españoles), e incluso su incumplimiento puede ser signo de adaptación, valorado positivamente (fí­jate que en España nos sucede también). Esta tendencia es más fuerte en paí­ses todaví­a más "atrasados" en lo que refiere al avance implacable de la industrialización. Un amigo argelino me comentaba que en su paí­s los CDs piratas no se venden de estraperlo en la calle, sino que están en los escaparates de las tiendas (aunque esto es ilegal, claro), todo el mundo evade impuestos (la pasta del Estado deriva de la nacionalización de la industria), está generalizada la tele por cable fraudulenta, etc. Si nos vamos más para abajo, mucho más: según me cuentan de Guinea Bissau, aunque hay una compulsión a compartir la comida cuando está en el plato, cuando el arroz (o la cabra) está en el campo hay una especie de sensación de que es de todos y se roba un montón; la policí­a, como no cobra desde hace años, sobrevive exclusivamente gracias al soborno y la corrupción. Eso no implica que estas sociedades estén desectructuradas, aunque el avance de la modernidad va produciendo anomalí­as (los polí­ticos siguen intentando imponer las pautas formalizadas a sus ciudadanos).

Otra cosa es que no deben confundirse estos factores criminógenos relacionados con la extranjerí­a con el tema de la delincuencia internacional: las mafias, las bandas internacionales, en las que sus componentes no son realmente "inmigrantes" (dado que no se desplazan con finalidad laboral, sino que van de un paí­s a otro para cometer sus delitos).

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Luego que haya alguna especie de juramento o ceremonia solemne tampoco viene mal. Tengo entendido que al nacionalizarse hay que jurar la Constitución, bien, aunque gente que se ha nacionalizado me ha dicho que esa formalidad se la saltaron, muy mal.   

Yo antes era muy remiso a los rituales, pero la antropologí­a me ha convencido de su importancia.
Que no sean muchas tus palabras, porque los sueños vienen de la multitud de ocupaciones y las palabras necias, de hablar demasiado.