Hilo para recomendar libros (si esto no lo encuentra el buscador...)

Iniciado por Bic, Noviembre 30, 2006, 12:18:35 PM

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ENNAS

Salud,

Querí­a recomendar "El velo pintado" (Somerset Maugham, 1925) por ser una novela que describe con acidez las relaciones sociales desde el punto de vista de su protagonista femenina. Trancurre entre la colonia inglesa en China, a pesar de lo cual ya sale la costumbre china de abandonar a las niñas en orfanatos. Es sugerente porque al narrar los pensamientos de la prota, muestra sus fluctuaciones y variaciones a la hora de valorar a sus semejantes y de atribuirles intenciones. Las historias de amor, tanto con su marido, como con su amante, son muy tristes por lo prosaicas.

Se que la han llevado al cine en un par de versiones, no se como habrán solucionado las reflexiones internas que suponen gran parte del libro.

Voy a destacar la cita del final del libro (editorial Bruguera, abril 2007, págs. 283-284), no destripa la novela y espero que os motive a leerla:

"-Quiero que sea niña porque quiero educarla de manera que no cometa los mismos errores que yo. Cuando pienso en la niña que fuí­ me aborrezco, pero nunca tuve opción. Voy a criar a mi hija para que sea libre y sepa valerse por sí­ misma. No voy a traer una criatura al mundo y a quererla y educarla sólo para que un hombre sienta tales deseos de acostarse con ella que esté dispuesto a ofrecerle cama y comida durante el resto de su vida.

Noto que su padre se poní­a rí­gido. Él nunca habí­a abordado semejantes temas, y le impresionó oí­r esas palabras en boca de su hija.

-Permí­teme que sea franca contigo aunque sólo sea esta vez, padre. He sido necia, malvada y odiosa, y he recibido un castigo terrible. Estoy decidida a evitarle todo eso a mi hija. Quiero que sea valiente y sincera. Quiero quw sea una persona, independiente de los demás, dueña de sí­ misma, y quiero que afronte la vida como lo harí­a un hombre libre y le saque más partido del que le he sacado yo.

-Pero, querida, hablas como si tuvieras cincuenta años. Te queda toda la vida por delante. No pierdas el ánimo.

Kitty negó con la cabeza y esbozó una lenta sonrisa.

-No lo he perdido. Tengo esperanza y valor."

Gracias por su atención.

ENNAS

Salud,

Otra recomendación. "Jacques el fatalista y su amo" escrita por Denis Diderot a finales del XVIII.

Se le acusó en Inglaterra de plagiar el 'Tristram Shandy' de Sterne. Entre nos, el propio Sterne reconoció que, a su vez, habí­a plagiado 'El Quijote', mal que le pese a anglófilos como Javier Marí­as. Es lo que podrí­a decirse una 'road movie' con pareja antagónica que a base de meterse en los fregados más descacharrantes, se lleva bien.

Lo interesante de este libro es los muchos cambios de estilo que tiene y como el propio autor los comenta. Que te enseña a escribir un cuento, vamos. Los múltiples personajes secundarios con sus historias, que son las que aportan enjundia y atractivo a la prosaica lí­nea principal (un caballero y su siervo viajando de Parí­s a la campiña). Las posibilidades, ofrecidas pero no desarrolladas por el propio autor de ir demorando el final con nuevas aventuras. Un retrato muy poco amable del libidinoso clero de la época. Y muchas pequeñas historias de amor.

Es un libro corto y fácil de leer. Ligero y burlón, tras de esa máscara esconde cosas mucho más profundas e interesantes a nada que te lo pienses.

Gracias por su atención.

ENNAS

Salud,

Hoy voy a comentar unos cuantos cuentos de Clarí­n.

"El rey Baltasar" trata de un funcionario de minas sin excesivas ambiciones salvo la de cumplir su trabajo. Relegado en el escalafón por su honradez, por no tener padrinos, su puesto es lo bastante bajo como para no verse envuelto en los chanchulleos y crisis ministeriales, pero decisivo a la hora de las concesiones. Honesto, que no incorruptible, recibe visitas de próceres solicitándo su arbitrio y alabando su frimeza cuando se les niega el permiso. Pero surge un pequeño problema, no tiene dinero para los regalos de Reyes de sus hijos y "lo primero que hizo... fue lo que hace el Gobierno, pensar en los gastos, no en los ingresos". Coinciden sus apuros con una crisis polí­tica en su ministerio por irregularidades, de suerte que "los pillos del negociado, que los habí­a, estaban convertidos en Argos de la honradez provisional y temporera que el director del ramo habí­a decretado dando puñetazos sobre el pupitre." Ajeno a los enstresijos de su oficina, que busca un cabeza de turco al que culpar de la crisis, Baltasar es sorprendido siendo sobornado y cesado.

"El Cristo de la Vega... de Ribadeo" nos cuenta la Historia del vástago de una familia de empresarios lácteos tradicionalistas. Educan a su hijo con gran esmero y éste se vuelve filósofo escolástico destinado a ser canónigo "cuando ya habí­a adquirido estilo propio, que consistí­a en insultar y calumniar al enemigo." Sin embargo, un matrimonio de conveniencia con una rica ganadera, le permite amén de dirigir la fábrica de natas y mantecas, emplearse de periodista en Valladolid donde "en prosa o en verso siempre triunfó, gracias a su intransigencia", en los meses que pasaba en Madrid "discutí­a con los liberales, nuestro paladí­n divino y los injuriaba y levantaba falsos testimonios como chichones". No os cuento el final.

"El sombrero del señor cura" versa sobre las tertulias vacacionales de un diputado madrileño en Asturias convencido de que "si; la naturaleza es un buen marco para sus vanidades veraniegas... pero habí­a que pulirlo, dorarlo... echarle arena y cemento." A las tertulias está invitado el cura del pueblo para mofarse de su aspecto e ideas. El cura con su humildad y saber les asombra, pero casi todos los tertulianos -excepto el narrador- no cejan "mientras aquellos señores abrumaban al pobre cura de la Matiella con alardes de erudición filosófica de segunda y tercera mano, queriendo imponerle como leyes racionales las preocupaciones del propio psitacismo".

"Dos Sabios" es un relato burlón de dos intelectuales afines que sin conocerse personalmente acuden de incógnito a un balneario. Allí­ sin saberlo, se convierten en rivales por las comodidades, tan parecido es su carácter y aficiones. Forman una situación ridí­cula a ojos de los demás bañistas con sus constantes enfrentamientos, su soberbia en el trato hacia todo bicho viviente, etc... Desprecian todo lo divino y humano, ante todo son despectivos, sobre todo con el rival que compite por los mismos periódicos y los mismos tratamientos. Ambos enví­an una carta a su amigo intelectual del alma, contándoles sus cuitas sobre el pedante insufrible que le ha tocado en desgracia padecer en el balneario. ¿Y ambos reciben la carta en el propio balneario! Su amistad se enfrí­a, pues "el personaje ideal, pero de carne y hueso, que ambos se habí­an forjado cuando se odiaban y despreciaban sin conocerse, era el que subsistí­a; el amigo real, pero invisible de la correspondencia y de la teorí­a común, quedaba desvanecido."

Gracias por vuestra atención.

ENNAS

"La pequeña plaza de piedra parecí­a flotar en la reverberación del mediodí­a ardiente cuando el Cristo de Elqui, de rodillas en el suelo, el rostro alzado hacia lo alto -las crenchas de su pelo negrenado bajo el sol atacameño- se sintió caer en un estado de éxtasis. No era para menos: acababa de resucitar a un muerto.

Así­ comienza Hernán Rivera Letelier (Talca, 1950) su obra del presente año "El arte de la resurreción". Escritor al que llegué por recomendación de su compatriota Roberto Bolaño (sit tibi terra levis), y que gran razón tení­a el hombre.

He de descontar, supongo, la gran cantidad de escritores chilenos contemporáneos que me están agradando. Isabel Allende con "Paula", Jorge Edwards con "El sueño de la historia", el mentado Bolaño con "El gaucho insufrible"...

Pero lo del cuentista Rivera, que conste que no voy ni por la mitad del cuento de doscientas cincuenta y cuatro páginas, es inmenso. Me está gustando muchí­simo.

Trata el libro de la vida, al parecer basada en una persona real, de un predicador que se crée Jesucristo reencarnado. Y allá va el hombre, dando tumbos por el desierto del norte chileno de planta salinera en planta salinera, propagando sus por él llamadas Sentencias para el Bien de la Humanidad.

Amén de éllo, trata en todo de replicar la vida del Mesí­as, no sólo la resurrección del muerto, sino también en la purificación en el desierto, en la multiplicación de la comida, la curación de invidentes, en la captación de acólitos para que sirvan como apóstoles... Llegando incluso a intentar convencer para su causa -por remembranzas con la figura de Marí­a Magdalena- a la prostituta de una de los más paupérrimos ingenios salitreros, una tal Magalena Mercado, de honda fe.

No me he leí­do todo el libro, no me importa repetirlo, pues quiero con ello animaros a leéroslo vosotros mismos y sacar vuestras propias conclusiones. La mí­a: Me repito, es inmenso.

Escribe muy bien y bajo este ejercicio de estilo subyacen dos ejemplos no por conocidos menos dichosos: la novela picaresca española y el realismo mágico hispanoamericano.

Así­ el siempre oculto narrador nos muestra la dualidad entre el Cristo de Elqui y sus idealizados pensamientos y labores y la rechifla que causa en los descreidos sus actitudes.

Pues el iluminado, en ocasiones (como él mismo reconoce), se entrega a las más bajas pasiones; es más, se da cuenta de que si bien los católicos creyentes le prestan gran atención -para mosqueo del clero oficial- los descreidos de siempre "se rí­en a sus costillas" de su prédicas.

No es un Quijote, no idealiza, más bien al contrario, lamenta la bajeza de las gentes empezando por la suya propia. Por el contrario, sus oyentes se dividen entre la feligresí­a tradicional (el clero y las autoridades en contra, el pueblo llano a favor) y los modernos descreí­dos siempre prestos a hacer burla de sus humanos defectos.

Lo de los milagros ni os lo cuento, le quitarí­a la gracia pasar de la elevada prosa -en última instacia imposible de un hombre de baja extracción, prácticamente analfabeto, como es el Cristo de Elqui- de sus apoteósis a los resultados finales. Su encuentro con su particular Magdalena también es tronchante, contado desde dos puntos de vista, los mirones y el propio protagonista.

Es bonito y significativo que se aluda a las huelgas en el ingenio salinero, propiciada por el sindicato local con el apoyo tácito del párroco y en donde se trata de evitar -como si fueran la peste- la entrada de provocadores socialistas.

Y entre tanto, sin decirlo el autor, te va creciendo la sensación de que si estos profetas/taumaturgos obtienen atención es por lo que Nietzsche definirí­a como la voluntad de poder. No es fruto de una creencia milagrera como podrí­a parecer. Es que la gente humilde también quiere ser poderosa: El protagonista el primero, pero también sus seguidores, pues intuyen que sus jefes jamás compartirán sus privilegios, mas el Cristo de Elqui, reparte sus poderes entre todos a cambio de satisfacciones al alcance de cualquiera (comida, ropa, cariño, sensualidad).

Leéoslo, en verdad os digo, es muy bueno. Es inmensamente humano, lenguaje trabajado, bromista de buena fe -no es irónico ni sarcástico, no va de 'listo'- se rí­e con las flaquezas de todos (no es un areopagita amargo presentador de Telecinco, vamos).

ENNAS

Sin ánimo de propiciar polémica con veteranos foreros, he de deciros que me estoy leyendo Ana Karenina y para empeorar las cosas, me está gustando mucho.

"Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada."

Así­ empieza un (¿tostón?) libro que por lo que veo guarda similitudes con "Madame Bovary" y "La regenta", en el sentido en que narran una infidelidad femenina, pero no desde el punto de vista del heróico ¿? noble que le birla la esposa al rey, sino en el más humano de la posición y sentimientos de la adúltera.

Es de destacar, ahora que tanto se deplora lo polí­ticamente correcto, el lenguaje a base de circunloquios y gestos que hacen que las frases en sentido literal parezcan comodines que se podrí­an utilizar en mil charlas intrascendentes, pero que insertas en su contexto de emociones internas, situación y demás, son insinuaciones incitantes. Se define a Tolstoi como realismo, pero esa capacidad para observar al prójimo, no para chafardear de lo que hace, sino para intuir sus pensamientos, me está dejando anonadado.

Ejemplo: la conversación durante una cena entre el funcionario moscovita y su amigo el terrateniente termina cuando uno de éllos intuye que cada cual está hablando de si mismo. Eso les resulta violento, cuando al dí­a de hoy -quizá hayamos perdido esa hipocresí­a positiva- cada una va a lo suyo y rara vez te interesa lo que dicen los demás.

"¡Qué dichosa es una a la edad de usted! -continuó Ana- Recuerdo y conozco esa bruma azul como las de las montañas suizas, esa bruma que lo rodea todo en la época feliz en que se termina la infancia. Desde ese enorme cí­rculo feliz y alegre parte un camino que va haciéndose estrecho, cada vez más estrecho. ¡Cómo palpita el corazón cuando se inicia esa senda que al principio parece tan clara y hermosa! ¿Quién no ha pasado por ello?"

Y cuando se embarca en cuestiones sociopolí­ticas, ahí­ es que ya me priva. Narra el mal funcionamiento de los zemstvo (organismo mancomunado propiciado por la reforma liberal de finales del XIX, que debí­a proveer de asistencia médica, educación escolar y asignación de cupos de trabajo en una Rusia eminentemente rural) que funcionó mejor de lo que se dice, pero se estrelló ante la falta de interés de los terratenientes y los cortesanos zaristas. A aún así­ la discusión entre el terrateniente y su hermano intelectual a favor o en contra del sistema sanitario para todos, o la educación obligatoria, podrí­a plantearse hoy en dí­a y de hecho se plantea.

"Ya sabes que el capital oprime al trajador. Los obreros y campesinos llevan todo el peso del trabajo y no logran salir, por mucho que se esfuercen, de su situación de bestias de carga. Todas las ganancias, todo aquello que pudiera mejorar su estado, descansar e instruirse, lo devoran los dividendos capitalistas. La sociedad está organizada de tal modo que, cuanto más trabaja el obrero, más ganan los comerciantes y los propietarios y el proletariado sigue siendo una bestia de carga. Es preciso cambiar este orden de cosas."

Así­ escribí­a Tolstoi en 1887. Ciento treinta y tres años después mirad en que situación nos vemos tras la irreflexiva polí­tica económica neo-liberal/neo-con. ¿Seguí­s pensando que no hay que ir a la huelga?

No llevo ni un tercio del libro, me he quedado en la época de la siega en las propiedades del terrateniente, pero aún así­ querí­a recomendároslo.

Otro dí­a y con más base termino de comentar "Ana Karenina" y de paso lo que me parecieron "La regenta" y "Madame Bovary". Que las comparaciones son odiosas, sobre todo cuando se trata de tres historias magní­ficas con apenas una idea central en común.

ENNAS

Ya llevo "Ana Karenina" por más o menos la mitad, cuando la Karenina tiene a su beba y Lievin -el terrateniente- se casa.

Me ha gustado mucho la división entre el campo y la corte -ni siquiera se puede llamar ciudad dada la aparente inexistencia de zonas fabriles-.

Resume las posturas de los propietarios agrí­colas en tres partidos. El reaccionario que pide la vuelta a la servidumbre, porque sino los campesinos libres no hace otra cosa que emborracharse, haraganear y estropear la maquinaria. El que aplica las reformas liberales zaristas porque es su deber hacerlo aunque se le nota la impostura de defender algo en lo que no cree (¿el mal del liberalismo es que no hay verdaderos liberales?). Y luego está nuestro Lievin, que crea una especie de cooperativa basándose en el "carácter" del campesinado ruso, no parece darse cuenta de que incluso entre los campesinos los hay trabajadores espabilados y otros que son unos mangarranes. Pero él parece creer en una sabidurí­a colectiva. Una especie de anarco-nacionalismo. ¿Un libertario?

Se nota no obstante el tono de decepción de todos con las reformas liberales. Y se escinden ente los que añoran un pasado mejor que solo existió en su imaginación y los que buscan un nuevo futuro que rompa con todo. ¿El mal del liberalismo es que se vió rebasado por ambos extremos?

La corte es todaví­a más patética. El amante de Ana Karenina, un militar de carrera, oye de labios de un compañero que el comunismo no existe y no supone ninguna amenaza. Figuremonos. El marido engañado se vuelca en su trabajo ministerial. La descripción de sus actividades da para varios monólogos en el Club de la Comedia. Para agilizar un asunto enquistado en una lejana provincia, no se le ocurre más que proponer la formación de no-sé-cuantas comisiones encargadas de estudiar y cito literalmente "desde el punto de vista polí­tico, administrativo,económico, etnográfico, material y religioso".

Como recibe un varapalo, anuncia que irá a estudiar in situ a los autóctonos(sic) para enterarse de su situación de primera mano. Dicho y hecho sale de San Petersburgo, llega a Moscú y una vez allá se vuelve para la corte. Total, que no hay modo de saber si a los antedichos autóctonos les va bien o mal.

La historia de amor entre la Karenina y Vronsky -el militar-... eh... Cómo decirlo.

Él siempre iba pegado a sus faldas, totalmente coladito; pese a lo cual ahora reconoce que élla envejece y engorda y ya no le resulta tan atractiva. Pese a que no siente ya la misma pasión, curiosamente se aferra más a élla y no quiere perderla de ninuna manera, casi actua más por honor, por un sentido de la lealtad que por amor.

Élla le quiere, se siente realizada por él, pero con el engaño ya descubierto, reconoce que nunca dejara al marido, pues éste tiene todos los triunfos incluí­do el de quedarse con su hijo común; sobre todo se reconoce a si misma que lo que no quiere perder es su posición aunque eso implique renunciar a su amante.

Elija lo que elija va a ser infeliz. Si se va con Vronsky lo pierde todo menos al hombre que ama. Pero si sigue la farsa de esposa y madre tendrá la vida resuelta a costa de humillarse diariamente ante el cornudo de su marido.

ENNAS

No es serio este cementerio.

"-La Revolución, hijo mí­o, nos ha hecho esclavos de un estado ateo, más desiguales que antes, hermanos enemigos, cada cual Caí­n de su prójimo. No está bien ser demasiado libres, y tampoco está bien tener todo lo necesario. Nuestros padres eran más pobres y más felices, puesto que no habí­an perdido el contacto con la naturaleza. El mundo moderno nos ha traí­do el vapor, que envenena los campos, y los telares mecánicos, que han quitado trabajo a muchos pobres desgraciados y ni siquiera producen los géneros de antaño. El hombre, abandonado a sí­ mismo, es demasiado malo para ser libre. Ese poco de libertad que necesita se lo debe garantizar un monarca."

El cementerio de Praga. Umberto Eco, 2010. Editorial Lumen, página 31.

"-Amigos mí­os, la voz me tiembla, empero no puedo dejar de hablaros. La lepra se ha extendido desde Parí­s, porque Luis Felipe, desde luego no era lo que se dice virtuoso, pero sí­ era un dique contra la anarquí­a. ¡Yo he visto al pueblo romano estos dí­as! Canallas harapientos y despeinados, facinerosos que por un vaso de vino renegarí­an del paraí­so. No un pueblo sino una plebe, que en Roma se ha mancornado con los viles desechos de las ciudades italianas y extranjeras, garibaldinos y mazzinianos, instrumento ciego de todos los males. No sabéis lo nefandas que son las abominaciones cometidas por los republicanos. Entran en las iglesias y rompen las urnas de los mártires, dispersan sus cenizas al viento y de la urna hacen bací­n. Arrancan las sagradas piedras de los altares y las mancillan con heces. Arañan con los puñales las estatuas de la Virgen, a las imágenes les sacan los ojos y con carbón trazan palabras de lupanar[...]

[...]Haced, haced la revolución..., se ha perdido el gusto por la vida. Queréis echar al Papa para comer la boullabaisse a la nizarda, a eso nos obligará este pescador de Garibaldi... Ya no hay religión.

El cementerio de Praga. Umberto Eco, 2010. Editorial Lumen, páginas 97-98.


Cualquiera que lo lea se cree que está hablando de España hoy, ¿verdad? O al menos, de la versión apocalí­ptica que gusta de presentar la caverna. Quizá en Italia no estén tan avanzados como creemos, si el bueno de Umberto Eco es capaz de reproducir un discurso tan de la derechuza nuestra. O quizá los reaccionarios siguen esgrimiendo los mismos argumentos que hace ciento cincuenta años, inasequibles al desaliento.

Lindos detalles históricos.

En verdad existió un librepensador renacentista llamado Étienne Dolet. Y un falso escándalo antimasónico propiciado por un tal Léo Taxil.

Y el primer menú que menciona, el de Café Anglais, también es histórico, pues fue la cena que un célebre maí®tre, a pedido del emperador Napoléon III ofreció a sus pares de Prusia y Rusia durante la Exposición Universal de Parí­s de 1867: La Cena de los Tres Emperadores.


Otros platos sin embargo, los he buscado y no parecen iguales. El "cí´te de veau Foyot" por ejemplo en su receta actual, incluye tomates que el libro no menciona. Con todo, lo interesante es ver lo complejos y pesados que eran los platos antiguos, prácticamente echaban de todo a la cazuela. Y coincido con los Simonini, en que lo importante no es lo que comes, sino cómo lo comes: en suma, que te tienes que tomar tu tiempo para prepararte una comida, no calentar un precocinado en el microondas y zampártelo a tragapán.

Palabras que he aprendido (o recordado).


  • Gayola: prisión.
  • Ológrafo (sic): testamento escrito a mano.
  • Pávido: medroso.
  • Ignavia: dejadez.
  • Gatuperio: asunto sucio.
  • Provagar: seguir lo empezado.

El libro en si es muy entretenido por lo denso, prácticamente hay una cita cada poco, pero también muy "familiar" por su parecido con otros escritos suyos anteriores.

Su personaje principal, el capitán Simonini, es un hombre mayor que hace inventario de su vida, como Adso de Melk, como Baudolino o incluso como Casaubon; motivo por el cual sus apreciaciones personales parecen cambiar poco a pesar de los muchos años transcurridos.

Eso sí­, cada parrafada de Simonini da para una temporada entera con sus cincuenta y dos programas del Club de la Comedia. Es un amargado que critica a todos y por todo.

¿Y dónde está la gracia? En que es clavadito a cualquiera de nosotros. Es el mismo truco que empleaba Charlot: Rí­ete del hombre vulgar, porque el hombre vulgar se reirá contigo de sí­ mismo.

ENNAS

Ay va, en italiano.

Dos preguntitas técnicas ya que dominas esa lengua. En una de mis citas he escrito "mancornado" -que según yo significa inmovilizar a una res- donde deberí­a decir, también en mi opinión, mancomunado. Y la palabra "gatuperio" (según los diccionarios: mezcla maloliente, embrollo, intriga) él la emplea con connotaciones sexuales y a mi me parece correcto, no se por qué.

¿Podrí­as decirme si son errores originales o de traducción? ¿Son correctas esas palabras en su contexto en castellano?

Gracias por la ayuda.

ENNAS

Mil perdones. Si solo has leido cuarenta páginas te va a costar localizarlas. Mancornado está en el capí­tulo cuatro "Los tiempos del abuelo", que habla de la infancia del prota, allá por la página 97 en la versión española; es un dicurso de un refugiado jesuita llamado Padre Pacchi. Y gatuperio, un poco más allá en la 105, cuando recuerda el efecto que le produjeron unas lecturas porno de la época.

Yo te animarí­a a leerla. Pasados sus primeros resentimientos contra el mundo a lo Adso de Melk, el tipo rememora una juventud universitaria a lo Casaubon, que le termina llevando a ganarse la vida como Baudolino. Figúrate que termina siendo un camisa roja garibaldino, un carca de manual como él.

Además se da una buena explicación a su misantropí­a: ha crecido educado en casa por preceptores, porque su abuelo se negaba a llevarle a una escuela laica y atea. Así­ que cuando llega a la Universidad, su único modo de hacer amigos, dadas sus carencias sociales, consiste en mentir si pararse a pensar las consecuencias, precisamente por esta falta de habilidades.


Otro aspecto interesante, es que siempre juzga a las personas por su aspecto. En el siglo XIX y con la psicologí­a en mantillas -no hay más que leer a los carcamales con los que se relaciona- los fisonomistas gozaban de mucho crédito; no sólo hací­an descripciones fí­sicas tipo "los escoceses son pelirrojos" sino que se atreví­an a categorizar el caracter de una persona en función de sus rasgos en plan "las personas de piel oscura son más propensas a la delincuencia". (Gracias a Ahura Mazda, a dí­a de hoy no valoramos a las personas por su aspecto y damos una gran atención a la psicologí­a. He, he, he.)

A la altura en que voy, ya desterrado para siempre en Parí­s, sigue detestando a los jesuitas como si fuera un personaje de Italo Calvino, pero a su encargo fabrica libros anti-masones, que los propios masones le instan a exagerar lo más posible para que parezcan ridí­culos. Y el hombre sigue empeñado en tratar de meter a los judí­os (y su historieta del cementerio de Praga) en todos los fregados. Por cierto, que el libro da todo un tratado quí­mico de elementos explosivos para fabricar bombas, no sé yo si no se lo censurarán.

Si hasta ese momento te hací­an gracia sus trapacerí­as de pí­caro, al llegar a este punto se te congela la sonrisa. Entra en contacto con alemanes que ya hablan, mediados del siglo XIX, del "arbeit macht frei" y lo que es peor, de la Solución Final para el "problema" judí­o. Como Eco asegura que todos los personajes excepto el protagonista son reales, me los estoy mirando a ver si en verdad dijeron esas barbaridades. Pero me ha dejado helado.

Más palabras para el acervo:


  • Disforia: lo opuesto a euforia.
  • Concusión: delito del funcionario que cobra dinero de más por sus servicios. No confundir con cohecho (funcionario que admite un soborno) ni con peculado (funcionario que roba de las arcas públicas).
  • Inedia: ayuno.
  • Piroscafo: buque de vapor.
  • Óbice: obstáculo.
  • Onusto: cargado.

"-Imaginarse como elemento necesario del orden del universo equivale, para nosotros, gentes de buenas lecturas, a la superstición de los analfabetos. No se cambia el mundo con las ideas. Las personas con pocas ideas están menos afectadas por el error, hacen lo que hacen todos y no molestan a nadie, y sobresalen, se enriquecen, alcanzan buenas posiciones[...] ¿Puede uno ser necio cuando cuida tan bien sus intereses? El necio soy yo que he querido batirme contra los molinos de viento."

El cementerio de Praga. pág 239.


ENNAS

En el blog Historias de la Ciencia recomiendan un curioso libro de anécdotas llamado "El pequeño gran libro de la ignorancia".

http://www.historiasdelaciencia.com/?p=1406