Viajes en garufélico.

Iniciado por ferdinand, Mayo 09, 2007, 12:18:01 PM

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Amalur

Cita de: Dolordebarriga en Abril 03, 2008, 01:34:03 AM
Ferdi, ¿Puedo utilizar este hilo de mierda para suicidarme?

Tu, sin pretender molestar, claro;

Dolordebarriga


Dolly, como te mueras, te mato.

ferdinand

"[...]- El primer paso consiste en deshacerse de lo que a uno le molesta- dijo -, y convertirlo en cadáver. Es decir, en algo perfecto porque no hay nada más perfecto ni más acabado que un cadáver. Es lo que se llama una operación fructí­fera. Dos pájaros de un tiro.

Wolf caminaba, y el sol habí­a desaparecido. Del suelo brotaba una bruma lenta, que se arrastraba en grises jirones. Pronto dejó de verse los pies. Sintió que el suelo se endurecí­a, hasta dar paso a la roca viva.

- Un muerto- proseguí­a Wolf- está bien. Está completo. Está acabado. No se está completo hasta que se está muerto.

El suelo se inclinaba en una empinada pendiente. Ahora haca viento, y se disipó la bruma. Wolf, encorvado, luchaba y seguí­a trepando, ayudándose con las manos para avanzar. Era ya casi de noche, pero distinguió por encima de él una muralla de roca cortada a pico a la que se aferraban hierbas trepadoras.

- Claro que bastarí­a con esperar, para olvidar- dijo Wolf- También se conseguirí­a. Pero pasa lo de siempre... hay gente que no puede esperar.

Estaba casi pegado a la pared vertical y ascendí­a lentamente. Se enganchó una uña en una hendidura de la roca. Retiró la mano de un golpe seco. Le empezó a sangrar el dedo, y en el interior la sangre latí­a precipitadamente.

- Y cuando no se puede esperar- dijo Wolf-, y cuando uno se molesta a sí­ mismo, ya tiene el motivo y la excusa, y si se deshace entonces de lo que le molesta... de sí­ mismo... alcanza la perfección. Un cí­rculo que se cierra.

Sus músculos se contraí­an es esfuerzos insensatos, y seguí­a subiendo, pegado a la pared como una mosca. Plantas de afiladas garras desgarraban su cuerpo por todos lados. Jadeando, agotado, Wolf se acercaba a la cumbre.

- Un fuego de enebro... en una chimenea de ladrillos pálidos...- alcanzó a decir.

En ese momento llegó a la cima de la pared rocosa y sintió, como en sueños, el frí­o de la cabina de acero en sus dedos y el azote del viento en su cara. Desnudo en el aire helado, temblaba, y le castañeteaban los dientes. Una ráfaga más violenta estuvo a punto de hacerle perder pie.

- Cuando yo quiera...- gruñó, apretando los dientes-. Siempre he podido resistir a mis deseos...

Abrió las manos, su rostro se apaciguó y sus músculos se relajaron.

- Pero muero por haberlos agotado...

El viento lo arrancó de la cabina, y su cuerpo cayó remolineando por los aires. [...]"

ferdinand

[...]  XXIII

Oui ! Grande mer de délires douée,
Peau de panthí¨re et chlamyde trouée,
De mille et mille idoles du soleil,
Hydre absolue, ivre de ta chair bleue,
Qui te remords l’étincelante queue
Dans un tumulte au silence pareil,


[...]