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300

Iniciado por Belial, Febrero 21, 2007, 10:16:03 PM

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Vitesse

Suscribo todo lo apuntado por Sputnik y añado el momento del monstruo-manoplas. Y el cómo se desnuca el elefante antes de caer. Y lo que se parece Jerjes a Norma Duval.

Dan

No sé para que se gastan esa pasta en el verdugo-cangrejo, la verdad.

k98k

Cita de: Dan en Abril 02, 2007, 06:33:39 PM
El Areópago no olvida.

Cita de: Sputnik en Abril 02, 2007, 06:23:08 PM
Porque a mí­ que me expliquen cómo es que los espartanos se dirigen al norte para cerrar el paso a los persas en las Termópilas y evitar que accedan al sur, y por el camino se encuentran...¡una aldea arrasada por los persas! Ejem...

Y encima, han sido los Inmortales. Todo el mundo sabe que las guardias personales de elite de los emperadores son los primeros en irse a hacer razzias a tomar por culo de donde está el rey.

Yo no se que pelicula habeis visto, pero dicen que es una avanzadilla de unos 20 hombres, nada de inmortales ni nada por el estilo, las avanzadillas eran de caballeria ligera, y en efecto se adelantaban hasta un par de dias de marcha del grueso del ejercito, así­ que....

shame on you

Dan

Tú, que estabas sobando las teticas de la rubia y no te pispas.

- Son fantasmas, son malosos, se comen a las viejas empezando por las patas. Dicen que son inmortales.
- Eso lo veremos, co.

Dan

La opinión de Guillermo LPD. Qué última frase más cabrona.


300
http://www.lapaginadefinitiva.com/dbcine/criticascine/116

“300” es el tí­tulo de un cómic de Frank Miller (guionista y dibujante encargado de la renovación de Batman en los años 80, merced a la cual el Hombre Murciélago superó por fin la iconografí­a gay de la serie de TV de los sesenta -la de “Pow!” y “Kathoom!”- a la que llevaba años anclado y la sustituyó por la de un Caballero Oscuro, tortuoso, amargado y siniestro, nuclear en su homosexualidad) que recientemente ha sido adaptado al cine. Es conveniente precisar esto desde un principio porque dicho cómic pretende basarse en la batalla de las Termópilas (480 ac), librada en el paso del mismo nombre entre los aliados griegos, comandados por los espartanos, y el Imperio Persa. Pero, claro, dado que partimos de un cómic, por no hablar de que, además, hablamos de una pelí­cula comercial, pueden Ustedes imaginarse que la veracidad histórica es casi como si dicha batalla hubiera tenido lugar en 1934, es decir: ninguna.

Ya contaremos en su momento, en nuestra Historia del Resto del Mundo, cómo pudo ser (qué coño: cómo fue) el desarrollo de las Guerras Médicas en las que esta batalla se inscribe (de todos modos, este gráfico del Imperio del Monopolio lo explica bastante bien; ¡y sin tener que leer apenas nada! Venga, valiente, pinche Usted en el link, si tiene huevos, que bastantes he demostrado yo enlazándolo. Pinche y sepa que se enfrentará a todo el poderí­o del Partido Popular, empeñado en aplastar al pobre Imperio; lo estoy pasando casi tan mal como Rosa Montero). Baste decir aquí­ que la historia fue la consumación de la heroicidad griega (los historiadores que lo contaron eran griegos, claro) y muy especialmente espartana. Los espartanos, acaudillados por su rey Leónidas (bueno, por uno de los dos reyes espartanos, pues era una especie de régimen bimonárquico), en un número de 300 (acompañados por 600 ilotas -esclavos-, a dos por cabeza), lideraron la coalición griega que intentó -con éxito- detener o al menos ralentizar la marcha del ejército persa hasta Atenas, en una especie de división de funciones en la que los espartanos mandaban en tierra y los atenienses en el mar.

Tal y como lo cuentan las crónicas griegas, se enfrentaron 7.000 griegos frente a un ejército persa que contaba con un millón de efectivos. Pero los griegos tení­an, cuando se trataba de hablar de ellos mismos, la misma credibilidad que un partido polí­tico español contabilizando su número de manifestantes, así­ que la cosa estarí­a más bien en torno a los 200.000, como mucho. En todo caso, es obvio que la diferencia numérica era descomunal. Por eso los griegos escogieron el estrecho paso de las Termópilas para plantear batalla, dado que ahí­ dicha diferencia numérica no tendrí­a efecto alguno. Y, en efecto, durante varios dí­as los persas chocaron contra un muro, representado por la eficaz falange griega, y cayeron talmente como soldados de EE.UU. defendiendo la democracia en Irak. Pero al final, según cuentan, de nuevo, las crónicas griegas, los persas lograron rodear la posición griega merced a los servicios de un traidor, Efialtes, que les mostrarí­a un paso de montaña para atacar por la espalda a los griegos. Parte de los soldados de la coalición huyeron, pero los 300 espartanos, acompañados de algunos aliados, permanecieron hasta el final y murieron, se supone que heroicamente.

Esto es, en esencia, lo que cuenta el cómic y también la pelí­cula, pero claro, en bonito: son sólo los 300 espartanos los que se enfrentan a los persas, pero, madre mí­a, ¡qué espartanos! ¡Si parece que el casting se ha hecho í­ntegramente entre porteros de discoteca! ¡Vaya yoyah que arrean, si es que se quedan a gusto repartiendo estopa! La pelí­cula se centra en Esparta y, en concreto, en su rey Leónidas, en un ejercicio sistemático de glorificación de los valores espartanos: valentí­a, resistencia a ultranza, ausencia de componendas y negociaciones, hombrí­a bien entendida (es decir, robustos pectorales luciendo al sol, en un claro homenaje a clásicos del género como “Maciste el Coloso”). La pelí­cula, en este aspecto, no decepciona: es griega al 100%, al menos en lo que concierne a los gimnasios y los diferentes usos que los griegos daban a dichos gimnasios.

Los espartanos, o parte de ellos, son Buenos. Al parecer, son Buenos porque matan como nadie, indiscriminadamente y sin piedad, sin hacer prisioneros. Allí­ acaba su bondad. Bueno, allí­ y en que son todos guapos, fornidos y, sobre todo, blancos, mientras que los persas son una panda de mariconas en un sentido mucho más “loca” que las mariconas espartanas (véase la representación de Jerjes como travesti de tres metros demidesnudo que protagoniza el mejor momento de la pelí­cula: se pone detrás de Leónidas, le acaricia los hombros y, con un tono de voz particularmente sugerente, le dice: “no es con el látigo como los tengo subyugados” -a los persas-. No hay sala de cine que no prorrumpa en carcajadas), sin gimnasio que valga, repletos de adornitos y sumergidos en un festival de mestizaje que llega al paroxismo de que prácticamente todos los emisarios de Jerjes son negros (¿Negros en Persia? ¿En el siglo V a.c.? ¿Me he perdido algo?) y, por si esto fuera poco, se parecen, todos ellos, al promotor boxeí­stico Don King.

¿Les suena de algo? Sí­, amigos, en efecto: 300 bebe en buena medida de la estética de otra gran obra del cine desde la perspectiva de los valores democráticos, “El Señor de los Anillos”. Sabemos que los malos son malos porque son deformes, feos, en resumen, “diferentes”, y además caen como moscas ante las acometidas de los Buenos. Los Buenos de 300, además, se comportan con los malos como lo hicieran también en El Señor de los Anillos. Como son malos, merecen la muerte, y no hay más que hablar. Por eso, al principio de la pelí­cula, cuando el primer emisario persa habla con Leónidas (ofreciéndole reinar sobre Grecia y, en todo caso, dejar Esparta en paz a cambio de algo tan razonable como que Leónidas ofrezca una sumisión nominal al Gran Rey Jerjes. Que, bueno, está bien, someterse a Jerjes, habida cuenta de los gustos que parece tener el maromo, puede ser muy doloroso, pero… ¿Acaso Leónidas no está acostumbrado a afrontar los mayores desafí­os, y muy probablemente este tipo de desafí­o más que ningún otro?), la respuesta de Leónidas es, directamente, tirarlo a un pozo de una patada. Virilidad en estado puro, y no se hable más del tradicional respeto a los emisarios. Atila el huno no lo habrí­a hecho mejor.

Este tipo de maniqueí­smo extremo es de agradecer por su extraordinaria utilidad: el espectador no tiene que hacer el más mí­nimo esfuerzo ni matiz: ¡No más malos que no lo son tanto! ¡No más buenos con personalidad y acciones contradictorias! ¡Basta de largas conversaciones, silencios incómodos, paisajes que se prolongan durante media hora, subtí­tulos y cine francés! Y, además, teniendo en cuenta que la espartana era una sociedad basada en la selección natural y que viví­a únicamente para la guerra, sustentándose en los esclavos previamente sometidos como el estamento más bajo de un sistema de castas, … ¿Se dan Ustedes cuenta? ¡Por fin, décadas después, incluso en España, una pelí­cula en la que los nazis son “Los Buenos”! ¡Si incluso en Irán se han quejado de la representación de los persas! Aunque tampoco hay que hacer mucho caso, más allá de lo ridí­culo, a la par que sistemático, que resulta que la intolerancia religiosa haga victimismo cuando no manda.

Dicho todo lo anterior, ¿qué tal está la pelí­cula? Pues oiga Usted, la verdad es que resulta entretenido. Como las bases están claras desde un principio, casi todo -excepción hecha de una absurda trama paralela en Esparta que no aporta absolutamente nada a la pelí­cula- consiste en un incesante rosario de yoyah de todos los tipos y colores, con un tono macarra, en la representación de los personajes -tratados digitalmente, por eso están tan cachas todos los espartanos, entre otros efectos bien representados-, en la música seleccionada, con momentos -que harán la delicia de todos los macarrillas españoles de pelo tintado, móvil politono y coche tuneado- de banda sonora tecno, en los diálogos y en los incesantes ralentizados-acelerados que permiten visualizar cada yoyah como si fuera el mismí­simo Cal.loh quien estuviese repartiendo. Hay muchos momentos realmente ridí­culos, pero teniendo en cuenta lo anterior incluso se agradecen. Recuerden que hablamos, en última instancia, de un cómic, y el cómic, por definición, es ridí­culo.

Guillermo López

Cocó

Cita de: Sputnik en Abril 02, 2007, 06:23:08 PMPorque a mí­ que me expliquen cómo es que los espartanos se dirigen al norte para cerrar el paso a los persas en las Termópilas y evitar que accedan al sur, y por el camino se encuentran...¡una aldea arrasada por los persas! Ejem...


Aaaaaay, aaaaaay, aaaaaaay

Se gastaron todo el presupuesto y las neuronas en retocar los abdómenes hasta hacerlos parecer tabletas de chocolate


Salí­ del cine deseando ver una barriga de chico normal, con sus pelitos y su acúmulo graso, si es que estamos perdiendo los valores


Pornosawez

Cita de: Dan en Abril 02, 2007, 09:16:22 PM
La opinión de Guillermo LPD. Qué última frase más cabrona.


300
http://www.lapaginadefinitiva.com/dbcine/criticascine/116

“300” es el tí­tulo de un cómic de Frank Miller (guionista y dibujante encargado de la renovación de Batman en los años 80, merced a la cual el Hombre Murciélago superó por fin la iconografí­a gay de la serie de TV de los sesenta -la de “Pow!” y “Kathoom!”- a la que llevaba años anclado y la sustituyó por la de un Caballero Oscuro, tortuoso, amargado y siniestro, nuclear en su homosexualidad) que recientemente ha sido adaptado al cine. Es conveniente precisar esto desde un principio porque dicho cómic pretende basarse en la batalla de las Termópilas (480 ac), librada en el paso del mismo nombre entre los aliados griegos, comandados por los espartanos, y el Imperio Persa. Pero, claro, dado que partimos de un cómic, por no hablar de que, además, hablamos de una pelí­cula comercial, pueden Ustedes imaginarse que la veracidad histórica es casi como si dicha batalla hubiera tenido lugar en 1934, es decir: ninguna.

Ya contaremos en su momento, en nuestra Historia del Resto del Mundo, cómo pudo ser (qué coño: cómo fue) el desarrollo de las Guerras Médicas en las que esta batalla se inscribe (de todos modos, este gráfico del Imperio del Monopolio lo explica bastante bien; ¡y sin tener que leer apenas nada! Venga, valiente, pinche Usted en el link, si tiene huevos, que bastantes he demostrado yo enlazándolo. Pinche y sepa que se enfrentará a todo el poderí­o del Partido Popular, empeñado en aplastar al pobre Imperio; lo estoy pasando casi tan mal como Rosa Montero). Baste decir aquí­ que la historia fue la consumación de la heroicidad griega (los historiadores que lo contaron eran griegos, claro) y muy especialmente espartana. Los espartanos, acaudillados por su rey Leónidas (bueno, por uno de los dos reyes espartanos, pues era una especie de régimen bimonárquico), en un número de 300 (acompañados por 600 ilotas -esclavos-, a dos por cabeza), lideraron la coalición griega que intentó -con éxito- detener o al menos ralentizar la marcha del ejército persa hasta Atenas, en una especie de división de funciones en la que los espartanos mandaban en tierra y los atenienses en el mar.

Tal y como lo cuentan las crónicas griegas, se enfrentaron 7.000 griegos frente a un ejército persa que contaba con un millón de efectivos. Pero los griegos tení­an, cuando se trataba de hablar de ellos mismos, la misma credibilidad que un partido polí­tico español contabilizando su número de manifestantes, así­ que la cosa estarí­a más bien en torno a los 200.000, como mucho. En todo caso, es obvio que la diferencia numérica era descomunal. Por eso los griegos escogieron el estrecho paso de las Termópilas para plantear batalla, dado que ahí­ dicha diferencia numérica no tendrí­a efecto alguno. Y, en efecto, durante varios dí­as los persas chocaron contra un muro, representado por la eficaz falange griega, y cayeron talmente como soldados de EE.UU. defendiendo la democracia en Irak. Pero al final, según cuentan, de nuevo, las crónicas griegas, los persas lograron rodear la posición griega merced a los servicios de un traidor, Efialtes, que les mostrarí­a un paso de montaña para atacar por la espalda a los griegos. Parte de los soldados de la coalición huyeron, pero los 300 espartanos, acompañados de algunos aliados, permanecieron hasta el final y murieron, se supone que heroicamente.

Esto es, en esencia, lo que cuenta el cómic y también la pelí­cula, pero claro, en bonito: son sólo los 300 espartanos los que se enfrentan a los persas, pero, madre mí­a, ¡qué espartanos! ¡Si parece que el casting se ha hecho í­ntegramente entre porteros de discoteca! ¡Vaya yoyah que arrean, si es que se quedan a gusto repartiendo estopa! La pelí­cula se centra en Esparta y, en concreto, en su rey Leónidas, en un ejercicio sistemático de glorificación de los valores espartanos: valentí­a, resistencia a ultranza, ausencia de componendas y negociaciones, hombrí­a bien entendida (es decir, robustos pectorales luciendo al sol, en un claro homenaje a clásicos del género como “Maciste el Coloso”). La pelí­cula, en este aspecto, no decepciona: es griega al 100%, al menos en lo que concierne a los gimnasios y los diferentes usos que los griegos daban a dichos gimnasios.

Los espartanos, o parte de ellos, son Buenos. Al parecer, son Buenos porque matan como nadie, indiscriminadamente y sin piedad, sin hacer prisioneros. Allí­ acaba su bondad. Bueno, allí­ y en que son todos guapos, fornidos y, sobre todo, blancos, mientras que los persas son una panda de mariconas en un sentido mucho más “loca” que las mariconas espartanas (véase la representación de Jerjes como travesti de tres metros demidesnudo que protagoniza el mejor momento de la pelí­cula: se pone detrás de Leónidas, le acaricia los hombros y, con un tono de voz particularmente sugerente, le dice: “no es con el látigo como los tengo subyugados” -a los persas-. No hay sala de cine que no prorrumpa en carcajadas), sin gimnasio que valga, repletos de adornitos y sumergidos en un festival de mestizaje que llega al paroxismo de que prácticamente todos los emisarios de Jerjes son negros (¿Negros en Persia? ¿En el siglo V a.c.? ¿Me he perdido algo?) y, por si esto fuera poco, se parecen, todos ellos, al promotor boxeí­stico Don King.

¿Les suena de algo? Sí­, amigos, en efecto: 300 bebe en buena medida de la estética de otra gran obra del cine desde la perspectiva de los valores democráticos, “El Señor de los Anillos”. Sabemos que los malos son malos porque son deformes, feos, en resumen, “diferentes”, y además caen como moscas ante las acometidas de los Buenos. Los Buenos de 300, además, se comportan con los malos como lo hicieran también en El Señor de los Anillos. Como son malos, merecen la muerte, y no hay más que hablar. Por eso, al principio de la pelí­cula, cuando el primer emisario persa habla con Leónidas (ofreciéndole reinar sobre Grecia y, en todo caso, dejar Esparta en paz a cambio de algo tan razonable como que Leónidas ofrezca una sumisión nominal al Gran Rey Jerjes. Que, bueno, está bien, someterse a Jerjes, habida cuenta de los gustos que parece tener el maromo, puede ser muy doloroso, pero… ¿Acaso Leónidas no está acostumbrado a afrontar los mayores desafí­os, y muy probablemente este tipo de desafí­o más que ningún otro?), la respuesta de Leónidas es, directamente, tirarlo a un pozo de una patada. Virilidad en estado puro, y no se hable más del tradicional respeto a los emisarios. Atila el huno no lo habrí­a hecho mejor.

Este tipo de maniqueí­smo extremo es de agradecer por su extraordinaria utilidad: el espectador no tiene que hacer el más mí­nimo esfuerzo ni matiz: ¡No más malos que no lo son tanto! ¡No más buenos con personalidad y acciones contradictorias! ¡Basta de largas conversaciones, silencios incómodos, paisajes que se prolongan durante media hora, subtí­tulos y cine francés! Y, además, teniendo en cuenta que la espartana era una sociedad basada en la selección natural y que viví­a únicamente para la guerra, sustentándose en los esclavos previamente sometidos como el estamento más bajo de un sistema de castas, … ¿Se dan Ustedes cuenta? ¡Por fin, décadas después, incluso en España, una pelí­cula en la que los nazis son “Los Buenos”! ¡Si incluso en Irán se han quejado de la representación de los persas! Aunque tampoco hay que hacer mucho caso, más allá de lo ridí­culo, a la par que sistemático, que resulta que la intolerancia religiosa haga victimismo cuando no manda.

Dicho todo lo anterior, ¿qué tal está la pelí­cula? Pues oiga Usted, la verdad es que resulta entretenido. Como las bases están claras desde un principio, casi todo -excepción hecha de una absurda trama paralela en Esparta que no aporta absolutamente nada a la pelí­cula- consiste en un incesante rosario de yoyah de todos los tipos y colores, con un tono macarra, en la representación de los personajes -tratados digitalmente, por eso están tan cachas todos los espartanos, entre otros efectos bien representados-, en la música seleccionada, con momentos -que harán la delicia de todos los macarrillas españoles de pelo tintado, móvil politono y coche tuneado- de banda sonora tecno, en los diálogos y en los incesantes ralentizados-acelerados que permiten visualizar cada yoyah como si fuera el mismí­simo Cal.loh quien estuviese repartiendo. Hay muchos momentos realmente ridí­culos, pero teniendo en cuenta lo anterior incluso se agradecen. Recuerden que hablamos, en última instancia, de un cómic, y el cómic, por definición, es ridí­culo.

Guillermo López

Ha estado muy bien aquí­ Guillermo. Y en efecto: el tebeo tiene sus limitaciones en el formato cinematográfico. Éste puede buscar otras fuentes de inspiración. Por otra parte, a la peli le falta un poco de esas viñetas de Miller mezclando la cerámica ática (¡reciclando apuntes de arqueologí­a!) con el mazas común del tebeo. Son las escenas, evidentes, de figuras negras en fondo claro.

Respecto a negros en la Edad Antigua. Los hay en Egipto (Nubia), y éste está controlado ya desde época de Cambises. Realiza esta último alguna campaña, pero infructuosa. Se podrí­a suponer - yo que sé - una especie de guardia nubia heredada de los faraones, pero no recuerdo fuentes. El latinista de guardia os lo dirá. El color de la piel tiene motivos mongoestéticos en el film, como un método de hacer diferente al enemigo. Por otra parte, los Persas eran arios. Hay una teorí­a supremacista aria que leí­ hace la pera (posiblemente pergeñada por algún filólogo desquciado de nacionalidad alemán), por la cual los pueblos semitas mesopotámicos fueron aniquilados por la superior raza indoeuropea y blablabla.

Me gusta aquello de aniquilar el misticismo y la tiraní­a, repito. Sólo que Esparta no es Atenas, y Miller es un lector muy superficial. Como su fan Danuto.
"España es el paí­s donde más fácilmente se puede hacer uno rico"

Carlos Solchaga

Belial

Cita de: k98k en Abril 02, 2007, 07:33:38 PM
Cita de: Dan en Abril 02, 2007, 06:33:39 PM
El Areópago no olvida.

Cita de: Sputnik en Abril 02, 2007, 06:23:08 PM
Porque a mí­ que me expliquen cómo es que los espartanos se dirigen al norte para cerrar el paso a los persas en las Termópilas y evitar que accedan al sur, y por el camino se encuentran...¡una aldea arrasada por los persas! Ejem...

Y encima, han sido los Inmortales. Todo el mundo sabe que las guardias personales de elite de los emperadores son los primeros en irse a hacer razzias a tomar por culo de donde está el rey.

Yo no se que pelicula habeis visto, pero dicen que es una avanzadilla de unos 20 hombres, nada de inmortales ni nada por el estilo, las avanzadillas eran de caballeria ligera, y en efecto se adelantaban hasta un par de dias de marcha del grueso del ejercito, así­ que....

shame on you

Me suda la polla que sean 20. La avanzadilla está al Sur de las Termópilas. Yo no sé tú, pero cualquier general con dos dedos de frente...en fin...

Nicotin

Pero, ¿es una pelí­cula de maricones o no?

El trailer me pareció el anuncio de una sauna pero en cutre, y ahora resulta que a todo el puto mundo parece estar gustándole.
CitarPitita Ridruejo dice:
el otro dí­a ví­ a un tipo con un perro, y lo vi 5 minutos escasos, y dijo lo mí­nimo, pero yo digo: chalao.

Don Pésimo

Creo que después de todo lo dicho podemos pasar al román paladino, o sea, que vaya risión y menudo incalificable mojón. Sólo faltarí­a la Nancha Nanchirri por ahí­ suelta diciéndole a Jerjes "yo seré tu paellera espartana, so perrrrrra" a lo que él responderí­a "me vas a matar de amorrrrrr, petarda".
Me cago en el Sistema Solar

Nicotin

Yo a la Nawja Nimri le harí­a tales cerdadas que la Iglesia Católica tendrí­a que promulgar un octavo pecado capital para cubrirse las espaldas.
CitarPitita Ridruejo dice:
el otro dí­a ví­ a un tipo con un perro, y lo vi 5 minutos escasos, y dijo lo mí­nimo, pero yo digo: chalao.

Bette

Seguramente, sí­.

Dan

Cita de: Caverní­colez en Abril 02, 2007, 09:42:56 PM
Me gusta aquello de aniquilar el misticismo y la tiraní­a, repito. Sólo que Esparta no es Atenas, y Miller es un lector muy superficial. Como su fan Danuto.

Tú es que eres muy profundo, pero a lo Lovecraft.
Serí­a bonito que la gente dejara de opinar sobre qué quiere decir Miller, y se dedicara a leer qué quiere decir Miller. Que está el hombre ya hasta los huevos de decirlo, que ni rollos adaptados a la polí­tica internacional, ni supremací­as culturales, ni gaitas. Es más, he puesto unas frases de este pelo en este hilo o en uno de sus gemelos, que para el caso que se le hace, al hombre, también es cierto que lo mismo da.

Al final, tanto colorido no expresa más que fuerza a lo de "guerreros de mil naciones". Porque todo el mundo protesta por lo de los negros, pero habí­a africanos cerrados (los que pastorean rinocerontes y se visten con calaveras de yo qué sé), asiáticos levantinos (ese chino azotando a los que avanzan para recibir en brazos a los que retroceden), y no recuerdo muy bien pero creo que entreví­ alguna referencia más. Es decir, que no aparece lo de "los persas aparecen como negros todos ellos". Especialmente, dado que Jerjes, persa entre persas, dios de dioses, era blanco tirando a morenete, y gracias. En el tebeo es más oscuro, pero tampoco acaba de ser un negro-negro, especialmente en comparación con los ellos que dibuja Miller.

Y sí­, es un dibujante tontito, no vale un carajo. Por eso él vende cientos de miles de ejemplares sólo de este tebeo, imagino que ahora andará por los millones, con la pelí­cula y tal... y nosotros somos la rehostia en vinagre. Seguro que está pasándolas putas, corroí­do por la envidia.

En definitiva, tururú.

Cita de: Don Pésimo en Abril 02, 2007, 10:06:43 PM
Creo que después de todo lo dicho podemos pasar al román paladino, o sea, que vaya risión y menudo incalificable mojón. Sólo faltarí­a la Nancha Nanchirri por ahí­ suelta diciéndole a Jerjes "yo seré tu paellera espartana, so perrrrrra" a lo que él responderí­a "me vas a matar de amorrrrrr, petarda".

A mí­ me interesaba por lo gráfico desde un principio, y en eso no estoy defraudado. En todo caso, lo dicho, que metan trozos de relleno para que haya una mujer fuerte con más papel que en el tebeo (que al final viene a ser lo mismo, no puede demostrarle cariño, hala, ve a que te rellenen como un acerico, amor, y además no follan a la luz de la Luna), el politiqueo y poco más. No protesto ni por las cámaras lentas a gogó ni demás. Y la coherencia histórica, dado que no se pretendí­a que lo fuera, ni en principio ni en filmación, pues me la sopla mucho. Para qué enfadarse con estas cosas. Tampoco se sabe qué ocurrió con exactitud allí­, de todos modos, por más acercamiento lógico que hagamos.

En cualquier caso, la veo con considerable mayor placer que cualquier mierda gafapasta que pretenda revelarme la realidad de un mundo mágico que todos llevamos en nuestro interior cuando etcétera. Y de ésas, a patadas. A pataaadas. Me refiero a éste, nuestro foro, claro.

Gonzo

Frank Miller está sobrevalorado.


Dan

Por ahí­ no me entréis, que no es de mis favoritos. Puestos a blanconegrear, Mignola me gusta mucho más.
Pero Miller tiene su aquél, de todos modos. Ha llevado lo brusco del contraste más allá que casi cualquier otro (dibujante de cómics, que si no especifico me las veo venir).