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Iniciado por Felipe Il, Julio 21, 2007, 01:39:42 PM

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popotez

Cita de: Zod I Lehendakari en Julio 25, 2007, 06:05:44 PM
Desde Diario 16 e incluso mientras De Salas sacó por lo menos un par de nuevos periódicos a la izquierda de. Se comió la mierda.

pero tienen opciones. si zp corta el grifo a los fósiles de el paí­s -aún más- y explica a los cuatro que lo tienen que saber que a partir de octubre el público es el boe, y si escolar y compañí­a le meten el dedo en el ojo al nacional-catolicismo con más decoro que lo que queda de el paí­s, van a tener su oportunidad.
Dentro de un año estaremos mejor

Bambi

Pues no lo sé. De Salas fracasó, previa campaña publicitaria de puta madre, en tiempos del papel. Ahora con la Red, como ya se ha dicho aquí­, creo que vanavil, chungo, chungo.

Olivia

Pego esto aquí­ porque me da pereza buscar un hilo más adecuado. Yo no me llamo ANtonio, así­ que no me pongáis verde a mí­ por la peculiar traducción al castellano que este buen hombre ha hecho de su escrito. En negrita resalto la parte de la "demanda", que es la que hoy a las 11am me ha resultado más interesante.

http://sociedadabierta.es/2007/07/25/la-economia-de-los-medios-de-comunicacion/

La economí­a de los medios de comunicación
Autor/es: Antonio Cabrales
Categorí­a: Economí­a e Información

Un amigo inglés me comentaba la sorpresa que le produce el partidismo extremo de la prensa española. Y no porque la británica no sea partidista, sino porque lo oculta un poco e intenta separar la opinión de la información. No cabe duda de que los medios de comunicación españoles dan una fuerte sensación de ser meros transmisores de propaganda polí­tica. A modo de ilustración, observen formas alternativas de informar sobre el mismo hecho en dos medios diferentes: “La tasa de desempleo cae una décima en Europa y se mantiene en España” (26 enero 2007, Libertad Digital); “España alcanza por primera vez los 20 millones de ocupados, con una tasa de paro del 8,3%” (27 enero 2007, El Paí­s). Nótese que ninguno de los dos medios “mienten”, pero uno de los titulares ve el vaso “medio vací­o” y el otro “medio lleno”. Es posible que España presente unos sesgos más acusados que otros paí­ses, pero no somos excepcionales en absoluto. Varios libros recientes han argumentado que los medios norteamericanos están escorados a la izquierda (Goldberg 2002 y Coulter 2003) y a la derecha (Alterman 2003 y Franken 2003).

Los economistas académicos han comenzado recientemente a preocuparse de los medios de comunicación y su relación con la economí­a. La razón principal es que resulta difí­cil comprender cabalmente el funcionamiento de un régimen polí­tico sin entender su relación con los medios de comunicación. Además, dado el creciente interés de los economistas por la interacción entre polí­tica con la economí­a, un estudio más detallado de los medios era inevitable.

La pregunta natural para un economista es: ¿qué tienen de especial los medios de comunicación? Un ciudadano podrí­a recurrir a múltiples fuentes de información para formarse una idea de a quién debe votar: desde los programas de los partidos a los libros de historia, pasando por las estadí­sticas nacionales o los registros judiciales. Pero en este punto surge un problema. La probabilidad de que nuestro voto afecte el resultado de unas elecciones es extraordinariamente pequeña. Incluso las disputadí­simas primeras elecciones presidenciales que enfrentaban a George W. Bush y Al Gore se decidieron por unos centenares de papeletas. Dado que nuestro impacto en las elecciones es invisible, el esfuerzo por votar bien informado tendrí­a una rentabilidad privada desdeñable, lo cual harí­a inútil una llamada al espí­ritu cí­vico u otros alicientes a la contribución privada a los bienes públicos para la mayorí­a de la gente. Afortunadamente, la adquisición y el proceso de información son actividades con elevados rendimientos a escala. Una vez alguien ha pagado el coste fijo de confeccionar un buen resumen de la información relevante para tomar una buena decisión pública, la transmisión de este resumen informativo tiene un coste por unidad (esto es, un coste marginal) muy bajo.

Esta solución potencial al problema de incentivos- es decir, a la presencia de intermediarios que acumule y procese información- choca con un problema importante. El contenido de la información genera acciones por parte de los receptores que afectan de manera muy importante a los intereses de algunos individuos y grupos. Por tanto, estos individuos tendrán poderosos incentivos a sesgar la información. Besley y Prat (2006) proponen un modelo en el que un gobernante, potencialmente corrupto, puede ser denunciado por los medios de comunicación, que reciben una señal (imperfecta) de sus actividades ilegales, si es que se ejecutan. Los votantes deciden elegir a otro gobernante en caso de que el actual sea denunciado. El gobernante, a su vez, puede negociar con los medios que no difundan su información negativa a cambio de un pago. La principal conclusión del estudio es que la variable fundamental que explica la existencia o no de actividades ilegales es el número de medios de comunicación en proporción a las rentas que genera dicha actividad.

La implicación empí­rica de este modelo es que los paí­ses con una concentración más aguda de los medios en pocas manos, o con mayor proporción de medios “públicos” (esto es, controlados por los gobernantes), generan menor rotación de los gobernantes y mayores í­ndices de corrupción. Los datos corroboran firmemente estas hipótesis. Los medios también proporcionan información relevante sobre otros “productos”. Es cierto que el problema de incentivos es menor en este caso. Por ejemplo, el comprador de un coche tiene fuertes motivos para averiguar los potenciales problemas de seguridad de su próximo vehí­culo. Aún así­, Germano y Ellman (2007) advierten de la existencia de peligros similares a los analizados por Besley y Prat en otros mercados diferentes al polí­tico.

Los sesgos que hemos examinado hasta ahora se originan en la “oferta” de noticias. Pero hay motivos para pensar que también son importantes los sesgos procedentes de la “demanda”. Mullainathan y Shleifer (2005) suponen, de manera consistente con la evidencia psicológica, que los lectores pueden estar interesados en escuchar noticias que se adapten a sus preferencias. En consecuencia, los medios simplemente proporcionan a los lectores noticias con el sesgo que estos quieren percibir. Una peculiaridad interesante del modelo es que, contrariamente a las conclusiones de Besley y Prat, la presencia de competencia no disminuye los sesgos sino que, por el contrario, los aumenta. La razón es económicamente interesante. Con una audiencia heterogénea, un medio de comunicación monopolí­stico proveerá noticias para el consumidor mediano, que probablemente tiene un sesgo pequeño o inexistente. Sin embargo, dos medios que provean noticias al mismo segmento de población competirán duramente por esta audiencia, lo cual reducirá sus beneficios. Por tanto, lo ideal para ellos será separarse lo máximo posible en el sesgo que proporcionen. Teóricamente es incluso posible que los medios acaben siendo más sesgados que el más sesgado de los consumidores.

Aunque todaví­a no existe una verificación empí­rica robusta de los argumentos de Mullainathan y Shleifer, resulta una explicación interesante de la polarización polí­tica de los medios de comunicación españoles. Y nótese que no son totalmente incompatibles con los argumentos de Besley y Prat, que se centran más bien en información sobre actos de corrupción para los que puede haber un consenso casi total de que son intolerables.

La investigación reciente no proporciona una buena base para la adopción de medidas incontrovertibles de polí­tica de medios de comunicación. Ahora bien, si yo asesorara a las autoridades de defensa de la competencia, les sugerirí­a que tuvieran más cuidado del habitual al autorizar procesos de concentración empresarial en dichos medios. Respecto al ciudadano de a pie, un consejo: por favor, no lea solamente un periódico, ni escuche una sola emisora de radio. Va contra la salud.

Referencias:

Alterman, Eric (2003), What liberal media?: the truth about bias and the news, New York : Basic Books.
Besley, Timothy y Andrea Prat (2006), “Handcuffs for the Grabbing Hand? Media Capture and Government Accountability,” American Economic Review, 96, 720-736.
Coulter, Ann (2003), Slander: Liberal Lies about the American Right, New York, NY: Three Rivers Press.
Ellman, Matthew y Fabrizio Germano (2006), “What Do the Papers Sell?,” Universitat Pompeu Fabra, Working paper 800.
Franken, Al (2003), Lies and the Lying Liars Who Tell Them: A Fair and Balanced Look at the Right, New York, NY: EP Dutton.
Goldberg, Bernard (2002), Bias: a CBS Insider Exposes How the Media Distort the News, Washington, DC: Regnery Pub.
Mullainathan, Sendhil y Andrei Shleifer (2005), “The Market for News,” American Economic Review, 95, 1031â€"53.

popotez

Cita de: Zod I Lehendakari en Julio 25, 2007, 10:32:58 PM
Pues no lo sé. De Salas fracasó, previa campaña publicitaria de puta madre, en tiempos del papel. Ahora con la Red, como ya se ha dicho aquí­, creo que vanavil, chungo, chungo.

No sé si recuerdas la primera etapa del periódico sensacionalista La Razón -que también lo tení­a peor que crudo para hacerse un hueco-, en que por cada página de periódico habí­a dos páginas llenas de anuncios de administraciones públicas y de grandes empresas, yo me supongo que estarán apostando a eso, a comprar un par de años de tiempo para empezar a morder a el paí­s.

Pero vamos, no creo yo que nadie se ponga a lanzar un periódico -son 60 millones más o menos- sin una buena red, y estos, que no se sabe muy bien de donde han salido, tienen el futbol. Es un poco como lo que contaba ictí­neo de los CIUtadans.
Dentro de un año estaremos mejor

javi

Falta uno para que puedan jugar partida de mús Polanco y Urí­a: hoy, Cisneros (Gabriel)
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