FUNCIONARIO: Este hilo es para ti

Iniciado por myeu, Junio 13, 2008, 01:03:30 PM

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Lacenaire


Winchester 99

Cita de: Gipsy King en Febrero 23, 2018, 03:05:27 PM
Vahismo de su satanidad, eh.

Si asumes que como no me ducho en casa lo hago en la piscina donde podría caer rodando desde la cama, pues tampoco...

Dan

Pues yo tengo a los GAR correteando todo el día bajo mi ventana, si es por eso. Que no bajo, hostias, les grito. Porfaplís, sin ti no es lo mismo, responden.


¿Se me ve en el balcón?

PP2000

...y después de las igualadas a las FCSE, por fin, "dinero es lo que hay", que decía Montoro (De Guindos no lo va a ver, ¿casualidad?): Hacienda y sindicatos acuerdan subir el sueldo a los funcionarios hasta un 8,8% en tres años.

http://www.abc.es/economia/abci-hacienda-y-sindicatos-acuerdan-subir-sueldo-funcionarios-hasta-88-por-ciento-tres-anos-201803091148_noticia.html

...y a celebrar champions y copa del mundo en la madre patria.

PP2000

...hasta un 8,8% en tres años. La subida fija será del 6,1%, otro 1,25% irá ligado al PIB, medio punto más al cumplimiento del déficit y 0,75% en fondos adicionales para la equiparación salarial entre hombres y mujeres y de los funcionarios con sueldos más bajos.

usuario

2011
Artículo 135 de la CE


Que parecemos nuevos, joder. Hay pasta pero quién está el primero de la cola, con el cobro seguro, ¿ eh?

¿Cuántas veces ha salido últimamente la noticia en el telediario? ¿Entre las manifas de los abuelos engañados y la de las mujeres estafadas?


Casio

haver hestudiao. Es lo que tiene organizarse. El que no se organiza no sale en el BOE.

ushap

Cita de: Cas en Marzo 11, 2018, 12:16:49 PM
haver hestudiao. Es lo que tiene organizarse. El que no se organiza no sale en el BOE.


Organizarse para mentir y para arruinar un país, aprovechando la crisis de gobierno, de una casta política cortoplacista que ni siquiera es capaz de ponerse de acuerdo para buscar algo de sostenibilidad en las cuentas públicas. Ah, y lo digo yo, que soy funcionario.

Cuando los del norte de la UE pongan freno a la barra libre del BCE, vamos a flipar en colores, sobre todo los funcionarios corporativistas españoles. La gran mayoría de ellos no tiene ni puta idea de cómo anda el sector privado de este chiste de país. Y luego se organizarán aún más, claro, y montarán manifestaciones multitudinarias y harán varias huelgas, y vendrán con lemas estúpidos tipo "los funcionarios no tenemos la culpa de la (enésima) crisis", etc, etc. E incluso puede que más de un sindicato acuda a las típicas propuestas repletas de gilipolleces, como subir aún más los impuestos (para los ricos, claro), o seguir inflando la deuda pública para que los pobres funcionarios no sufran más recortes, aunque los tipos de interés suban, aunque le cueste cada día más colocar la deuda al estado español, pero... a quién coño le importa eso? ya lo pagarán nuestros hijos, nietos y los millones de inmigrantes que van a seguir viniendo.

Pero mientras tanto, mientras el BCE siga con su barra libre, pues eso, a follar, a follar, especialmente con funcis  :p

Casio


ushap

Cita de: Cas en Marzo 11, 2018, 03:50:56 PM
Cuidate esa úlcera.


Gracias, pero no tengo úlcera.
Lo mío es fruto de la experiencia, ah, y que me gusta hacer números. A diferencia de muchos compañeros, yo soy consciente de donde sale el dinero que cubre mi nómina.

usuario

Cita de: Cas en Marzo 11, 2018, 12:16:49 PM
haver hestudiao. Es lo que tiene organizarse. El que no se organiza no sale en el BOE.

Resulta que no es un ataque a los funcionarios, siento joderte el prejuicio. Aunque siendo funcionario deberías conocer la constitución, no te enteras de quién chupa de la teta estatal incluso antes que tú. Está en el artículo que cito arriba.

usuario

Más como este son los que hacen falta:
El 'jaque mate' a Cifuentes del profesor P., el mismo que derribó al rector de los plagios





El 'jaque mate' a Cifuentes del profesor P., el mismo que derribó al rector de los plagios
JAVIER NEGRE
17-21 minutos
Fotografía de la mano de un violonchelista con la que el profesor P. se identifica ante sus allegados.
77 comentariosVer comentarios

Militante del PSOE y virtuoso violonchelista, es el garganta profunda de las filtraciones que tienen en la cuerda floja a la presidenta de Madrid

Detrás de las revelaciones sobre el supuesto master, "no está el CNI, no Soraya, ni Ignacio González... sólo yo. Esto no es una operación política", ha dicho

Su sensación, explicó a políticos del PSOE que le llamaron, es haber hecho en 72 horas más por limpiar la Universidad que muchos en 20 años

Rajoy deja el futuro de Cifuentes en manos de la Justicia y el PP pide más "explicaciones"

Toda la verdad primera del escándalo que tiene en la cuerda floja a la presidenta de la Comunidad de Madrid. El garganta profunda de toda la fuga de información es un profesor enfadado, el mismo que ya logró con sus denuncias la caída del rector de los plagios, que ejecuta así su venganza contra la Universidad Rey Juan Carlos. ¿Por qué? Porque en tiempos de Lucía Figar eliminó la titulación de Sociología, en la que él destacaba como enseñante. Anuncia que seguirá en una lucha sin cuartel para limpiar la universidad o destruirla. Es militante del PSOE y virtuoso violonchelista. Anunció a sus alumnos en una clase de periodismo la exclusiva que iba a salir contra Cristina Cifuentes. Aunque prefiere que no trascienda su nombre, él mismo ha dicho al rector que es el origen de todas las filtraciones. Mandaba sus mensajes a sus colegas denunciando los 'chanchullos universitarios' con este emoticono:

Mediados de marzo. Fuenlabrada, Madrid. En un aula de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Rey Juan Carlos un espigado profesor con gafas está impartiendo una clase de Estructura Social Contemporánea. El hombre, de piel blanquecina y perfecta dicción, imparte una lección magistral sobre el significado del poder. Y no sólo abunda en la teoría. También plantea a sus alumnos de Periodismo un ejercicio práctico: que saquen sus móviles para leer la exclusiva que había dado esa mañana eldiario.es sobre el máster de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, que habría obtenido en el centro de forma fraudulenta. «Yo soy la persona que está detrás de todo ello», les dice orgulloso. Toda una exhibición de poder. Los estudiantes le miran incrédulos. Y el maestro, para reivindicarse como el garganta profunda, les adelanta que en pocos minutos podrán ver una nueva noticia sobre el caso. Más poder. Los alumnos aplauden enfervorecidos. Así lo ha relatado él mismo a su entorno.

El profesor, también violonchelista, al que identificaremos sólo con una inicial, P., quería dejar constancia de que él era el director de esa orquesta que empezaba a sonar y que ha puesto en riesgo la carrera política de Cristina Cifuentes. Semanas antes, en un foro online universitario, había escrito a modo de profecía: «Se avecina una hecatombe de proporciones bíblicas». Una tormenta perfecta.

Bien lo sabía el docente. Ya tenía toda la información a su recaudo y sólo era cuestión de ordenar los pantallazos. De administrar los tiempos. De elegir el momento perfecto para cobrarse a su presa. Iniciaba su segunda gran cacería. En la primera se llevó por delante a un rector que terminaría siendo conocido como el rector plagiador.

Anticipó P. en un foro 'online' de universitarios el escándalo por el máster de Cifuentes

¿Por qué desvelaba P. su juego de poder a los alumnos y otros compañeros de Universidad? El profesor anticipó que una vez que estallase el escándalo no tardarían en salir personas colgándose la medalla para medrar en la Rey Juan Carlos o ganar para su partido la Comunidad de Madrid. Un botín inesperado a un año de las autonómicas. De ahí sus esfuerzos sin disimulo por reivindicar su obra. Incluso, según cuenta él, lo hizo ante el rector de la Universidad, Javier Ramos, quien le habría pedido negociar. Después dio la cara ante otros profesores, a los que comenzó a mandarles los links de las informaciones que desacreditaban el máster en Derecho Autonómico de Cifuentes junto a un emoticono de gafas y dientes prominentes. «Es lo que uso siempre para identificarme como el autor de la maldad. En la universidad ya todos saben que he sido yo», ha explicado estos días.

P. quería dejar claro que él había sido quien manejaba el timing y el que había decidido cómo se iba a desarrollar la operación Cifuentes en sintonía con su medio de confianza. Limpiar la universidad era ya su obsesión. Había empapelado su casa con un árbol de decisión: un esquema donde definía cada uno de sus pasos, los distintos escenarios, los posibles movimientos de sus rivales y sus contraataques. Su hoja de ruta para derribar a Cifuentes. «Ni el CNI, ni Atresmedia, ni Paco Marhuenda [también profesor de la URJC], ni Soraya Sáenz de Santamaría, ni Ignacio González han tenido nada que ver. No ha habido fuego amigo. No está Podemos ni el PSOE detrás. No es una operación política. He sido sólo yo. Cuando he dejado todo resuelto, se han sumado otros», ha dicho este militante del PSOE. Pero lo curioso es que su objetivo inicial no era Cifuentes. Y dice que tampoco será el último, pues en esta historia de venganzas, traiciones, mentiras y juegos de tronos universitarios le quedan aún muchas figuras por derribar.

En este relato también hay una fecha oficial. El 24 de julio de 2014. Ese día, la orden 2385/2014 del Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid recoge un cambio interno en la Universidad Rey Juan Carlos firmado por la entonces consejera de Educación, la popular Lucía Figar: la «extinción del grado en Sociología». La noticia no tiene eco mediático. Pero aquel BOCM sería el origen de los males de Cifuentes.

En aquel Boletín Oficial está la razón de ser de la vendetta de P., un profesor de Sociología que entonces se vio apartado de su materia. Según él, por la decisión de la Universidad de falsear los datos de alumnos matriculados para demostrar que el grado apenas tenía demanda. Y todo con el beneplácito de Lucía Figar, a quien P. llegaría a denunciar por prevaricación. Lo cierto es que se quedó sin poder dar su titulación y sus alumnos de Sociología, sin carrera. Él creyó, y aún cree, que la extinción del grado de Sociología fue el castigo de la dirección de la URJC por haber apoyado al candidato perdedor al rectorado. Se refiere al profesor de Estadística, David Ríos, aspirante a dirigir la Universidad que fue derrotado por Fernando Suárez.
Suárez y Cifuentes en el inicio del curso académico 2015/2016. URJC

Suárez había sido nombrado rector en funciones por Pedro González-Trevijano cuando éste accedió al Tribunal Constitucional. Era junio de 2013 y el primer escándalo no tardó en llegar. Justo tres días después de que Suárez convocase elecciones para ser la máxima autoridad de la URJC. Él pensaba que iba a ser un camino de rosas, pero trasciende que había sido imputado por amenazar cuando era vicerrector con «enterrar» al jefe del Departamento de Estadística si apoyaba a David Ríos, que se había presentado contra González-Trevijano. La conversación fue grabada por el profesor y se incorporaría a la querella. Aquella filtración a los medios no impediría que el rector noquease a Ríos. Según varios profesores veteranos de la Rey Juan Carlos, Suárez había tejido tal red clientelar que era invencible. Colocando en el campus a los familiares y amigos de profesores de la Universidad cuyos votos valían más en las elecciones.

En el fragor de aquella batalla sitúa el garganta profunda del caso Cifuentes la decisión de acabar con Sociología por venganza. Dice el profesor que se trató de laminar tanto a Ríos como al profesor de Estadística (redujeron el profesorado de su departamento) y a él mismo (le situaban detrás de las filtraciones a la prensa). «Suárez sabe que cuando me cerró el grado de Sociología por haber apoyado a Ríos él cavó su tumba», ha asegurado P. a su entorno sobre aquellos tiempos.

Detrás de aquella cacería, según su versión, también estaba González-Trevijano, ahora magistrado del Constitucional. El profesor ha dicho de él a su círculo que «sigue controlando esta Universidad corrupta como don Vito Corleone» y que desde que fue rector la utilizó para dar facilidades académicas a personas vinculadas al PP o colocar a sus familiares. Usó, según él, la URJC para medrar en los círculos populares porque quería ser ministro o miembro del Constitucional, como consiguió en 2013. Y ahora, el sociólogo ha explicado a su gente que está seguro de que Trevijano fue quien ayudó a a Cifuentes a obtener su máster de forma irregular en el que se matriculó en 2011 cuando él mandaba. «Es su padrino», ha dicho.

Una vez desaparecido el grado de Sociología, P. empezó su cruzada por destapar la «fosa séptica» de la Rey Juan Carlos. Cayese quien cayese. Por ello, pidió a funcionarios de confianza que luchasen por encontrar irregularidades.

Su sed de venganza era tan palpable que llegó a oídos de una facción del Opus Dei que quería destronar a Suárez, también vinculado a esta corriente religiosa. Suárez se había granjeado enemigos cuando fue nombrado por el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, director del Anuario de Historia del Derecho sin ser, como regía la tradición, el catedrático más antiguo en el escalafón. También querían acabar con él porque había formado parte del tribunal que negó una plaza en la Complutense a un catedrático de Historia del Derecho con influencia dentro de esa facción. Fue este grupo de poder, según ha dicho P., quien puso al profesor sobre la pista de que Suárez había plagiado varios trabajos académicos. Y éste comenzó a verter señales en un blog del que era administrador. Empieza a dar pistas sobre los escritos que ha podido copiar y anima a otros profesores a colaborar en el striptease de su copy and paste. Se crea el comando Zorro, un grupo de personas que empieza a comparar texto por texto. Y a P. comienzan a llegarle sobres. Con trabajos de Suárez plagiados. El tema comienza a circular por la URJC y aflora en la prensa una semana después de que el rector Suárez hubiese aprobado un sistema antiplagios.

Se abre la veda y P. implica a más medios para que el asunto tenga repercusión nacional. Es cuando aparece una oleada de fusilamientos que demuestran que Suárez había plagiado en 10 de sus publicaciones y que, como desveló Crónica [«El plagio definitivo del rector copión», 24/12/2016], había contado con «un grupo de negros» que le había hecho el trabajo más sucio de reproducir literalmente párrafos de otros autores. Suárez se enroca en su cargo. Sabe que ha tejido tal red clientelar que nadie le va a echar de su cargo y que incluso convocando elecciones podría ganar, dado el mayor valor que tienen las votaciones de los profesores a los que ha brindado privilegios. Sin embargo, P. manda un mediador al consejero de Educación, Rafael Van Grieken, que había sido vicerrector. Eran ya tiempos de Cristina Cifuentes al frente de la Comunidad. Le dice que tenía «24 horas» para deshacerse de Suárez. «Si lo haces puedes poner al rector que quieras porque lo primero es salvar la imagen de la Universidad». Y Van Grieken acepta con el apoyo de Cifuentes, según fuentes universitarias. La Comunidad empuja a Suárez a convocar elecciones y a renunciar a su reelección. A cambio, pactan que su sucesor sea un afín. Suárez elige a Javier Ramos, uno de sus lugartenientes. Ahora son íntimos enemigos.
El 'caso Cifuentes'

Ese relevo pactado en el rectorado de la Rey Juan Carlos está en el origen del escándalo por el máster. El profesor P. siempre creyó que en la decisión de apostar «por la línea continuista» y no por un rector «de consenso y limpio» de cualquier mácula de corrupción» tuvo mucho que ver Cifuentes. «De ahí que el rector Javier Ramos le haya querido echar un cable a Cristina al principio», ha dicho P. Al ver el triunfo del rector Ramos, el profesor de Sociología dio orden a sus colaboradores de que entrasen en los sistemas y rastreasen todos los expedientes de los políticos que se habían sacado el título en la URJC.

Y a principios de este año le llamó uno de ellos anunciando caza mayor. La inmaculada presidenta de la Comunidad. Le informó de que se había sacado el máster en Derecho Autonómico de forma fraudulenta. «Si es verdad me cargo la Comunidad», le dijo el profesor que, meticuloso como nadie, le exigió pruebas documentales. Y a los pocos días le apareció con un pantallazo con datos de la intranet del centro que avalaba su hipótesis. Pero quería más. Necesitaba más pruebas, consciente de que si iba a disparar contra un elefante necesitaría munición de mayor calibre, y con la sospecha de que el engranaje de la URJC iba a defender a Cifuentes. Y le trajeron tres pantallazos más. Definitivos para tumbarla a su juicio.

Era cuestión de elaborar un planning sobre cómo y cuándo sacar la información. Decidió lanzarla cuando vio cómo Cifuentes se retrataba ante la comisión de investigación de la financiación irregular del PP como una política honesta. Le enervó tanto que no pudo aguantar más. El primer tiro contra Cifuentes fue difundir ese pantallazo que demostraba que le cambiaron dos notas de «No presentado» a «Notable» tres años después de matricularse en 2011 y sin mediar nueva matrícula. Lo hizo una funcionaria que no trabajaba en el servicio de posgrado ni en el mismo campus donde se impartía. Cuando la información fue publicada, P. reivindicó su autoría ante el rector, quien, según el relato del profesor, le ofreció negociar. No aceptó. «No tengo ninguna novia ni ningún hijo tonto a quien colocar», dijo.

"Ya no tengo más material contra Cristina... Ahora toca a los partidos hacer su trabajo"

También avisó de que todo iba en serio a su amigo Enrique Álvarez Conde, el director del máster que se ofreció a dar la cara por Cifuentes. Pero éste no le creyó y aceptó comparecer en una rueda de prensa pactada con la parte afectada defendiendo la honorabilidad de Cifuentes. Los responsables de la Universidad lo achacaron a una «mala transcripción en la introducción de las notas». A un error informático. Y ni rastro de su trabajo fin de máster.

Tras la rueda de prensa, P. telefoneó a Álvarez Conde avisándole de que al día siguiente tenía munición que les dejaría en ridículo. «Me ha dicho el rector que tú no puedes tener nada que contradiga nuestra versión», le dijo el director del máster. «Si quieres te mando los documentos originales antes de publicarlos», le desafió el profesor. Desconocía que su amigo tenía varios pantallazos que demostraban que Cifuentes cuatro meses después de «aprobarlo todo» en noviembre de 2012, según su versión, pagó 6,11 euros para poder presentar y defender el Trabajo Fin de Máster (TFM) que teóricamente ya tenía aprobado con un notable. Álvarez Conde entró en pánico. «¡Joder, he hecho el gilipollas!», le dijo a P.

Y después ya empezó a tocar el resto de integrantes de la orquesta. El Titanic cifuentino hacía agua. Y se abrían nuevos frentes: los partidos exigían responsabilidades, compañeros de máster de Cifuentes aireaban que nunca habían visto en clase a la entonces delegada del Gobierno en Madrid... También aparecieron una serie de informaciones que permitían sospechar por qué la Universidad estaba protegiendo a Cifuentes. «El profesor del máster falsificado de Cifuentes fue colocado por el PP»; «El director del máster de Cifuentes fue alto cargo de Rajoy» y «La universidad que regaló un máster a Cifuentes contrató como profesora a su hermana de manera ilegal» fueron algunos de los titulares publicados.

Al profesor se le acercaron emisarios del PP, de Podemos y del PSOE, por orden de Pedro Sánchez. Unos para informarse, otros para sacar rédito político. A los socialistas les transmitió que él podía tener carné (se afilió con la llegada de Sánchez a Ferraz en 2014, al cual ha defendido en las últimas primarias socialistas frente a Susana Díaz), pero que también había corruptos socialistas en el campus. Por eso, ha asegurado que tiene preparada su carta de baja, aunque el PSOE le ha pedido que aguante. También les dijo que era partidario de una moción de censura pero manteniendo a un político popular. Y les reprochó que él había hecho «más en 72 horas por limpiar la URJC que ellos en 20 años».

A pesar de las evidencias, Cifuentes se aferró al sillón. En la mañana de su comparecencia, El Confidencial se sumó a la causa explicando que el documento que utilizó la presidenta para tratar de demostrar que completó su máster fue fabricado unas horas después de que estallara el escándalo y que dos de las firmas de las tres profesoras que figuran en la supuesta acta del tribunal del TFM fueron falsificadas. «Alguna de las firmantes del acta falsa acabará cantando por consejo de su abogado para evitar el delito de falsedad documental», pronosticó P.

Su profecía se cumplió un día después de que Cifuentes insistiese en su honorabilidad en la Asamblea de Madrid. Una de las profesoras dijo que no había firmado esa acta. Era el aparente fin de Cifuentes. Pero la presidenta decidió resistir. «He demostrado que con tres pantallazos se puede hundir una Comunidad. Ya he conseguido acreditar que todo es un chanchullo y que debe dimitir. Ya no tengo más material contra Cristina...Ahora toca a los partidos hacer su trabajo. Yo ya lo he dejado todo acreditado, todo resuelto», dijo P. el pasado miércoles. El PSOE ya ha activado la maquinaria.

"Se avecina una hecatombe de dimensiones bíblicas"

Mientras tanto, P. amenaza con seguir levantando alfombras en la URJC donde, según su entorno, existe un sistema para falsificar TFM. «El registro de entrada está en la red; ellos quitan internet, cambian la fecha del ordenador, reactivan internet y ponen la fecha que necesitan en el documento», aseguran desde la URJC. El sociólogo también quiere destapar a otros políticos. Cambiar al rector y si no, que cierren la URJC. «Fraccionarla por campus y adscribirlos a otras universidades, pero eso dependería de la Comunidad». También quiere desmontar toda la red clientelar ideada por Trevijano, acabar con los profesores corruptos («en esta historia, los que han ayudado a Cifuentes desde dentro de la Universidad son más corruptos que ella») y sobrevivir a la caza de brujas que les espera a él y a sus colaboradores. Una orquesta que promete no dejar de sonar.

El viernes, el profesor P. lanzaba a sus conocidos un último mensaje: "Mi trabajo en este asunto ya ha terminado. Jaque mate. En poco tiempo..."

olafo

Cita de: m.y.e.u. en Abril 08, 2018, 09:21:08 AM
Más como este son los que hacen falta:
El 'jaque mate' a Cifuentes del profesor P., el mismo que derribó al rector de los plagios





El 'jaque mate' a Cifuentes del profesor P., el mismo que derribó al rector de los plagios
JAVIER NEGRE
17-21 minutos
Fotografía de la mano de un violonchelista con la que el profesor P. se identifica ante sus allegados.
77 comentariosVer comentarios

Militante del PSOE y virtuoso violonchelista, es el garganta profunda de las filtraciones que tienen en la cuerda floja a la presidenta de Madrid

Detrás de las revelaciones sobre el supuesto master, "no está el CNI, no Soraya, ni Ignacio González... sólo yo. Esto no es una operación política", ha dicho

Su sensación, explicó a políticos del PSOE que le llamaron, es haber hecho en 72 horas más por limpiar la Universidad que muchos en 20 años

Rajoy deja el futuro de Cifuentes en manos de la Justicia y el PP pide más "explicaciones"

Toda la verdad primera del escándalo que tiene en la cuerda floja a la presidenta de la Comunidad de Madrid. El garganta profunda de toda la fuga de información es un profesor enfadado, el mismo que ya logró con sus denuncias la caída del rector de los plagios, que ejecuta así su venganza contra la Universidad Rey Juan Carlos. ¿Por qué? Porque en tiempos de Lucía Figar eliminó la titulación de Sociología, en la que él destacaba como enseñante. Anuncia que seguirá en una lucha sin cuartel para limpiar la universidad o destruirla. Es militante del PSOE y virtuoso violonchelista. Anunció a sus alumnos en una clase de periodismo la exclusiva que iba a salir contra Cristina Cifuentes. Aunque prefiere que no trascienda su nombre, él mismo ha dicho al rector que es el origen de todas las filtraciones. Mandaba sus mensajes a sus colegas denunciando los 'chanchullos universitarios' con este emoticono:

Mediados de marzo. Fuenlabrada, Madrid. En un aula de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Rey Juan Carlos un espigado profesor con gafas está impartiendo una clase de Estructura Social Contemporánea. El hombre, de piel blanquecina y perfecta dicción, imparte una lección magistral sobre el significado del poder. Y no sólo abunda en la teoría. También plantea a sus alumnos de Periodismo un ejercicio práctico: que saquen sus móviles para leer la exclusiva que había dado esa mañana eldiario.es sobre el máster de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, que habría obtenido en el centro de forma fraudulenta. «Yo soy la persona que está detrás de todo ello», les dice orgulloso. Toda una exhibición de poder. Los estudiantes le miran incrédulos. Y el maestro, para reivindicarse como el garganta profunda, les adelanta que en pocos minutos podrán ver una nueva noticia sobre el caso. Más poder. Los alumnos aplauden enfervorecidos. Así lo ha relatado él mismo a su entorno.

El profesor, también violonchelista, al que identificaremos sólo con una inicial, P., quería dejar constancia de que él era el director de esa orquesta que empezaba a sonar y que ha puesto en riesgo la carrera política de Cristina Cifuentes. Semanas antes, en un foro online universitario, había escrito a modo de profecía: «Se avecina una hecatombe de proporciones bíblicas». Una tormenta perfecta.

Bien lo sabía el docente. Ya tenía toda la información a su recaudo y sólo era cuestión de ordenar los pantallazos. De administrar los tiempos. De elegir el momento perfecto para cobrarse a su presa. Iniciaba su segunda gran cacería. En la primera se llevó por delante a un rector que terminaría siendo conocido como el rector plagiador.

Anticipó P. en un foro 'online' de universitarios el escándalo por el máster de Cifuentes

¿Por qué desvelaba P. su juego de poder a los alumnos y otros compañeros de Universidad? El profesor anticipó que una vez que estallase el escándalo no tardarían en salir personas colgándose la medalla para medrar en la Rey Juan Carlos o ganar para su partido la Comunidad de Madrid. Un botín inesperado a un año de las autonómicas. De ahí sus esfuerzos sin disimulo por reivindicar su obra. Incluso, según cuenta él, lo hizo ante el rector de la Universidad, Javier Ramos, quien le habría pedido negociar. Después dio la cara ante otros profesores, a los que comenzó a mandarles los links de las informaciones que desacreditaban el máster en Derecho Autonómico de Cifuentes junto a un emoticono de gafas y dientes prominentes. «Es lo que uso siempre para identificarme como el autor de la maldad. En la universidad ya todos saben que he sido yo», ha explicado estos días.

P. quería dejar claro que él había sido quien manejaba el timing y el que había decidido cómo se iba a desarrollar la operación Cifuentes en sintonía con su medio de confianza. Limpiar la universidad era ya su obsesión. Había empapelado su casa con un árbol de decisión: un esquema donde definía cada uno de sus pasos, los distintos escenarios, los posibles movimientos de sus rivales y sus contraataques. Su hoja de ruta para derribar a Cifuentes. «Ni el CNI, ni Atresmedia, ni Paco Marhuenda [también profesor de la URJC], ni Soraya Sáenz de Santamaría, ni Ignacio González han tenido nada que ver. No ha habido fuego amigo. No está Podemos ni el PSOE detrás. No es una operación política. He sido sólo yo. Cuando he dejado todo resuelto, se han sumado otros», ha dicho este militante del PSOE. Pero lo curioso es que su objetivo inicial no era Cifuentes. Y dice que tampoco será el último, pues en esta historia de venganzas, traiciones, mentiras y juegos de tronos universitarios le quedan aún muchas figuras por derribar.

En este relato también hay una fecha oficial. El 24 de julio de 2014. Ese día, la orden 2385/2014 del Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid recoge un cambio interno en la Universidad Rey Juan Carlos firmado por la entonces consejera de Educación, la popular Lucía Figar: la «extinción del grado en Sociología». La noticia no tiene eco mediático. Pero aquel BOCM sería el origen de los males de Cifuentes.

En aquel Boletín Oficial está la razón de ser de la vendetta de P., un profesor de Sociología que entonces se vio apartado de su materia. Según él, por la decisión de la Universidad de falsear los datos de alumnos matriculados para demostrar que el grado apenas tenía demanda. Y todo con el beneplácito de Lucía Figar, a quien P. llegaría a denunciar por prevaricación. Lo cierto es que se quedó sin poder dar su titulación y sus alumnos de Sociología, sin carrera. Él creyó, y aún cree, que la extinción del grado de Sociología fue el castigo de la dirección de la URJC por haber apoyado al candidato perdedor al rectorado. Se refiere al profesor de Estadística, David Ríos, aspirante a dirigir la Universidad que fue derrotado por Fernando Suárez.
Suárez y Cifuentes en el inicio del curso académico 2015/2016. URJC

Suárez había sido nombrado rector en funciones por Pedro González-Trevijano cuando éste accedió al Tribunal Constitucional. Era junio de 2013 y el primer escándalo no tardó en llegar. Justo tres días después de que Suárez convocase elecciones para ser la máxima autoridad de la URJC. Él pensaba que iba a ser un camino de rosas, pero trasciende que había sido imputado por amenazar cuando era vicerrector con «enterrar» al jefe del Departamento de Estadística si apoyaba a David Ríos, que se había presentado contra González-Trevijano. La conversación fue grabada por el profesor y se incorporaría a la querella. Aquella filtración a los medios no impediría que el rector noquease a Ríos. Según varios profesores veteranos de la Rey Juan Carlos, Suárez había tejido tal red clientelar que era invencible. Colocando en el campus a los familiares y amigos de profesores de la Universidad cuyos votos valían más en las elecciones.

En el fragor de aquella batalla sitúa el garganta profunda del caso Cifuentes la decisión de acabar con Sociología por venganza. Dice el profesor que se trató de laminar tanto a Ríos como al profesor de Estadística (redujeron el profesorado de su departamento) y a él mismo (le situaban detrás de las filtraciones a la prensa). «Suárez sabe que cuando me cerró el grado de Sociología por haber apoyado a Ríos él cavó su tumba», ha asegurado P. a su entorno sobre aquellos tiempos.

Detrás de aquella cacería, según su versión, también estaba González-Trevijano, ahora magistrado del Constitucional. El profesor ha dicho de él a su círculo que «sigue controlando esta Universidad corrupta como don Vito Corleone» y que desde que fue rector la utilizó para dar facilidades académicas a personas vinculadas al PP o colocar a sus familiares. Usó, según él, la URJC para medrar en los círculos populares porque quería ser ministro o miembro del Constitucional, como consiguió en 2013. Y ahora, el sociólogo ha explicado a su gente que está seguro de que Trevijano fue quien ayudó a a Cifuentes a obtener su máster de forma irregular en el que se matriculó en 2011 cuando él mandaba. «Es su padrino», ha dicho.

Una vez desaparecido el grado de Sociología, P. empezó su cruzada por destapar la «fosa séptica» de la Rey Juan Carlos. Cayese quien cayese. Por ello, pidió a funcionarios de confianza que luchasen por encontrar irregularidades.

Su sed de venganza era tan palpable que llegó a oídos de una facción del Opus Dei que quería destronar a Suárez, también vinculado a esta corriente religiosa. Suárez se había granjeado enemigos cuando fue nombrado por el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, director del Anuario de Historia del Derecho sin ser, como regía la tradición, el catedrático más antiguo en el escalafón. También querían acabar con él porque había formado parte del tribunal que negó una plaza en la Complutense a un catedrático de Historia del Derecho con influencia dentro de esa facción. Fue este grupo de poder, según ha dicho P., quien puso al profesor sobre la pista de que Suárez había plagiado varios trabajos académicos. Y éste comenzó a verter señales en un blog del que era administrador. Empieza a dar pistas sobre los escritos que ha podido copiar y anima a otros profesores a colaborar en el striptease de su copy and paste. Se crea el comando Zorro, un grupo de personas que empieza a comparar texto por texto. Y a P. comienzan a llegarle sobres. Con trabajos de Suárez plagiados. El tema comienza a circular por la URJC y aflora en la prensa una semana después de que el rector Suárez hubiese aprobado un sistema antiplagios.

Se abre la veda y P. implica a más medios para que el asunto tenga repercusión nacional. Es cuando aparece una oleada de fusilamientos que demuestran que Suárez había plagiado en 10 de sus publicaciones y que, como desveló Crónica [«El plagio definitivo del rector copión», 24/12/2016], había contado con «un grupo de negros» que le había hecho el trabajo más sucio de reproducir literalmente párrafos de otros autores. Suárez se enroca en su cargo. Sabe que ha tejido tal red clientelar que nadie le va a echar de su cargo y que incluso convocando elecciones podría ganar, dado el mayor valor que tienen las votaciones de los profesores a los que ha brindado privilegios. Sin embargo, P. manda un mediador al consejero de Educación, Rafael Van Grieken, que había sido vicerrector. Eran ya tiempos de Cristina Cifuentes al frente de la Comunidad. Le dice que tenía «24 horas» para deshacerse de Suárez. «Si lo haces puedes poner al rector que quieras porque lo primero es salvar la imagen de la Universidad». Y Van Grieken acepta con el apoyo de Cifuentes, según fuentes universitarias. La Comunidad empuja a Suárez a convocar elecciones y a renunciar a su reelección. A cambio, pactan que su sucesor sea un afín. Suárez elige a Javier Ramos, uno de sus lugartenientes. Ahora son íntimos enemigos.
El 'caso Cifuentes'

Ese relevo pactado en el rectorado de la Rey Juan Carlos está en el origen del escándalo por el máster. El profesor P. siempre creyó que en la decisión de apostar «por la línea continuista» y no por un rector «de consenso y limpio» de cualquier mácula de corrupción» tuvo mucho que ver Cifuentes. «De ahí que el rector Javier Ramos le haya querido echar un cable a Cristina al principio», ha dicho P. Al ver el triunfo del rector Ramos, el profesor de Sociología dio orden a sus colaboradores de que entrasen en los sistemas y rastreasen todos los expedientes de los políticos que se habían sacado el título en la URJC.

Y a principios de este año le llamó uno de ellos anunciando caza mayor. La inmaculada presidenta de la Comunidad. Le informó de que se había sacado el máster en Derecho Autonómico de forma fraudulenta. «Si es verdad me cargo la Comunidad», le dijo el profesor que, meticuloso como nadie, le exigió pruebas documentales. Y a los pocos días le apareció con un pantallazo con datos de la intranet del centro que avalaba su hipótesis. Pero quería más. Necesitaba más pruebas, consciente de que si iba a disparar contra un elefante necesitaría munición de mayor calibre, y con la sospecha de que el engranaje de la URJC iba a defender a Cifuentes. Y le trajeron tres pantallazos más. Definitivos para tumbarla a su juicio.

Era cuestión de elaborar un planning sobre cómo y cuándo sacar la información. Decidió lanzarla cuando vio cómo Cifuentes se retrataba ante la comisión de investigación de la financiación irregular del PP como una política honesta. Le enervó tanto que no pudo aguantar más. El primer tiro contra Cifuentes fue difundir ese pantallazo que demostraba que le cambiaron dos notas de «No presentado» a «Notable» tres años después de matricularse en 2011 y sin mediar nueva matrícula. Lo hizo una funcionaria que no trabajaba en el servicio de posgrado ni en el mismo campus donde se impartía. Cuando la información fue publicada, P. reivindicó su autoría ante el rector, quien, según el relato del profesor, le ofreció negociar. No aceptó. «No tengo ninguna novia ni ningún hijo tonto a quien colocar», dijo.

"Ya no tengo más material contra Cristina... Ahora toca a los partidos hacer su trabajo"

También avisó de que todo iba en serio a su amigo Enrique Álvarez Conde, el director del máster que se ofreció a dar la cara por Cifuentes. Pero éste no le creyó y aceptó comparecer en una rueda de prensa pactada con la parte afectada defendiendo la honorabilidad de Cifuentes. Los responsables de la Universidad lo achacaron a una «mala transcripción en la introducción de las notas». A un error informático. Y ni rastro de su trabajo fin de máster.

Tras la rueda de prensa, P. telefoneó a Álvarez Conde avisándole de que al día siguiente tenía munición que les dejaría en ridículo. «Me ha dicho el rector que tú no puedes tener nada que contradiga nuestra versión», le dijo el director del máster. «Si quieres te mando los documentos originales antes de publicarlos», le desafió el profesor. Desconocía que su amigo tenía varios pantallazos que demostraban que Cifuentes cuatro meses después de «aprobarlo todo» en noviembre de 2012, según su versión, pagó 6,11 euros para poder presentar y defender el Trabajo Fin de Máster (TFM) que teóricamente ya tenía aprobado con un notable. Álvarez Conde entró en pánico. «¡Joder, he hecho el gilipollas!», le dijo a P.

Y después ya empezó a tocar el resto de integrantes de la orquesta. El Titanic cifuentino hacía agua. Y se abrían nuevos frentes: los partidos exigían responsabilidades, compañeros de máster de Cifuentes aireaban que nunca habían visto en clase a la entonces delegada del Gobierno en Madrid... También aparecieron una serie de informaciones que permitían sospechar por qué la Universidad estaba protegiendo a Cifuentes. «El profesor del máster falsificado de Cifuentes fue colocado por el PP»; «El director del máster de Cifuentes fue alto cargo de Rajoy» y «La universidad que regaló un máster a Cifuentes contrató como profesora a su hermana de manera ilegal» fueron algunos de los titulares publicados.

Al profesor se le acercaron emisarios del PP, de Podemos y del PSOE, por orden de Pedro Sánchez. Unos para informarse, otros para sacar rédito político. A los socialistas les transmitió que él podía tener carné (se afilió con la llegada de Sánchez a Ferraz en 2014, al cual ha defendido en las últimas primarias socialistas frente a Susana Díaz), pero que también había corruptos socialistas en el campus. Por eso, ha asegurado que tiene preparada su carta de baja, aunque el PSOE le ha pedido que aguante. También les dijo que era partidario de una moción de censura pero manteniendo a un político popular. Y les reprochó que él había hecho «más en 72 horas por limpiar la URJC que ellos en 20 años».

A pesar de las evidencias, Cifuentes se aferró al sillón. En la mañana de su comparecencia, El Confidencial se sumó a la causa explicando que el documento que utilizó la presidenta para tratar de demostrar que completó su máster fue fabricado unas horas después de que estallara el escándalo y que dos de las firmas de las tres profesoras que figuran en la supuesta acta del tribunal del TFM fueron falsificadas. «Alguna de las firmantes del acta falsa acabará cantando por consejo de su abogado para evitar el delito de falsedad documental», pronosticó P.

Su profecía se cumplió un día después de que Cifuentes insistiese en su honorabilidad en la Asamblea de Madrid. Una de las profesoras dijo que no había firmado esa acta. Era el aparente fin de Cifuentes. Pero la presidenta decidió resistir. «He demostrado que con tres pantallazos se puede hundir una Comunidad. Ya he conseguido acreditar que todo es un chanchullo y que debe dimitir. Ya no tengo más material contra Cristina...Ahora toca a los partidos hacer su trabajo. Yo ya lo he dejado todo acreditado, todo resuelto», dijo P. el pasado miércoles. El PSOE ya ha activado la maquinaria.

"Se avecina una hecatombe de dimensiones bíblicas"

Mientras tanto, P. amenaza con seguir levantando alfombras en la URJC donde, según su entorno, existe un sistema para falsificar TFM. «El registro de entrada está en la red; ellos quitan internet, cambian la fecha del ordenador, reactivan internet y ponen la fecha que necesitan en el documento», aseguran desde la URJC. El sociólogo también quiere destapar a otros políticos. Cambiar al rector y si no, que cierren la URJC. «Fraccionarla por campus y adscribirlos a otras universidades, pero eso dependería de la Comunidad». También quiere desmontar toda la red clientelar ideada por Trevijano, acabar con los profesores corruptos («en esta historia, los que han ayudado a Cifuentes desde dentro de la Universidad son más corruptos que ella») y sobrevivir a la caza de brujas que les espera a él y a sus colaboradores. Una orquesta que promete no dejar de sonar.

El viernes, el profesor P. lanzaba a sus conocidos un último mensaje: "Mi trabajo en este asunto ya ha terminado. Jaque mate. En poco tiempo..."


Me temo que no. Justicieros no se necesitan en la Universidad. Se necesita otra cosa: profesionales (a ser posible con sentido de servicio público). Lo primero sería cambiar el sistema de elección del Rector y pasar a hacerlo por procesos competitivos públicos. Buscar a uno que sepa gestionar de verdad. A partir de ahí, empezar a eliminar el funcionariado entre el profesorado y pasar a contratos mutianuales con valoraciones objetivas (no encuestas ni coñas marineras) para la renovación. Por último, eliminar el concepto de que la Universidad es una agencia de colocación y volver a situar el foco en el desarrollo de grados que tengan como objetivo formar y no el mercado del momento actual (a ser posible, racionalizando la distribución en España de tal forma que haya un mejor reparto de la población universitaria entre las distintas regiones). Evidentemente en el tema de los másteres deberían desaparecer alrededor de la mitad (como mínimo). La ANECA necesita una revisión profunda de qué cuernos es y para que sirve porque a día de hoy la impresión es que de "calidad" tiene poco.

La segunda parte sería la eliminación del concepto tribal de Departamento para situarlo en su contexto real: figura administrativa lo suficientemente flexible que elimine la posibilidad de montar un chiringuito eterno. No estaría mal sacar el puesto de director a concurso y limitar el contrato a seis u ocho años como máximo. Evidentemente la comisión evaluadora tendría que ser independiente (lo que supone un problema más gordo de lo que parece).

Actualmente la Universidad española tiene una estructura y un funcionamiento equiparable al sistema feudal (con sus pernadas, siervos, caballeros, condes,...). Eso solo se cambia haciendo que se actualice al menos al siglo XIX. Luego, una vez estabilizado el cambio, se puede plantear traerla al siglo XXI. Pero vamos, que no se va a cambiar ni un bolígrafo de sitio porque el afán de cambio es mientras estás fastidiado, cuando te "colocas" ya todo el mundo se hace al sistema y no quiere mover nada.

Por cierto, si lo que se relata es verdad el profesor P. tiene un problema importante con la ley de protección de datos.

Un saludo

PP2000

Y sus voceros... estos más, dado el conocimiento que se desprende de su oficio y continua asesoría jurídica.

javi

Yo lo que no termino de entender(os, a Olafo y a ti), es la preocupación con la dichosa LOPD cuando estamos en un país donde las filtraciones y chivatazos están a la orden del día, especialmente en asuntos más delicados que la forma de sacarse un máster por parte de la -entonces- Delegada del Gobierno.

En cuanto al funcionamiento de la universidad, así en general, me cuentan cada cosa que casi es mejor tomárselo todo a broma
Running is life. Anything before or after is just waiting