Sexismo social

Iniciado por a priori, Abril 22, 2009, 11:56:48 AM

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servus

pues yo creo que la imagen de supermadre que sale en los anuncios de alimentos infantiles no concuerda con la realidad, fí­jate. pienso en parejas con hijos en mi cí­rculo social y no veo a ninguna madre en ese plan, y sí­ veo a muchos padres involucrados en la educación y en la alimentación de sus hijos.
a mí­ esos anuncios me parecen anacrónicos.

Tejemaneje

No es anacrónico. Es un anuncio dirigido a un público en concreto: las abuelas que se encargan de los niños porque la madre no puede debido al trabajo. Esas abuelas comprarán Puleva y harán que sus hijas compren Puleva. Quien ha elaborado el anuncio sabe lo que hace.

Cerillita

Es que no tienen por qué reflejar la sociedad al milímetro, sino que van dirigidos a una parte de esa sociedad que la empresa correspondiente ha declarado como objetivo de su campaña. Ellos solitos se darán cuenta de si su campaña ha calado por corresponderse con una franja de mercado real, o si por el contrario han pinchado en hueso porque la sociedad ya no es la misma.

Igual te puedo decir yo que en mi círculo hay madres que se corresponden con ese rol, si no tan idealizadamente, sí en mayor o menor grado. Pero lo que haya en mi entorno o el tuyo creo que le importa poco a las casas de productos infantiles, sino el mercado en global... y sus investigaciones harán para disparar a este o aquel sector.

Cerillita

Y señal de que lo que cambia es la sociedad a la publicidad, y no al revés, es que ahora son mujeres quienes protagonizan aproximadamente una proporción sensible de anuncios de coches de gama baja-media, en el rol activo de compradores y no de reclamo para hombres.

O una cantidad no despreciable de spots de artí­culos de limpieza protagonizados por hombres solteros.

Supongo que no sea el Ministerio de Igualdad de turno el que obligue cuotas sexuales a los anunciantes, y espero que eso nunca ocurra.

servus

eso será que la sociedad va por delante de la publicidad. y mientras los niños a tragarse toda la mierda de estereotipos que aparecen en los anuncios, sobre todo en dirigidos a ellos. porque lo de los anuncios de juguetes eso sí­ que no tiene desperdicio.

Barbie

Cita de: Cerillita en Abril 22, 2009, 10:23:04 PM
Y señal de que lo que cambia es la sociedad a la publicidad, y no al revés, es que ahora son mujeres quienes protagonizan aproximadamente una proporción sensible de anuncios de coches de gama baja-media, en el rol activo de compradores y no de reclamo para hombres.

O una cantidad no despreciable de spots de artí­culos de limpieza protagonizados por hombres solteros.

Supongo que no sea el Ministerio de Igualdad de turno el que obligue cuotas sexuales a los anunciantes, y espero que eso nunca ocurra.

Es que no sé hasta que punto es lí­cito inmiscuirse en la lí­nea publicitaria de empresas privadas siempre que no incurran en algún tipo de apologí­a, xenofobia o argumento sancionable.

Algo parecido sucede con las campañas orquestadas por el lobby de las gordas, en las que se pide a los fabricantes de determinado tipo de ropa que fabriquen en tallas más grandes por si a una tí­a que use una 46 le apetece comprarse una minifalda de colegiala y que no se sienta acomplejada porque los fabricantes la discriminan (o no son tan gilipollas de sacar un patrón así­ a la calle) o que cambien todas las tallas y obliguen a la mujeres normales a usar una 34 y así­ poder usar ellas una 40.

El Miserable

¿"Sexismo social" no es redundante?

E.M.

Cerillita

Cita de: enid en Abril 22, 2009, 10:36:32 PM
eso será que la sociedad va por delante de la publicidad. y mientras los niños a tragarse toda la mierda de estereotipos que aparecen en los anuncios, sobre todo en dirigidos a ellos. porque lo de los anuncios de juguetes eso sí­ que no tiene desperdicio.

No seré yo quien defienda al gremio de publicistas por toda la mierda que vierten a las ondas. Pero estereotipos ha habido, hay y habrá porque el pensamiento humano es reduccionista por naturaleza, de modo que resulta un tanto quijotesco pretender erradicarlos de alguna manera no autoritaria y democrática sin decretos ley ni normalizaciones lingí¼í­stico-ideológicas de por medio.

Tejemaneje

Descojonante artí­culo de José Luis Alvite, "Sudor de piedra".

Dieta pobre en calorí­as. Guerras de baja intensidad. Orgasmos sin placer. Matrimonios sin boda... Cantantes sin voz. Espí­as sin secretos. Frutas sin olor. Recuerdos sin memoria... ¿Es que nos hemos vuelto locos? Miro a mi alrededor y es como si hubiese reaparecido al cabo de cien años muerto. La gente que se casa, lo hace con separación de bienes y a veces incluso con separación de cuerpos. Los soldados que ganaron la batalla lloran más que los desdichados que la perdieron. La última vez que me relacioné con una mujer bastante más joven que yo, me dijo que las cosas no eran como antes y que la masculinidad y los instintos cotizaban a la baja, de modo que si querí­a acostarme con ella antes tendrí­a que demostrarle que no la deseaba. Ni mis pasiones eran las suyas, ni mis cantantes tení­an sitio en su lista. Para ella, cualquier cosa que hubiese ocurrido la semana anterior pertenecí­a prácticamente al siglo XIX. Tampoco tení­a interés en mi cultura gastronómica. “No me gusta comer cosas que salpiquen”, me dijo. Le extrañó que no fuese bisexual. “¿Qué hay de tu lado femenino? ¿Es que no te tienta la maternidad?”. Me estaba acorralando. “Tendrí­as que sentir en tu interior una paridad intersexual, un debate entre tu lado masculino y tu larvada feminidad”, me advirtió, “a no ser que seas un enfermo, quiero decir, uno de esos hombres antiguos que se excitan pensando en las mujeres”. Traté de salir del apuro: “Bueno, a veces doblo la ropa al desnudarme”. “Te falta debate... debate interior, quiero decir. Probablemente tienes una dieta pobre en vegetales. Tienes que luchar contra la embrutecedora pulsión de la masculinidad. Partir un carro de leña en dos horas no dice gran cosa de un hombre. Tendrí­as que sustituir la coraza por el delantal. ¿Acaso no has sentido nunca la carencia de esa falsa debilidad femenina que tanto ha hecho ultimamente por la redención del hombre?”. Creí­ ver algo de luz y me lancé de cabeza hacia ella, sin importarme que pudiese tratarse del resplandor de un balazo: “Verás, me vistieron de azul al nacer. En mi mundo habí­a niños y niñas que con el tiempo se convertí­an en hombres y mujeres. Hasta éramos distintas maneras de mear. Por los misterios de su metabolismo hasta te dirí­a que la mierda de las niñas era rosa. Cada uno tení­a su propia fisiologí­a, sus instintos, y actuaba en consecuencia. Los chicos no compartí­an con sus hermanas el neceser del afeitado ni ellas se depilaban en presencia de sus hermanos. Los hombres éramos como perros y podí­amos excitarnos con el esqueleto de cualquier mujer. Estas cosas ahora no se llevan y no está bien visto reconocerlas sin aceptar al instante la condena y sin meter la cabeza debajo de la guillotina, pero así­ era mi mundo y en cierto modo así­ soy yo. Si no me interrumpes con tu jodida homilí­a homeopática, te diré algo más: Eramos tan masculinos y tan vulgares que incluso podí­amos excitarnos con el escaparate de una ferreterí­a. Tan masculinos y tan vulgares, amiga mí­a, que a veces hací­amos daño al tratar de evitarlo. Un hombre producí­a semen hasta seis meses después de muerto y si alguien te pegaba un tiro y eras un tipo normal, generalmente solo perdí­as la sangre que te sobraba. Huí­amos de lo que no fuese un vicio, un pecado o una simple imprudencia. Un hombre podí­a curarse a dentelladas la lepra de su propia cara. De mujer a mujer, te ruego que no me interrumpas. ¿Sabes quien era Burt Lancaster? Te hablo de cine, de auténtico cine, del cine que dejaba mejor sabor de boca que las palomitas de maí­z. Burt Lancaster era un tipo muy ancho y muy masculino al que tení­an que rodarle las espaldas en cinemascope. Aquellos tipos del cine cumplí­an cuarenta años al poco de nacer y trataban con mucho tacto sus cadáveres por temor a resucitarlos con las incisiones de la autopsia . En las huellas de de Burt Lancaster en el Paseo de la Fama caben cuatro veces las manos de Jude Law, ese muñeco de parafina que de espaldas tanto recuerda a Goldie Hawn. Así­ eran los hombres de entonces, amiga mí­a, de hace unos cuantos años, de cuando incluso Joan Crawford tení­a que pensar en el Pato Donald para evitar las erecciones. Yo he vivido siempre al dí­a y con arreglo a mis emociones, con una especie de prisa calmosa, convencido de lo absurdo que serí­a esperar a que estuviese de moda el futuro. Caso de ver venir la muerte, solo me preocuparí­a encontrar tierra de mi talla. ¿Has visto alguna vez “Perdición”?. Tendrí­as que renunciar un par de horas al videojuego intersexual y sentarte a verla. ¿Sabes, muchacha?, fí­jate entonces en Barbara Stanwyck. Porque en la sonrisa perversa y corrediza de Barbara Stanwyck filmó Billy Wilder la cremallera de los pantalones de Fred Mc Murray. ¿Sabes quien era ese tal Mc Murray? Pues ese tal Mc Murray era el tipo que en “Perdición” pretendí­a desafiar la sagacidad de Edward G. Robinson. Y antes de que pagues de hombre a hombre tu puta copa y me devuelvas de un plumazo al siglo XIX, te diré que Edward G. Robinson era aquel tipo duro en cuyo rostro incluso era de piedra el sudor”. Zanjamos el asunto y nos dimos la espalda en la barra del bar. Al poco rato ella le preguntó por el baño al barman. Y el barman me miró de soslayo y con disimulada pillerí­a, como si fuese a decirle que en aquel bar todaví­a no habí­an inaugurado el retrete para los dibujos animados

Dan

Descojonante, no: buení­simo.

servus


Dolordebarriga

A mí­ me parece bastante puta mierda, el artí­culo, digo.
"Yo siempre documento lo que digo"

Agarkala

Cita de: Cerillita en Abril 22, 2009, 10:23:04 PM
Y señal de que lo que cambia es la sociedad a la publicidad, y no al revés, es que ahora son mujeres quienes protagonizan aproximadamente una proporción sensible de anuncios de coches de gama baja-media, en el rol activo de compradores y no de reclamo para hombres.

O una cantidad no despreciable de spots de artí­culos de limpieza protagonizados por hombres solteros.

Supongo que no sea el Ministerio de Igualdad de turno el que obligue cuotas sexuales a los anunciantes, y espero que eso nunca ocurra.

Por no hablar de la multiplicación de publicidad de cremitas y productos de belleza for men.

laura_m

Cita de: enid en Abril 23, 2009, 12:18:47 PM
patético más bien.

José Luis Alvite debe ser de mi edad.

laura_m

Cita de: Dolordebarriga en Abril 23, 2009, 12:19:33 PM
A mí­ me parece bastante puta mierda, el artí­culo, digo.

Y sobre todo: no tiene gracia porque no es creí­ble.