Microrelatos again

Iniciado por California, Abril 16, 2009, 03:52:13 PM

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Porfirio


Se oí­an murmullos y gritos de bobalicona voz. Me parecí­an estribillos sin concierto. 

Tras las cortinas reí­an las sombras.  Tras las paredes se manejaban acciones. Las manos se frotaban.

Dramáticos contrastes todaví­a en un mundo que no llega a entenderse.   

Falsos profetas, agoreros, hipócritas de profesión.




Lacenaire

#76
Hijra

Soy flaco, feo, débil, y no sé luchar. Por eso me llevan a casa de la comadrona: la llaman así­ porque ayuda a dar a luz. Gracias a ella vienen al mundo criaturas hermosas y resplandecientes.
Entro y me desnudo. Me tumbo y espero a que separen mis piernas y las aten con correas. La comadrona afila el cuchillo y mi madre sujeta mis sienes y me mira con amor y compasión infinitas desde lo alto.
Cuando el dolor termine, y todo acabe, seré una bonita mariposa.


Dionisio Aerofagita

#77
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UNISÍLABO

En el mundo hay por lo menos dos cosas que no existen: los unicornios y los versos monosílabos. Todos los versos monosílabos son agudos como astas de unicornio y tanta es su agudeza que siempre terminan ensartando una sílaba de más, lo quieran o no. El hecho de que no existan no quiere decir que no los haya. Yo personalmente nunca he visto ningún unicornio, pero una vez encontré en mi casa un verso monosílabo, temblando de miedo. Había construido su nido en mi caótica estantería, entre la historia de cronopios y de famas y el techado prosaico de mi tesis doctoral, donde creía que nadie iba a mirar. Reconozco que soy muy descuidado en la limpieza de mi estantería, de manera que a veces de los libros se desprende alguna sílaba huérfana, que normalmente perece asfixiada por la presión de las palabras. Esta sílaba era particularmente pertinaz, pero muy discreta y se había quedado roma para no llamar la atención ni molestar a nadie con absurdos picotazos de unicornio, tornándose imbisilable como un fantasma. A pesar de esta modestia, fue misteriosamente oxigenada por aspiraciones líricas y el resultado lo conocemos todos: terminó por convertirse en un verso monosílabo.

El verso temblaba de miedo porque sabía -como yo sabía también- que era tan delicado y tan endeble que si trataba de cogerlo con la mano para apartarlo de la estantería se disolvería en la nada porque, claro, como he explicado antes, los versos monosílabos no existen. O que quizás sacara fuerzas de la nada y se volviera palabra aguda para defenderse de mis manazas, convirtiéndose en un bisílabo como otro cualquiera. Pero, por otra parte, tampoco podía permitir que ese tipo de criaturas increíbles criaran impunemente en mi estantería. Así que abrí la ventana y me aparté por un momento, haciendo una señal con la cabeza. El verso me miró un instante con ojos de unicornio degollado antes de partir volando hacia un lugar donde hubiera sitio para lo imposible.
Que no sean muchas tus palabras, porque los sueños vienen de la multitud de ocupaciones y las palabras necias, de hablar demasiado.

malika


Pensaba esta noche que estaba siendo más hipócrita que Suiza con su neutralidad; así­ que voy a tomar partido entre vosotras. No es por animarte a que vayas a esa cita, o para que no vayas (es lo de menos; bueno, bien mirado podí­a ser el comienzo…….. o no). No me interesa la lujuria, no; no de esa manera que decí­s las dos “suavemente en la oscuridad”. Que no, que no me gusta; que no, que no es éso. Es otro concepto metafí­sico que flota en mí­. Tal vez el sueño o el esfuerzo burocrático para que os acostéis. Mil ingenios me obligaré a inventar para meteros en la misma habitación. Tendré que hacerme de la vida light (Welcome to United States of America).

Quisiera veros por la mirilla de un Ak 47 que dispare premios de consolación (jamás primeros premios); que dispare abrazos en las distancias cortas, que son los más difí­ciles.

¡Joder!, que lo hago por mí­.

Me estoy envileciendo.


Porfirio

#79
Almudena se ha despertado como una hoja en blanco.

Se acerca a su almario y lo abre de par en par.  Ante su vista se despliegan sus almas perfectamente ordenadas.

Almudena tiene almas de colores. Una roja exótica y diabólica para cuando la Almu hace su aparición.  Una verde ecológica para cuando toma el control Dena, una gris para esos dí­as nublados en que Denita se manifiesta en su melancolí­a exagerada, una amarilla para aquellos dí­as que no es nadie y una en color blanco santidad para los dí­as en que se ciñe el halo.

Hoy se coloca la blanca con decisión.  Se mira al espejo y se ve perfecta. El alma le sienta como un guante en su escultural cuerpo de 34 años.

Almudena abandona su bonito piso en Serrano con un propósito definido.  Pasa de largo ante la puerta de la oficina bancaria en la que es sobradamente conocida y busca una sucursal de barrio pobre y marginal, afí­n a sus propósitos.

En el mostrador extiende su documentación al cajero y con autoridad solicita el reintegro de 30.000 euros.  El cajero comprueba que todo es correcto y le entrega el dinero sin pestañear. 

Ya en la calle, Almudena se encamina a la boca del metro más cercano.  Es hora punta y los pasillos están atestados. Respira el olor a humanidad. Es un olor asqueroso a sudor y pobreza, pero a ella le resulta embriagador. Hoy es blanca.

Saca el sobre con el dinero, lo abre y comienza a entregar billetes de 50 a todo con el que se cruza. Al músico callejero, a la negra con las bolsas de comida sisadas a su señora, al yonki tambaleante, al parado desesperado.

En cuestión de segundos se arremolinan alrededor de ella cientos de almas ansiosas que súplican vociferantes. ¡a mí­, que tengo cuatro hijos! ¡dame que estoy en paro!  ¡por favor, no tengo para comer!

Almudena empieza a tirar billetes sobre ese bosque de manos que se alzan en busca del maná del siglo XXI.

Llega la policí­a y deshace el tumulto.  Almudena se ha sentado en las sucias escaleras con el sobre vací­o y el alma blanca manchada de humanidad. 

Una ambulancia se detiene en la puerta de la clí­nica. Bajan a Almudena, ya en plena catalepsia.

Hace un mes que salió por esa puerta que tantas veces le ha visto entrar.


Porfirio

Amor -stop- te espero sentado hoja amarilla porque aquí­ otoño aún -stop- late lejos Biafra.


Porfirio

Vamos, dijo él.
No muy lejos, dijo ella.
¿Qué es muy lejos?, dijo él.
Donde tú estás, dijo ella.

L.J. Moreno

Barragan

#82
Al entrar en el tren, busco un compartimento vacio para echarse una buena siesta. Pero al poco rato, llego una atractiva mujer joven de piernas bien torneadas y ceñidas en una sugerente minifalda. Evidentemente no le importo interrumpir el sueño para contemplar disimuladamente como cruzaba las piernas aprovechando que ojeaba una revista de moda. Cuando la ereccion era ya patente, la situacion comenzo a ser algo incomoda para ella y para el tambien un tanto vergonzosa. A lo cual, vino probablemente como consecuencia la espantada de la susodicha, que incluso se dejo olvidada la citada revista. Decidio entonces aliviarse alli mismo, sobre las paginas de la nueva temporada otoño-invierno. Cuando por fin termino de correrse, escucho unos dedos que golpeaban firmemente el cristal, era la chica desde el anden. La cual con un gesto le trataba de advertir de que a el lo que se le habia olvidado, era correr la cortina.

Porfirio

Hay ratas que son asesinas de ratones blancos.  Hay otras que cohabitan pací­ficamente con ellos. 

Para seleccionarlas no queda más remedio que ponerles juntos en la jaula.

Lacenaire

Por la mañana mirábamos las excavadoras afeitar la tundra cuando un hombre clavó en el suelo un cartel anunciando que nos llevaban a la rivera sur.
Por la tarde Marlika dio a luz a un pequeño esqueleto.

Lacenaire

-¡Salta!- gritaban.
-¡Salta, cobarde!
-¡Salta de una vez!

Realmente yo no querí­a morir. Un trabajo, una novia, no son pérdidas definitivas. Hay otros trabajos, otras novias. Pero si me retiro, entonces... ya no hay remedio.

Qué vergí¼enza. Me perseguirá siempre.

¡ALLí VOY, HIJOS DE PUTA!


Dionisio Aerofagita

UNA INCOMODIDAD

Desde que el niño de los vecinos murió de aquella extraña enfermedad, resulta bastante incómodo poner una pelí­cula en la televisión, puesto que la tos del difunto se ha quedado incrustada en la pared y tiende a mezclarse con la trama de modo confuso y disonante.
Que no sean muchas tus palabras, porque los sueños vienen de la multitud de ocupaciones y las palabras necias, de hablar demasiado.

Porfirio

Al final se ha caí­do en el pozo. 

De tanto intentar atrapar gorriones luminosos, su mano agarró la sombra que tiró de él.

Y ahí­ se quedó.  En el fondo del pozo.

Dee Dee

Cada mañana se levanta y se dirige al magní­fico espejo que dignifica la habitación.

Allí­, procede a ataviarse con su fracaso diario.

lukera

Me gusta, aunque es bastante deprimente.