Libreros

Iniciado por Carson_, Febrero 12, 2010, 11:53:08 PM

Tema anterior - Siguiente tema

Carson_

Me pone de mala hostia la supeditación de la literatura al cine. Me explico, cuando una peli exitosa se basa en una novela o un relato, hala, a editar lo ultimí­simo del autor, a galope. Recuerdo que antes de que John Huston rodara Bajo el volcán, me costó hacerme con la novela de Malcolm Lowry. Otro ejemplo, llevo tiempo tras El último magnate, novela inacabada de Scott Fitzgerald. Aunque parezca increí­ble, no la encuentro ni por encargo. Total, el otro dí­a entré en una librerí­a cercana a casa y pensé, quién sabe, a lo mejor aquí­ la tienen. Llego a Scott Fitzgerald y lo ÚNICO que encuentro de él es El increí­ble caso de Benjamin Button.

Lo he dicho más veces, Cormac McCarthy me parece un autor contemporáneo interesante y que escribe de maravilla. Ahora bien, tampoco se me hincharí­a una vena por defenderlo a muerte (cosa que sí­ harí­a con Flaubert, por ejemplo). Hablas del prolijo vocabulario de Cormac McCarthy, cierto. En la lectura mantengo de siempre un hábito pedagógico infantil: anotar en un bloc las palabras que desconozco. Y hubo un montón en este libro en concreto. Todas muy especí­ficas, sobre todo las referentes al abordaje del buque (*). Los detractores de La carretera se quedan con la copla de los diálogos padre-hijo, como un ejercicio simplón, buscando incluso absurdos criterios de naturalismo o verosimilitud psicológica, cuando no creo que Cormac Mc Carthy lo pretenda en absoluto. Por poner un ejemplo, Thomas Bernhard, con un estilo mucho más barroco, utiliza el mismo elemento retórico: la iteración de una frase como base de una obsesión, un miedo, una angustia. Y, oye, todo el mundo lo aplaude. Esos diálogos â€"los de La carretera-, en el contexto en que suceden, actúan perfectamente como tapujo verbal que esconde un mundillo interior de temores.

Como lectora, de Cormac Mc Carthy â€"vuelvo a decirlo-, me gusta su revisión de géneros.

A mí­ no me recuerda a Dashiell Hammet. Hammet es más directo, más frí­volo en el buen sentido del término. En una cosa sí­ le doy la razón a a antibalas: a Cormac McCarthy le falta sentido del humor (cosa que cada dí­a valoro más). De Jack London no puedo opinar, no lo he leí­do.





(*) Conste que más bien me molesta cuando un autor viene a decirme: “Mira cuánto vocabulario tengo”. Como fue el caso de Luis Landero en en Juegos de la edad tardí­a, que se me cayó de las manos.

ENNAS

Postpurrí­, mas que nada porque no tengo fuerzas para entrar en mi hilo.

Yo creo que la supeditación de la literatura al cine puede ser un bien para dar a conocer aquellos autores a los que desconocemos. "El halcón maltés", la pelí­cula de John Huston protagonizada por Humphrey Bogart, me hizo comprar tres libros de Dasiell Hammet, entre ellos el que da nombre y guión a la pelí­cula.

Y que decir de "V de Vendetta" y "Watchmen", primero vi sus adaptaciones cinematográficas y luego, extasiado, pregunte por su origen en este foro. Me animaron a descargarme los dos cómics, figuremonós. Y me los descargué con aprensión, pensando para mi que un tebeo es una cosa de niños, tu ya sabes "Mortadelo y Filemón", "Astérix y Obélix", el pájaro correcaminos, etc...

Pero no, con ser los tebeos una forma degradada de escritura, lo de Alan Moore y Keith Gibbons es inmenso. Los matices, el estudio psicológico de los personajes... y ojo que como mal dibujante, no me fijo en sus complicadas viñetas, no tan fáciles de reproducir. Son dos grandí­sismas muestras de literatura -independientemente de te caigan mal o bien sus postulados o personajes- y en verdad esta pareja artí­stica son geniales.

Yo llegué a Cormack McCarthy más que por el cine, por vuestras alabanzas en el foro, alguna de ellas pausible (Roberto Bolaño), otras con perdón no me resultan atractivas (Michel Houellebecq); pero me temo que la del estadounidense te la debo a vos. No te sientas mal por éllo; al contrario, me has descubierto a un autor contemporáneo bastante más interesante que los Ken Follet, Ildefonso Falcones y demás best-seller que acostumbro a leer.

Y te estoy dando las gracias desde hace tres post. Gracias por hacerme leer a un tipo tan interesante.

Coincido en que has de empaparte en el ambiente y el contexto para captar los matices de unos diálogos que recitados sobre la tarima de un escenario parecerí­an vulgares. Pero en sus novelas, muestran una profunda humanidad, un cariño, una ternura dignos de mérito (sobre todo porque transcurren entre hombres, ya se sabe esos trozos de ojos con carne incapaces de expresar sus sentimientos).

Pero no puedo discutir con vos, Carson_, de alta literatura, a tanto no llego.

Muchas gracias, cielo.

Carson_

#17
Uy, disculpa, se me pasó por alto tu última respuesta. No estoy acostumbrada a los halagos, así­ que me ha dado incluso un poco de apuro leértelos, en serio.

Totalmente de acuerdo en que el cine es una muy buena ví­a para dar a conocer a autores â€"yo misma llegué a Ian McEwan a través de la exultante adaptación cinematográfica de Expiación; tanto la peli como la novela son excelentes-, de lo que me quejo es de la descatalogación de libros que no hay forma de encontrar salvo que a un director exitoso le dé el antojo de adaptarlo. Luego parece que todo el mundo haya “descubierto” por arte de magia a Karen Blixen, como pasó con Memorias de ífrica. La portada misma de cualquier edición de El gran Gatsby, contiene la imagen de Robert Redford, cuando la novela es muchí­simo más cabrona que la versión edulcorada que hicieron que, sin ser pésima, se pierde en una ambientación excesivamente glamurosa. Ya que hablas de John  Huston (por cierto, recomiendo sus Memorias, una delicia), era dado a adaptar novelas, algunas con mayor fortuna que otras. Curioso que de las novelas o relatos que me han marcado, él hiciera una adaptación. Incluso de Reflejos en un ojo dorado, novela de Carson McCullers, a quien le pillé el nick.

Bolaño me parece uno de esos escritores con la cabeza siempre en ebullición, imaginativo, desbordado, seguramente leeré algo más de él. En cuanto a Houellebecq, de momento no.

Desconozco qué es alta literatura, sólo sé lo que a mí­ me llega.

ENNAS

Hola, preciosa (ji, ji, ju, ju):

¿Seguí­s por acá?

Me sucede, verás vos, que no consigo escribir -lo que tampoco es tan grave- ni siquiera leer libros. Me resulta extraño, pero prefiero buscar resúmenes rápidos en Internet que afrontar el "viejo" formato del libro escrito. Y no entiendo el por qué de esta dejadez.

Recurro a vos, porque me gusta como escribí­s. No quisiera hurgar en recuerdos dolorosos, pero te leí­. Me pareció inmenso como transformaste una anécdota banal en una tragedia griega. Si, lo sé, otros miembros del foro presentes en dicha instancia se lo toman a joda. Yo no.

Y siguiendo a Patricia Highsmith y su "Cómo escribir una novela de suspense", esa capacidad para, en función de un pequeño incidente en una fiesta entre personas razonablemente normales, anodinas; vos construyeras un canto a la humillación de no ser aceptado/a por la manada, me llegó. Es precioso el texto, aunque la maravilla surgiera de tu dolor.

Yo... yo escribo sin poner mucho interés, como que no quiere la cosa, intentando distanciarme por parecer "elegante". Y lo de vos, Carson_, cariño (no es que pretenda salir con vos), es pura pasión. ¿Éso como se logra?

¿Son circustancias vitales?, ¿es talento? ¿Se puede aprender?

Carson_

ENNAS, no sé muy bien si me tomas el pelo o no. Si me importara la manada, créeme, estarí­a lamiendo culos y regalando agasajos. Lo gracioso es que encima recibí­ una advertencia donde se me decí­a que cuidadí­n, que soy invisible, lo cual, “deberí­a hacerme pensar”. Vale, genio.

Tengo teorí­a propia sobre qué se necesita para escribir bien: fluidez, tono (o voz)  y tema.  Cuando estos tres aspectos se ensamblan a la perfección es cuando te dices: qué maravilla. Lo dije por aquí­ respecto a Flaubert: el “bueno”, el Flaubert bueno es el que disecciona la condición humana. Además de escribir como Dios, ése es su tema; el tono de desapego hacia sus criaturas le permite crear el adecuado distanciamiento del cirujano. Kenzaburo Oé decí­a en una entrevista que él aspiraba a escribir como los escritores europeos. Entendí­ que se referí­a a historias bien narradas y consistentes. En su caso, lo que le hace grande es precisamente lo contrario, el intento de ordenar el caos expresado desde una mente privilegiada. O James Ellroy, obscenamente seco. Ya que la mencionas, la propia Patricia Highsmith  -escritora un tanto olvidada- “regeneró” la llamada novela policí­aca dotándola de elementos inquietantes y alejados de los clisés convencionales. Sus cuentos son prodigiosos. Podrí­a poner decenas de ejemplos.

Como sé que tú sí­ te tragas parrafadas, sigo. Lo mismo vale para el cine. Estos dí­as me ha dado por volver a repasar la filmografí­a de Berlanga (qué grande el tándem con Rafael Azcona), lo que me ha permitido reafirmarme en lo que digo. Su gran tema es la parodia nacional. Luego el tono, la comedia, el trato elegante y cariñoso hacia sus personajes, se convierte en el toque personal. Deberí­a existir el adjetivo berlanguiano para referirse a la picaresca cutre made in Spain. O viendo el make in off de Taxi driver â€"tengo que hacerme con el guión de Paul Schrader-, pensaba lo mismo: ése es el Scorsese puro, no el de Alice doesn’t live here anymore o After hours (por mucho que a Bic la presencia de Linda Fiorentino lo perturbara.)

Vuelvo a la última pregunta. Hace años fui a un taller de literatura en Cadaqués, una semana, una especie de campamento, pero en lugar de boy scouts éramos aspirantes a escritores. El profe era Antonio Muñoz Molina. Allí­ coincidí­ con Fernando León de Aranoa, lo nombro porque es al que le ha ido mejor. A mí­ me gustaba más Antonio Carrasco, a quien seguramente sólo conozca yo. Muñoz Molina dijo una frase que, por tautológica, no deja de ser menos cierta: «No se puede enseñar a escribir, pero sí­ aprender».

Aquí­ una sin fluidez, ni tono, ni voz.

Carson_

Javier Tomeo andaba esos dí­as por allá, en Cadaqués, un aragonés bernhardiano. Lo recuerdo  grandote, tí­mido, gustoso de añadirse a un grupo de gente.

Años después, acompañada de un noviete que me dijo que el Sawnson de El invierno en Lisboa tení­a que ser  Chet Baker (que sí­), volví­ a coincidir con Tomeo: un Frankestein español, un animal editorial en Alemania.

Por recordar.