Libros 2010 Una Odisea en el Tiempo, o, ¿a qué huelen los libros?

Iniciado por El_Desaprensivo, Enero 02, 2010, 07:51:37 PM

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Groovy

#150
Cita de: Oddball en Enero 07, 2010, 03:59:31 PM
Me puede ir comiendo el bienmesabe la tal marabunta.


De hecho el primero resulta muchí­simo mas plúmbeo, y muchí­simo menos cómico que el segundo, así­ que doy por hecho que si lo acabo y me tiro a por el tercero me espera una suerte de loquilandia.

Realmente es que si consideramos

--que la Salander es una hacker del copón bendito, osea, una celebridad mundial del hackerismo

--que hace no se qué desfalco de cuentas por un porrón de millones de euros que ya quisieran los Gurtel del mundo...

--que tiene memoria fotográfica... oye, como Von Newman...

--que resuelve el teorema de Fermat, así­ de un plumazo, con sus santos cojones

--que desde una PDA en el hospital hace unas virguerí­as hackeras que ya quisiera nuestro patillas...

--que peleando es un cruce entre Jet Lee y Cassius Clay...

todo resulta bastante cómico, es cierto... a menos que lo que quisieras leer fuera una "noir fiction", como parecí­a indicar el primero.

Mozart

#151
Cita de: Doppelgí¤nger en Enero 07, 2010, 03:16:09 PM
Mira que yo eso de "literatura fantástica" lo veo más relacionado con lo sobrenatural, los mundos ficticios, magia, mitologí­a, épica, etc... mientras que lo de los otros tres me cuadra más dentro de la sátira con ribetes surrealistas. En esto último Swift es citado ineludiblemente como pionero y predecesor con Villiers de l´Isle Adam, Poe, ETA Hoffman y alguno más. Supongo que como siempre esto de las etiquetas es un campo bastante dúctil, pero en mi opinión existe una barrera entre lo explí­citamente fantástico (presentado y desarrollado en un contexto fantástico y que incluye elementos sobrenaturales que se argumentan o se reconocen como tales) y lo oní­rico o surrealista ( que puede ser la concesión a lo insólito, la alucinación, el delirio, etc...) no necesariamente explicado en la historia.

Efectivamente, el talento de Swift es tan enorme que ha sido señalado como uno de los precursores del surrealismo por los propios surrealistas, véase Breton. Pero es que también ha sido reivindicado como precursor de la obra de satiristas ingleses de todo pelo, Will Self entre ellos, David Lodge o Keith Waterhouse, y también escritores utópicos o distópicos de todo tipo llegando incluso a la ciencia ficción, como Stanislav Lem y otros. Supongo que todo dependerá qué tipo de perspectiva se adopte a la hora de buscar similitudes o inspiraciones.

yonnon

Cita de: Groovy California en Enero 07, 2010, 03:12:03 AM
Cita de: Mozart en Enero 07, 2010, 02:19:56 AM
Cita de: Groovy California en Enero 07, 2010, 01:20:52 AM
Cita de: Mozart en Enero 07, 2010, 12:45:57 AM
Hablando de realismo mágico, creo que es un género literario que no es malo per sé , lo malo es la repetición ad infinitum como único recurso narrativo. Pero hay experimentos en este género bastante interesantes. Por ejemplo, en los últimos tiempos hay un escritor inglés que ha sido capaz de dar una vuelta de tuerca al realismo mágico latinoamericano y convertirlo en una sátira constante, sucia y espasmódica de lo que nos rodea: Will Self.
Creo que en español han editado Mi idea de la diversión, Cómo viven los muertos, Grandes Simios, y alguna colección de sus relatos cortos. Pero de repente lo dejaron de editar aquí­. Una pena porque tiene mucho y muy bueno.

 Su primera novela, The Sweet Smell of Psychosis, se mueve en el mundo podrido del periodismo sensacionalista y del corazón de finales de siglo. El gran gurú mediático tiene poderes mágicos ilimitados de hipnosis colectiva y capacidad de estar en más de un sitio al mismo tiempo, como un semidios hijoputesco y sodomita.
Una de sus últimas,The Book of Dave, es un relato del fin del mundo y el renacimiento de una nueva civilización que basa toda su cultura en el único libro que ha sobrevivido al apocalipsis: el diario de un taxista londinense.  Imaginaos toda una civilización pensando, hablando y viviendo como un taxista amargado.
Y luego, todos sus relatos cortos, que son una maravilla. La última colección es Doctor Mukti and other stories, genial.
Realismo sucio y mágico.



Lo que pasa es que en el mundo hispano la etiqueta de "realismo mágico" ha quedado un tanto desacreditada debido al empeño cicatero de los partidarios del realismo de mesa camilla, boina y flexo. En fin, gente que todaví­a llora a Perez Galdós y a Paco Umbral.

A mí­ no me ha gustado nunca esta etiqueta, que se utilizó para calificar la corriente pseudofilosófica francesa encabezada por Louis Powells y Jacques Bergier con el Retorno de los brujos y todas esas cosas tipo "la nave del misterio"... Sobre todo porque el "realismo" yo no se lo veo a Garcí­a Márquez por ninguna parte...



Bueno, en tu mensaje anterior al mí­o hablaste de "realismo mágico de los cojones", y entendí­ que menospreciabas el género en sí­, de ahí­ mi comentario sobre otras alternativas posibles en este mismo modo de contar.
Ahora explicas que lo que no te gusta es la etiqueta. Bueno, pues llámale Manolo si no te gusta ésa. De todas formas, las etiquetas suelen ser inventos de académicos con afán didáctico que suelen cagarla en muchos casos.
Lo que vení­a a decir es que me parece igual de estúpido menospreciar a Garcí­a Márquez "porque toca" como menospreciar toda obra encuadrada en el realismo mágico "porque toca", y con "realismo mágico" me refiero a la novela moderna con descripción realista de contextos cotidianos, o incluso sórdidos, que incluye elementos fantásticos.
Y que todo dependerá de qué otros elementos se incluyen, además de la realidad y la fantasí­a; Will Self emplea la sátira y el humor, y el resultado es sorprendentemente brillante.
Isabel Allende en cambio incluye empalagosamente ricas vidas interiores femeninas...



Bueno, como ya he dicho, a mí­ la etiqueta de "realismo mágico" nunca me ha gustado, me parece muy desafortunada. Sobre todo porque realismo mágico se llamaba a la corriente pseudofilosófica de los adictos a Gurdieff y el retorno de los brujos, que sostení­an que la realidad está trufada (hola Gravey) de elementos sobrenaturales, misteriosos y desconocidos, de misteriosos viajeros de otros mundos, de presencias inquietantes de otras dimensiones, de un grupo de sabios que se iban pasando el conocimiento de ciertos secretos generación tras generación, etc.

Pero bien, llámale "manolo", como dices. El caso es que "realismo mágico" aplicado a Garcí­a Márquez no me cuadra tampoco. Porque yo no le veo ni el realismo ni lo mágico. Y, además, tal etiqueta no se puede aplicar a todas sus obras. Aunque sí­ es cierto, que alguna de sus obras, como Noticia de un secuestro sí­ es realista (nos ha jodido, como que es la crónica de un suceso).
Tal vez todo este lí­o del realismo mágico tenga su origen en el Pedro Páramo...

Pero, en fin, que es igual. A mí­ me gustan Pedro Páramo y Cien años de soledad. Yo creo que son novelas donde suceden cosas extraordinarias, fantásticas o sobrenaturales, y que estas cosas están imbricadas en la realidad. Que luego los crí­ticos le pongan la etiqueta que les pete.

Lo que hace Will Self, pues bueno, también puede ser "realismo fantástico". A mí­ me perece que tanto Will Self como Kurt Vonnegurt, por ejemplo, lo que hacen es deformar y exagerar la realidad o los personajes hasta lí­mites grotescos para potenciar los efectos satí­ricos o de denuncia social. Son autores que siempre logran conmoverme.




Creo que se empleaba el termino "Realismo fantastico" (Bergier and cia).

Oddball

Hasta el momento, mi Momento Clouseau High-on-Drugs favorito es cuando escapando de un motero macarra va la tia y coge y se esconde en un parterre de rododendros o no se que gaitas.


Lo cierto que, con todo, el personaje de lisbeth Salander me cae bastante bien, entiendo que por contraste con el amplio y variado elenco de pollabobas que la acompañan a lo largo de sus aventuras.

Mozart

Cita de: Groovy California en Enero 07, 2010, 03:57:03 PM
Cita de: Mozart en Enero 07, 2010, 04:07:00 AM
Creo que hay un problema de definición.
El término realismo mágico alude a las novelas en las que el autor "naturaliza" lo sobrenatural. No alude tanto a lo que se nos cuenta sino a la forma en que se cuenta. Es por lo tanto una forma de narrar, una perspectiva discursiva, en la que cualquier elemento que considerarí­amos los lectores como algo sobrenatural o fantástico -extraño- es presentado desde un principio por el autor como algo natural y cotidiano.
Y si algo caracteriza la obra de Will Self es justamente esto: en Cómo viven los muertos, son cincuentonas muertas rondando por la sección de saldos del Mark & Spencer. El narrador nos presenta esta "anormalidad" como el estado normal de la realidad. Lo mismo ocurre en Grandes Simios, en donde monos actúan como hombres, siendo esto la "normalidad". O lo que ocurre en The Book of Dave, donde "lo normal" en la nueva sociedad es actuar como un taxista neurótico.
Y esta perspectiva "invade" toda la novela, a los personajes, el argumento, y determina la estructura y el desenlace de la historia.
La clave está pues en cómo se nos presentan hechos o acciones o elementos fuera de lo común (desde el punto de vista del lector) como algo natural, como la norma establecida en un contexto real.
Otra cuestión es que tú creas que, según esta definición, Garcí­a Márquez no pueda ser encuadrado dentro del realismo mágico. Ahí­ entonces tienes la pelota en tu tejado, quí­cir si quieres: explicar por qué piensas que no lo está.


Bueno, pues definido así­ el "realismo mágico", que me parece bastante clarificador, creo que sí­ se podrí­a afirmar que alguna de las obras de Márquez cae dentro de esa categorí­a o subgénero, o lo que sea.

En realidad, lo que me molesta es que el término "mágico" en español tiene unas connotaciones que evocan más bien los rollos tipo señor de los anillos y esas cosas. Y también, claro, el tipo  de autores y obras que se asocian últimamente al "realismo mágico". Pero, bien, una vez aceptada esta categorí­a, serí­a interesante rastrear en plan juego literario qué obras caerí­an dentro de esta naturalización de lo extrordinario.

Desde luego, Will Self serí­a el exponente actual más original y peculiar, al menos en las obras que yo he leí­do, que son Grandes simios, Mi idea de la diversión, y sobre todo en Cómo viven los muertos. En ellas se da una distorsión o alteración de la realidad con carta de "naturaleza".
Generalmente, en un buen cuento fantástico lo que se da es una irrupción de lo extraordinario en un contexto real o cotidiano (fantasmas, vampiros, telequinesias, dimensiones alteradas, etc.) En el "realismo mágico" lo extraordanirio ha contaminado o invadido ya la realidad.

Sí­ suena interesante ese juego que propones. ¿Y en qué autor/obra piensas que también se da eso de la naturalización de lo extraordinario, pues?

Groovy

Cita de: Oddball en Enero 07, 2010, 07:08:10 PM

Lo cierto que, con todo, el personaje de lisbeth Salander me cae bastante bien, entiendo que por contraste con el amplio y variado elenco de pollabobas que la acompañan a lo largo de sus aventuras.


pero... ¿te la rufarí­as...?

Oddball

No, yo soy mas de follar, que es algo que tiene como mas empuje.

Groovy

#157
Cita de: Mozart en Enero 07, 2010, 07:11:51 PM
Cita de: Groovy California en Enero 07, 2010, 03:57:03 PM
Cita de: Mozart en Enero 07, 2010, 04:07:00 AM
Creo que hay un problema de definición.
El término realismo mágico alude a las novelas en las que el autor "naturaliza" lo sobrenatural. No alude tanto a lo que se nos cuenta sino a la forma en que se cuenta. Es por lo tanto una forma de narrar, una perspectiva discursiva, en la que cualquier elemento que considerarí­amos los lectores como algo sobrenatural o fantástico -extraño- es presentado desde un principio por el autor como algo natural y cotidiano.
Y si algo caracteriza la obra de Will Self es justamente esto: en Cómo viven los muertos, son cincuentonas muertas rondando por la sección de saldos del Mark & Spencer. El narrador nos presenta esta "anormalidad" como el estado normal de la realidad. Lo mismo ocurre en Grandes Simios, en donde monos actúan como hombres, siendo esto la "normalidad". O lo que ocurre en The Book of Dave, donde "lo normal" en la nueva sociedad es actuar como un taxista neurótico.
Y esta perspectiva "invade" toda la novela, a los personajes, el argumento, y determina la estructura y el desenlace de la historia.
La clave está pues en cómo se nos presentan hechos o acciones o elementos fuera de lo común (desde el punto de vista del lector) como algo natural, como la norma establecida en un contexto real.
Otra cuestión es que tú creas que, según esta definición, Garcí­a Márquez no pueda ser encuadrado dentro del realismo mágico. Ahí­ entonces tienes la pelota en tu tejado, quí­cir si quieres: explicar por qué piensas que no lo está.


Bueno, pues definido así­ el "realismo mágico", que me parece bastante clarificador, creo que sí­ se podrí­a afirmar que alguna de las obras de Márquez cae dentro de esa categorí­a o subgénero, o lo que sea.

En realidad, lo que me molesta es que el término "mágico" en español tiene unas connotaciones que evocan más bien los rollos tipo señor de los anillos y esas cosas. Y también, claro, el tipo  de autores y obras que se asocian últimamente al "realismo mágico". Pero, bien, una vez aceptada esta categorí­a, serí­a interesante rastrear en plan juego literario qué obras caerí­an dentro de esta naturalización de lo extrordinario.

Desde luego, Will Self serí­a el exponente actual más original y peculiar, al menos en las obras que yo he leí­do, que son Grandes simios, Mi idea de la diversión, y sobre todo en Cómo viven los muertos. En ellas se da una distorsión o alteración de la realidad con carta de "naturaleza".
Generalmente, en un buen cuento fantástico lo que se da es una irrupción de lo extraordinario en un contexto real o cotidiano (fantasmas, vampiros, telequinesias, dimensiones alteradas, etc.) En el "realismo mágico" lo extraordanirio ha contaminado o invadido ya la realidad.

Sí­ suena interesante ese juego que propones. ¿Y en qué autor/obra piensas que también se da eso de la naturalización de lo extraordinario, pues?



Pues, así­ a bote pronto, se me ocurre por ejemplo Soy Leyenda, de Richard Matheson. La novela parte de una realidad en que la humanidad (los superviventes) son todos vampiros y Charlton Heston (así­ viualizo al personaje) se dedica a ir eliminándolos (como quien va a la oficina) con un puñado de estacas...

No sé si es lí­cito mencionar esta obra, porque se podrí­a alegar que muchas obras de ciencia ficción parten de estas premisas...

Pero, en fin, como es un juego, también propongo El planeta de los simios...

Mozart

Las dos que propones me parecen que podrí­an incluirse, sí­. Quizás más en el caso del Planeta de Los Simios, porque se describe una sociedad al detalle y perfectamente equiparable a la realidad de las sociedades humanas, pero en la que el supuestamente normal (Charlton de nuevo, oh yeah) es lo anormal. Y además se enfatiza que esta dislocación es lo ordinario, el status quo establecido.
¿Y qué tal Naked Lunch, de Burroughs?

Groovy


Coño, El almuerzo desnudo me parece perfecta para lo que hablamos..., aunque he de decir que cuanto intenté leerla no entendí­a un pijo... me pasa con algunas de Burroughs, que deben de ser intraducibles o yo qué sé...

Oddball

Las menciones sobre vampiros pijos con wayfarer que se dedican a sorber y/o despiezar yennis de la vida en la california pija de los ochenta, que salpimentan los relatos que componen Los confidentes, de Bret Easton Ellis.

Carson_

Cita de: firmado en Enero 07, 2010, 12:51:32 PM
Cita de: Carson_ en Enero 07, 2010, 02:07:40 AM
Francamente, me parece vergonzoso, capcioso y vulgar que todo el que habla de Proust recurra a la maldita magdalena (por cierto, también sospechoso que la anécdota en cuestión transcurra hacia la página veinte del primer volumen, y no al final del noveno tomo, por ejemplo). El mérito literario de Proust no pasa por un simple asociacionismo de ideas; pretender eso es como afirmar que Garcí­a Márquez no es realista. Si acaso no es mágico. Y creo que el mismo autor estarí­a de acuerdo conmigo. Proust es un gigante en todos los sentidos: por forma y contenido. Por esa maravillosa y genuina forma de narrar un universo social desde dos frentes: la corteza y el tronco, o lo que es lo mismo: que la superficie te lleve al fondo.

Hala, que ya me habéis cabreado bastante hoy.


¿Vergonzoso? ¡¿Capcioso?!

Que vulgar, si quieres... Pero menudo potingue de adjetivos tirado al aire...

En cualquier caso, no sé si eso lo has leí­do, pero yo es que he dicho que, aunque es uno de los grandes maestros de la literatura universal, YO me he echado unas siestas fantásticas con Proust, y si quieres añado que muy probablemente me habrí­a echado menos si no fuera porque (aun sabiendo que me iba a costar muuuuuucho leerlo), decidí­ llevármelo a un viaje en el que no podí­a comprar más libros, así­ que no tení­a más remedio.

Y la madalena es UN SíMBOLO, tan absolutamente famoso que no es necesario haber leí­do el libro (ni hasta la página 20, ni hasta la 5.2365 si allí­ estuviera) para poder hablar de ella.

Total, que si a pesar de todo eso a ti te ha dado por decidir que yo pretendí­a que alguien crea que lo leí­ entero... eso ya es cosa tuya, porque te mola cabrearte (ya ves tú, por semejante cosa), o por lo que sea. No obstante, y para tu tranquilidad, hago una expresa declaración pública: NO, por supuesto NO LO TERMINÉ, lo dejé poco después de llegar de aquel viaje, que por mi parte ya habí­a encontrado suficiente tiempo perdido.

No, firmado, sólo me cabreo de mentirijilla. Puede que de forma escrita se confunda el apasionamiento con el cabreo, pero te aseguro que nada que ver. Es más, me divierten un montón estas batallitas (también es verdad que la alusión de California a la edición concreta de Shakespeare â€"Aguilar-, y a la imagen gráfica del váter, la interpreté como: esta tí­a seguro que lee a Shakespeare mientras caga, en lugar de a Larsson como el resto de los mortales. Ahí­ salté y te di a ti. Soy así­ de juiciosa).
Lo de vergonzoso lo mantengo, pero no por ti, en general es de vergí¼enza que se recuerde a Proust por la dichosa magdalena cuando es una bestia de la literatura.

Vale, lo de capcioso y vulgar lo retiro.

Realmente me importa muy poco si una persona lee o no, si acaba un libro o lo deja a medias, si prefiere lecturas áridas o de evasión (que ésta es otra: la literatura SIEMPRE participa de la evasión). No tengo ni un solo amigo que comparta esta afición, ni falta que me hace, a fin de cuentas, la lectura es un placer individual, solitario, un ejercicio de onanismo mental. Lo que no quita que ya que no puedo darles el coñazo a ellos, no me desmelene por aquí­.

¡Y no me cabreo, coño!

(Como Ariete persista en la peligrosa ví­a del cachondeí­to, lo voy a ignorar ya. Posí­, ayuda, ¿cómo se ignora a alguien?).

Oddball


yonnon

Cita de: Carson_ en Enero 07, 2010, 07:52:28 PM
Cita de: firmado en Enero 07, 2010, 12:51:32 PM
Cita de: Carson_ en Enero 07, 2010, 02:07:40 AM
Francamente, me parece vergonzoso, capcioso y vulgar que todo el que habla de Proust recurra a la maldita magdalena (por cierto, también sospechoso que la anécdota en cuestión transcurra hacia la página veinte del primer volumen, y no al final del noveno tomo, por ejemplo). El mérito literario de Proust no pasa por un simple asociacionismo de ideas; pretender eso es como afirmar que Garcí­a Márquez no es realista. Si acaso no es mágico. Y creo que el mismo autor estarí­a de acuerdo conmigo. Proust es un gigante en todos los sentidos: por forma y contenido. Por esa maravillosa y genuina forma de narrar un universo social desde dos frentes: la corteza y el tronco, o lo que es lo mismo: que la superficie te lleve al fondo.

Hala, que ya me habéis cabreado bastante hoy.


¿Vergonzoso? ¡¿Capcioso?!

Que vulgar, si quieres... Pero menudo potingue de adjetivos tirado al aire...

En cualquier caso, no sé si eso lo has leí­do, pero yo es que he dicho que, aunque es uno de los grandes maestros de la literatura universal, YO me he echado unas siestas fantásticas con Proust, y si quieres añado que muy probablemente me habrí­a echado menos si no fuera porque (aun sabiendo que me iba a costar muuuuuucho leerlo), decidí­ llevármelo a un viaje en el que no podí­a comprar más libros, así­ que no tení­a más remedio.

Y la madalena es UN SíMBOLO, tan absolutamente famoso que no es necesario haber leí­do el libro (ni hasta la página 20, ni hasta la 5.2365 si allí­ estuviera) para poder hablar de ella.

Total, que si a pesar de todo eso a ti te ha dado por decidir que yo pretendí­a que alguien crea que lo leí­ entero... eso ya es cosa tuya, porque te mola cabrearte (ya ves tú, por semejante cosa), o por lo que sea. No obstante, y para tu tranquilidad, hago una expresa declaración pública: NO, por supuesto NO LO TERMINÉ, lo dejé poco después de llegar de aquel viaje, que por mi parte ya habí­a encontrado suficiente tiempo perdido.

No, firmado, sólo me cabreo de mentirijilla. Puede que de forma escrita se confunda el apasionamiento con el cabreo, pero te aseguro que nada que ver. Es más, me divierten un montón estas batallitas (también es verdad que la alusión de California a la edición concreta de Shakespeare â€"Aguilar-, y a la imagen gráfica del váter, la interpreté como: esta tí­a seguro que lee a Shakespeare mientras caga, en lugar de a Larsson como el resto de los mortales. Ahí­ salté y te di a ti. Soy así­ de juiciosa).
Lo de vergonzoso lo mantengo, pero no por ti, en general es de vergí¼enza que se recuerde a Proust por la dichosa magdalena cuando es una bestia de la literatura.

Vale, lo de capcioso y vulgar lo retiro.

Realmente me importa muy poco si una persona lee o no, si acaba un libro o lo deja a medias, si prefiere lecturas áridas o de evasión (que ésta es otra: la literatura SIEMPRE participa de la evasión). No tengo ni un solo amigo que comparta esta afición, ni falta que me hace, a fin de cuentas, la lectura es un placer individual, solitario, un ejercicio de onanismo mental. Lo que no quita que ya que no puedo darles el coñazo a ellos, no me desmelene por aquí­.

¡Y no me cabreo, coño!

(Como Ariete persista en la peligrosa ví­a del cachondeí­to, lo voy a ignorar ya. Posí­, ayuda, ¿cómo se ignora a alguien?).


incluye a los virtuqles de aqui y ya no te sentiras sola (aunque tu caso no es unico, si lo sabre yo)

yonnon

Cita de: Groovy California en Enero 07, 2010, 07:21:22 PM
Cita de: Mozart en Enero 07, 2010, 07:11:51 PM
Cita de: Groovy California en Enero 07, 2010, 03:57:03 PM
Cita de: Mozart en Enero 07, 2010, 04:07:00 AM
Creo que hay un problema de definición.
El término realismo mágico alude a las novelas en las que el autor "naturaliza" lo sobrenatural. No alude tanto a lo que se nos cuenta sino a la forma en que se cuenta. Es por lo tanto una forma de narrar, una perspectiva discursiva, en la que cualquier elemento que considerarí­amos los lectores como algo sobrenatural o fantástico -extraño- es presentado desde un principio por el autor como algo natural y cotidiano.
Y si algo caracteriza la obra de Will Self es justamente esto: en Cómo viven los muertos, son cincuentonas muertas rondando por la sección de saldos del Mark & Spencer. El narrador nos presenta esta "anormalidad" como el estado normal de la realidad. Lo mismo ocurre en Grandes Simios, en donde monos actúan como hombres, siendo esto la "normalidad". O lo que ocurre en The Book of Dave, donde "lo normal" en la nueva sociedad es actuar como un taxista neurótico.
Y esta perspectiva "invade" toda la novela, a los personajes, el argumento, y determina la estructura y el desenlace de la historia.
La clave está pues en cómo se nos presentan hechos o acciones o elementos fuera de lo común (desde el punto de vista del lector) como algo natural, como la norma establecida en un contexto real.
Otra cuestión es que tú creas que, según esta definición, Garcí­a Márquez no pueda ser encuadrado dentro del realismo mágico. Ahí­ entonces tienes la pelota en tu tejado, quí­cir si quieres: explicar por qué piensas que no lo está.


Bueno, pues definido así­ el "realismo mágico", que me parece bastante clarificador, creo que sí­ se podrí­a afirmar que alguna de las obras de Márquez cae dentro de esa categorí­a o subgénero, o lo que sea.

En realidad, lo que me molesta es que el término "mágico" en español tiene unas connotaciones que evocan más bien los rollos tipo señor de los anillos y esas cosas. Y también, claro, el tipo  de autores y obras que se asocian últimamente al "realismo mágico". Pero, bien, una vez aceptada esta categorí­a, serí­a interesante rastrear en plan juego literario qué obras caerí­an dentro de esta naturalización de lo extrordinario.

Desde luego, Will Self serí­a el exponente actual más original y peculiar, al menos en las obras que yo he leí­do, que son Grandes simios, Mi idea de la diversión, y sobre todo en Cómo viven los muertos. En ellas se da una distorsión o alteración de la realidad con carta de "naturaleza".
Generalmente, en un buen cuento fantástico lo que se da es una irrupción de lo extraordinario en un contexto real o cotidiano (fantasmas, vampiros, telequinesias, dimensiones alteradas, etc.) En el "realismo mágico" lo extraordanirio ha contaminado o invadido ya la realidad.

Sí­ suena interesante ese juego que propones. ¿Y en qué autor/obra piensas que también se da eso de la naturalización de lo extraordinario, pues?



Pues, así­ a bote pronto, se me ocurre por ejemplo Soy Leyenda, de Richard Matheson. La novela parte de una realidad en que la humanidad (los superviventes) son todos vampiros y Charlton Heston (así­ viualizo al personaje) se dedica a ir eliminándolos (como quien va a la oficina) con un puñado de estacas...

No sé si es lí­cito mencionar esta obra, porque se podrí­a alegar que muchas obras de ciencia ficción parten de estas premisas...

Pero, en fin, como es un juego, también propongo El planeta de los simios...

No me queda claro si he pillado correctamente el "conceto", pero yo incluiria Declara, de Tim Powers

ladrillazo:
http://nacho.cyberdark.net/Contenido/Narrativa/ResegnasFantasia/ResegnaDeclara.htm

Al igual que en sus narraciones anteriores, Powers observa en Declara una serie de sucesos históricos fácilmente contrastables bajo un peculiar prisma fantástico, que los deforma y los hace parecer causados por un motor sobrenatural. En esta ocasión el objeto de sus atenciones es una parte de la Guerra Frí­a, a la que proporciona una nueva lectura originada en la encubierta confrontación entre diversos servicios secretos por hacerse con una presencia ominosa, que otorgará la inmortalidad y el poder absoluto a aquel que la controle. Dicha presencia está situada en la cima del monte Ararat, lugar donde la tradición judeocristiana sitúa el Arca de Noe, y que aparece en la trama con un aspecto un tanto diferente al descrito por gente como Charles Berlitz.

Como es costumbre, Powers utiliza un único personaje como vehí­culo de todos los acontecimientos: Andrew Hale, un héroe ungido en su nacimiento (para más señas, en el rí­o Jordán) y destinado a realizar una misión que desconoce por completo. Estas caracterí­sticas le sitúan dentro del grupo de protagonistas predestinados, junto al Scott Crane de La Última Partida o Brian Duffy de Esencia Oscura, y en las antí­podas del otro héroe que ha utilizado, ese tipo normal ví­ctima de una jugada del destino que aparecí­a en Las puertas de Anubis o La fuerza de su mirada. Si bien su sufrimiento dista mucho del nivel acostumbrado y, de lejos, es su personaje que menos padece.

Hasta él se acerca James Theodora, hombre a cargo de la sección más oculta de los servicios secretos británicos, que lo introduce en el mundo del espionaje y le conduce hasta lo que se llama operación Declara, iniciada a principios del Siglo XX y que tiene por fin acabar con lo que vive en la cima del monte Ararat. En ella han participado agentes tan reconocibles como T. E. Lawrence (Lawrence de Arabia) y es tan reservada que su mero conocimiento puede granjear la propia eliminación. Sin ser consciente de dónde se está metiendo, Hale entra en contacto con Kim Philby, célebre espí­a británico que traicionó al MI5 a lo largo de dos décadas, con el que comparte un insólito lazo y que estará a su lado en todos los momentos principales de la historia.

Dada la amplitud temporal de la novela (abarca más de 20 años de historia), Powers fracciona los acontecimientos en dos hilos que va intercalando. El primero, que culmina con el primer asalto al monte Ararat, comienza con la iniciación de Hale en el mundo del espionaje como infiltrado en los equipos de informadores comunistas que radiaban comunicaciones desde un Parí­s recién ocupado por los nazis. El segundo, situado después del fallido intento, narra el camino que desemboca en el segundo ataque. Ambos no se intercalan muy a menudo sino que están divididos en diferentes "teatros de operaciones", que nos trasladan a Berlí­n, Kuwait o Beirut, y cuando se ha terminado con uno se pasa al siguiente del otro hilo temporal.

Lo más satisfactorio de Declara reside en que Powers consigue llevarte una vez más al paranoico convencimiento de que los hechos históricos que se cuentan tuvieron esa causa, porque fantasí­a y realidad están imbricadas con una naturalidad que incluso los más sibaritas sabrán apreciar. Gran parte de este éxito reside en el componente sobrenatural, tejido a partir de las dos grandes religiones monoteí­stas, cuyos mitos, sacramentos y costumbres forman una extraña simbiosis que cunde sobradamente. Y, siendo una novela de espí­as, hay que reconocer que recrea con acierto el ambiente tí­pico de esta temática, con sus dobles juegos, operaciones encubiertas y peligros inherentes, a los que se añaden los procedimientos de prevención y lucha contra lo mágico, algo de vital importancia dado el escenario en que se mueve.

Por contra, pese a que es prolijo en las descripciones, cuando llegan los momentos de acción cuesta horrores descubrir qué está pasando (y mira que utiliza palabras para relatarlo). A su vez la novela está lejos del ritmo trepidante de los otros Powers disponibles ahora mismo en el mercado, y se sumerge en uno muy pausado que en algún momento se hace cansino. Quizás porque la historia encuadra demasiados hechos y eso hace que tenga una extensión mayor de la debida, cuando parte de él es reiterativo, caso del doble viaje al interior del desierto arábigo o la doble visita al monte Ararat, que generan un más que ligero dejí  vu.

Además, para cualquiera que haya leí­do sus libros, la trama no sorprende por un solo instante. Salvo por el ya comentado escaso padecimiento de Hale, el resto transcurre por donde se adivina de antemano. Caso de la sempiterna y esquiva figura femenina, destinada a ser el amor del protagonista, al que en algún punto siente el deseo de asesinar, y que está presente en todas y cada una de las secuencias claves, para desaparecer sin dejar rastro hasta el siguiente nudo.

Finalmente querí­a hacer un breve comentario sobre su manera de rendir homenaje a John Le Carré ¿Es la historia fiel a su espí­ritu, tal y como cuenta la frase promocional de la contraportada? Como lector esporádico suyo la respuesta no puede ser más ambigua: sí­ y no. Hay numerosos elementos comunes bien reflejados, como la trama enrevesada que requiere que dos de los personajes concreten lo ocurrido a través de una conversación, añadiendo parte de la información que se desconocí­a. Asimismo reproduce ese eterno juego de engaños que era el espionaje de la época, o esa enérgica convicción a la hora de relatar los acontecimientos, tan propio del escritor inglés. No obstante, aunque lo intenta, no acierta a transmitir el tono de distancia frente al Servicio Secreto que tení­an los curtidos espí­as de Le Carré, ni la visión deshumanizadora de su labor, ni captura su peculiar sentido del humor, repleto de una ironí­a demoledora.

A pesar de su limitada capacidad de fascinar, Declara agradará a todos aquellos que se hayan sentido atraí­dos por la obra de Powers en el pasado o gusten de las enrevesadas historias de espí­as que no le hagan ascos a la novedad de ver un escenario fantástico enriqueciendo la historia. Sin embargo, si te pierdes en estos juegos, sus anteriores libros no fueron de tu gusto o no has disfrutado todaví­a de las maneras de este autor, este libro no es para ti. Creo que no se puede decir más claro.



e incluso La Ultima Partida, del mismo autor.

Aqui ladrillazo al canto sobre el libro (copypasteado tambien, que lo mio no es escribir):


No me gustarí­a entrar con La última partida sin antes introducir mí­nimamente la obra de este autor. Gran parte de sus novelas deben encuadrarse dentro de las "historias secretas", que nos proporcionan información supuestamente suprimida, olvidada o menospreciada por los eruditos en torno a hechos históricos. En el caso concreto que nos ocupa, Powers busca, como han hecho otros autores de renombre como Ken Follet o Frederick Forsyth en algunas de sus obras, la continuidad del presente que todos nosotros conocemos reconciliando la historia de los libros con hechos de carácter sobrenatural o anacrónico de los que no ha quedado registro alguno.
Ejemplos de ello han sido, por citar tan sólo algunos ejemplos, En costas extrañas (1988), cuya lectura a más de uno le recordará la reciente saga cinematográfica de Piratas del Caribe, La fuerza de su mirada (1990), que podrí­a darle más de una lección a Ann Rice, o la celebrada Las puertas de Anubis (1983), obras todas ellas que le han merecido nominaciones y premios especializados.

Ahora bien, La última partida (1992) supuso un punto de inflexión en su obra que, si bien participando en cierta medida de las caracterí­sticas comentadas hasta el momento, anticipaba un nuevo rumbo.
En esta novela Powers decide trasladar la acción del pasado al presente, si bien en su versión de la realidad, que no es sino la que todos conocemos, subyace un estrato que se mueve entre lo mí­tico y lo mágico que vendrí­a a aportarle una nueva, potente y enriquecedora significación: ¿Os suena la cita Hay otros mundos..., pero están en éste?

El argumento de La última partida, traducción no muy acertada de la original Last Call (Call hace referencia a mostrar las cartas en el póker) la sitúa en Las Vegas de los 80, donde Scott Crane, un jugador profesional de póker descubre que la partida en la que participó en una barcaza del lago Mead tiene insospechadas e increí­bles repercusiones veinte años después, entre ellas la posible pérdida de su cuerpo y alma. Porque las cartas no siempre son lo que parecen...

La última partida mezcla elementos aparentemente inconexos como el mundo del hampa de los años 40 (el gángster Bugsy Siegel, quien tuvo un relevante papel en la constitución de Las Vegas, tiene un pequeño papel), el tarot (que se encuentra en la base del sistema mágico que Powers presenta en el libro),y la leyenda del Rey Pescador donde The Waste Land de T.S.Eliot se convierte en referencia ineludible. Todo con los casinos de la esplendorosa ciudad de Las Vegas y el inmisericorde desierto que la rodea de fondo.

La lectura de cualquier libro de Powers, y éste no iba a ser una excepción, es un proceso que participa de dos cualidades. La primera, es la fluidez narrativa que nos arrastra desde la escena inicial hasta el desenlace. Paradójicamente, la enorme facilidad con que puede leerse el libro contrasta con la segunda, una dificultad en lo que concierne a la idónea comprensión de determinados, aunque contados, elementos que, aunque no son necesarios para la más que satisfactoria lectura del libro, sí­ que le aportan matices singularmente reveladores. Aquí­ Powers se reafirma como autor por encima del best seller al uso, al demostrar un bagage cultural de variada í­ndole. A este respecto, a pesar de haberse especializado en el campo de la literatura inglesa (de hecho da clases en la universidad) a menudo incluye referencias cientí­ficas, siempre al servicio de lo que cuenta y con el resultado de enriquecer el conjunto.

Ya para acabar y volviendo al libro que nos ocupa, creo estar en posición de afirmar que es, posiblemente, el libro más redondo de cuantos he leí­do de este autor. Toda la acción está dispuesta en un puzzle en el que cada una de las partes encaja a la perfección para conformar un conjunto impecable. A diferencia de otros libros previos donde eran evidente el escaso aporte de algunas escenas de transición, aquí­ cada capí­tulo nos cuenta algo importante en uno u otro sentido. De hecho el ritmo es excelente, incluso por encima de la media de lo que uno se suele esperar de una novela de Tim Powers.
En definitiva, una lectura obligatoria tanto para el fan de Powers como para cualquier neófito que quiera iniciarse en su obra.


de aqui: http://strugglinginparadise.blogspot.com/2009/06/la-ultima-partida-last-call-de-tim.html

aceptamos "pulpo como animal de compañia" o no he pillado la esencia del juego?