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Iniciado por Lacenaire, Enero 23, 2008, 07:13:29 PM

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Lacenaire

Yo no literalizo nada.Enfocas las creencias religiosas partiendo de paradigmas subjetivistas,sometiéndolo a análisis epistemológico o interpreténdolo en términos semióticos, cuando la realidad nos muestra que las creencias religiosas se remiten a seres con existencia efectiva , no a contructos espiritualistas.Darle vueltas puede servir para hacer un ejercicio de retórica,nunca para ir más allá en términos de análisis empí­rico.

Kamarasa GregorioSamsa

Menos mal que he dicho que es un ejemplo genérico...

"La realidad nos muestra que las creencias religiosas se remiten a seres con existencia efectiva". Cierto, pero si lees con un poco de atención lo que he dicho, que no lo has hecho, verás que es justo lo que digo. Lo que pasa es que extiendo ese 'creencia religiosa' a otros ámbitos no tan evidentes. Y ahí­ es donde creo que te pierdes y hablas de algo que nada tiene que ver con lo que digo.

Hay una diferencia básica, fundamental, entre una creencia y una experiencia. La espiritualidad no es creencia, es experiencia. La fe religiosa está basada en creencias religiosas que se mezclan, o no, con experiencias espirituales. Se pueden tener experiencias espirituales siendo un completo y radical ateo. De hecho, hay casos documentados de tal cosa.

Lacenaire

Lo que tú llamas espiritualidad, modificando el contexto por el de una sociedad racionalista/cientifista, se convierte en delirio. Se puede tener una experiencia que trascienda lo observable sin que por ello hablemos de espiritualidad.

Kamarasa GregorioSamsa

¿Por qué ves problemático llamarla espiritual? Explí­camelo de modo que no piense que es un profundo prejuicio tuyo que, hasta cierto punto, comparto. Háblame de qué entiendes por espiritualidad, porque ya te he expresado que cualquier experiencia realmente profunda es, en puridad, espiritual.

Si te incomoda el término, puedes cambiarlo por NATURALEZA (en lugar de Naturaleza -como lo entiende Dioni- o naturaleza -como lo entiendes tú-). Me es por completo indiferente el término que se use, es una experiencia de transformación que conlleva una trascendencia de un estado actual de conciencia, algo muy NATURAL si vemos cómo ocurre constantemente desde que nacemos hasta que nos hacemos adultos. Pasamos fases de transformación, de evolución de la conciencia, y ese tipo de experiencia es algo natural.

En realidad me es indiferente como quieras llamarla. De hecho, lo problemático del término llevó a cierta rama de la psicologí­a que estudiaba esas experiencias de trascendencia de lo observable en el nivel de conciencia racional/cientifista a adoptar el nombre de "transpersonal". La experiencia digamos normal de un adulto promedio en pleno siglo XXI serí­a llamada "personal", y la experiencia infantiloide que la racionalidad vapulea sin piedad es llamada "prepersonal". Pero, como te digo, si estamos en una experiencia "personal" (la normal) y no aplicamos un poco de discernimiento, si no somos capaces de distinguir lo "prepersonal" de lo "transpersonal" ambos nos parecerán "uno y lo mismo", es decir: irracional. Y lo metemos todo en el mismo saco. Falacia "pre-trans".

Del mismo modo, esta falacia se da en quien está en el nivel "prepersonal" y coge cualquier sí­mbolo y lo eleva a "transpersonal" (espiritual), sin serlo. No es problema baladí­, no.

Lacenaire

Me remito al otro hilo sobre las definiciones sui géneris de naturaleza.En cuanto al tema de la religión, estás demasiado obsesionado por su significado psicológico como para entenderlo en términos socioculturales.Es una experiencia transpersonal en cuanto que fenómeno cultural,heredado cuando no impuesto,coincidencia no accidental sino deliberada.Dicho pronto y mal:socialmente determinado.

Kamarasa GregorioSamsa

¿Quién está hablando de religión? ¿De qué fenomeno sociocultural me estás hablando?

Venga, otro Mode Gloria Fuertes ON, mamON.

Lacenaire

¡Hostiaputa! ¡Que todo esto vení­a a cuento de lo que me soltaste en el hilo "Dios"! Y luego vas haciendo apologí­a del LSD,flaco favor le haces a los yonkis ilustrados del orbe, MAMÓOOOOOOOOOONNNNNNNN!!!!!!

Kamarasa GregorioSamsa

Si no recuerdo ni lo que comí­ ayer, cómo recordar lo que dije en ese hilo. No sé si distinguí­ "religiosidad" de "religioserí­a" (de modo similar a como lo hacemos con "sensibilidad" y "sensiblerí­a") o "religiones esotéricas" de "religiones exotéricas". Pero vamos, que yo ni tengo experiencias religiosas ni imagino arquetipos o cosas así­. Es todo mucho más sencillo: experiencia de transformación, que no es lo mismo que experiencia de traslación (p.e. cambiar de coche, de novia o de trabajo). El tema religioso es agotador.

Yo no hago apologí­a de enteógenos. Es más, a los que lo hacen alegremente porque los han probado y les va bien les digo lo mismo que digo en ese hilo sobre la imprudencia de esa acción.


Kamarasa GregorioSamsa

Cita de: Mozart en Mayo 13, 2008, 04:17:30 PM
Tengo la impresión de que más que Foucault el problema lo tienen algunos de los que después se han explayado con pseudointerpretaciones de su obra, como ha ocurrido por otro lado con muchos otros pensadores anteriores. No veas la grata sorpresa que me llevé al leer sus pensamientos de su puño y letra tras años de aguantar pedorros interpretándolo.

Una perla de su puño y letra:

«El criterio decisivo que permite identificar en el mundo grecorromano al que dice la verdad, al filósofo, no se encuentra en su nacimiento, ni en su ciudadaní­a, ni en su competencia intelectual, sino en la armoní­a que existe entre su discurso y su vida», M. Foucault.

Claro, conciso. Un planteamiento, por lo demás, que se encuentra en las antí­podas de lo que hoy se valora.

Virginia

(Recordaba este hilo como uno de ésos para contar a Samsa y Shizuka y similares qué se lee en plan no ficción y está curioso. Tras leer los últimos mensajes en diagonal, en fin, dudo... pero, bah, si es que me da igual)

El librito en cuestión es el que da tí­tulo a este mensaje.

Por ejemplo, hay un capí­tulo dedicado especialmente a Dolly, que nos cuenta por qué los pobres son pobres y el daño que hacen las buenas intenciones, etc. Todo ello en un tono ameno, ágil, como para gente idiota que quiere saber de todo y contarlo luego en la sobremesa y dejarse admirarladecosasquesabemanolo. El verano es lo que tiene y a mí­ me ha resultado más que divertido.

Dejo aquí­ uno de los párrafos que he memorizado para ligar con Patillotes cambiándome el nick:

La teorí­a de los juegos nos dice que no vale la pena jugar al ajedrez porque, en teorí­a, su resultado está predeterminado: un jugador puede forzar la producción de cierto resultado. Sin embargo, no sabemos si son las piezas blancas o las negras las que pueden forzar el resultado; no sabemos si ese resultado forzado será que alguien gane la partida o que ésta acabe en tablas; y lo que, sin duda, tampoco sabemos es cómo se jugarí­a la partida. Sólo sabemos que, en teorí­a, el resultado forzado es posible. En la práctica, hasta los mejores jugadores (ya sean ordenadores o humanos) ignoran esta estrategia óptima y el resultado de la partida de ajedrez no es en absoluto predecible. Por lo tanto, ¿qué utilidad tiene una teorí­a que nos dice que el ajedrez serí­a banal, a menos que fuésemos todos lo suficientemente inteligentes como para saber cómo jugarlo?

Tí­tulo: El economista camuflado. La economí­a de las pequeñas cosas.
Autor: Harford, Tim
Editorial: Temas de Hoy Ediciones
Lugar y Fecha Edición: Madrid 2007
ISBN: 8484606178
Páginas: 337
Encuadernación: Rústica

RESUMEN:
¿Por qué pagas en Starbucks por una taza de café el triple de lo que pagarí­as en un simple bar?

A partir de esta sencilla pregunta Tim Harford, uno de los economistas más prestigiosos del mundo, se convierte en un detective que nos enseña a seguir las pistas para averiguar cómo funciona el mundo. Porque quizá pienses que simplemente estás disfrutando de un capuchino espumoso, pero el economista ve otra cosa: tu capuchino refleja el producto de un sistema de complejidad asombrosa. El economista puede explicar cómo funciona un sistema como éste, cómo las empresas intentarán explotarlo y cómo tú, como consumidor, puedes protegerte.

Un libro divertido, ameno y accesible para comprender el mundo a través de la economí­a de las pequeñas cosas.

Kamarasa GregorioSamsa

Da bastante de sí­ el veranito, no cabe duda.

Shizuka

Cita de: Bette en Julio 08, 2008, 07:30:56 PM
(Recordaba este hilo como uno de ésos para contar a Samsa y Shizuka y similares qué se lee en plan no ficción y está curioso. Tras leer los últimos mensajes en diagonal, en fin, dudo... pero, bah, si es que me da igual)

El librito en cuestión es el que da tí­tulo a este mensaje.

Lo compraré por la encuadernación rústica. Que a mí­ el café no me gusta, Bez.




Dolordebarriga

Cita de: Bette en Julio 08, 2008, 07:30:56 PM

Por ejemplo, hay un capí­tulo dedicado especialmente a Dolly, que nos cuenta por qué los pobres son pobres y el daño que hacen las buenas intenciones, etc. Todo ello en un tono ameno, ágil, como para gente idiota que quiere saber de todo y contarlo luego en la sobremesa y dejarse admirarladecosasquesabemanolo. El verano es lo que tiene y a mí­ me ha resultado más que divertido.

Los economistas tienen una versión muy sesgada de la realidad (de hecho como la tiene todo el mundo que observa un asunto desde su propio prisma), pero aún así­ me encantarí­a leer, tecleado por tus manitas, el resumen del capí­tulo que tú piensas que me está especialmente dedicado.

Tú, sorpréndeme;

Dolordebarriga
"Yo siempre documento lo que digo"

Kamarasa GregorioSamsa

Ilya Prigogine
EL NACIMIENTO DEL TIEMPO

«La expresión «estructura disipativa» encuadra estas nuevas propiedades: sensibilidad y por tanto movimientos coherentes de gran alcance; posibilidad de estados múltiples y en consecuencia historicidad de las «elecciones» adoptadas por los sistemas. Son propiedades, estudiadas por la fí­sica matemática no lineal en este «nuevo estado de la materia», que caracterizan los sistemas sometidos a condiciones de no-equilibrio.

¿Me podrí­a dar un ejemplo?

En condiciones de equilibrio, cada molécula ve sólo lo más próximo que la rodea. Pero cuando nos encontramos ante una estructura de no-equilibrio, como las grandes corrientes hidrodinámicas o los relojes quí­micos, tiene que haber señales que recorran todo el sistema, tiene que suceder que los elementos de la materia empiecen a ver más allá, y que la materia se vuelva «sensible».

Ahora bien, yo no soy biólogo, pero es evidente que respecto a la vida esto tiene un gran significado. La vida no es solamente quí­mica. La vida tiene que haber incorporado todas las otras propiedades fí­sicas, es decir la gravitación, los campos electromagnéticos, la luz, el clima. De alguna manera se requiere una quí­mica abierta al mundo externo, y sólo la materia alejada de las condiciones de equilibrio tiene esta flexibilidad. ¿Y por qué esta flexibilidad? Cuando estamos lejos de las condiciones de equilibrio, las ecuaciones no son lí­neas; hay muchas propiedades posibles, muchos estados posibles, que son las distintas estructuras disipativas accesibles. En cambio, si nos acercamos al equilibrio, la situación es la contraria: todo resulta lineal y no hay más que una sola ecuación.

He necesitado algún tiempo para llegar a esta concepción, que en aquel momento (1947) representaba una novedad absoluta. Ahora (1987), naturalmente, se han añadido muchas otras cosas, los atractores, la sensibilidad a las condiciones iniciales, el azar determinista, pero todo esto ha ido viniendo después.

Si usted me pregunta cuáles son los elementos que me han influido, yo citarí­a en primer lugar el libro de Schrí¶dinger What is Life?, un libro muy interesante, a menudo profético, que intenta comprender la estructura de las biomoléculas.

Schrí¶dinger hablaba de cristales aperiódicos, y ésta es una visión realmente profética, pero cuando llegaba al orden biológico, decí­a: «Tiene que haber algo en el mecanismo de la vida que impide que la vida se degrade, debe haber algún fenómeno irreversible»; pero no tení­a nada que decir sobre este fenómeno.

A mí­ me vino la idea de que es la función la que crea la estructura. Tomemos una ciudad: la ciudad vive gracias a que intercambia materias primas o energí­a con el campo que la circunda. Es la función la que crea la estructura. Pero la función, el flujo de materia y de energí­a, es evidentemente una situación de no-equilibrio.

El libro de Schrí¶dinger me hizo intuir en 1945 que los fenómenos irreversibles podí­an ser el origen de la organización biológica, y desde entonces esta idea no me ha abandonado nunca.

Otra obra que me ha influido, aunque pueda sorprender, es el libro de Jacques Monod El azar y la necesidad. Yo no estaba nada de acuerdo con Monod, porque él poní­a la vida fuera de la materia, como un epifenómeno debido al azar, pero de alguna manera ajeno a las grandes leyes.

Lo que habí­a aprendido de la termodinámica me permití­a tener una concepción totalmente distinta. Según mi punto de vista, la vida expresa mejor que cualquier otro fenómeno fí­sico algunas leyes esenciales de la naturaleza. La vida es el reino de lo no-lineal, la vida es el reino de la autonomí­a del tiempo, es el reino de la multiplicidad de estructuras. Y esto no se ve fácilmente en el universo no viviente.

En el universo no viviente hay estructuras, efectivamente, existe lo no-lineal, pero los tiempos de evolución son mucho más largos. Mientras que la vida se caracteriza por esta inestabilidad que hace que veamos nacer y desaparecer estructuras en tiempos geológicos. Y es por esto que voy aún más lejos y digo: la vida humana, la vida de las sociedades nos permite observar este fenómeno todaví­a mejor, porque en este caso lo vemos en una escala de tiempo todaví­a más corta.

En definitiva el libro de Monod, con el que no estaba nada de acuerdo, me permitió tomar más conciencia de la cuestión metafí­sica que estaba en juego, porque, y ésta es su grandeza, se atreví­a a plantear los problemas en toda su generalidad, en su grandeza, que yo definirí­a como metafí­sica.

Así­, su libro me hizo tomar conciencia de la importancia de las cuestiones en juego; del hecho de que no se trataba de pequeños problemas reservados a la técnica cientí­fica, sino de problemas sobre los que han intentado reflexionar todos los que han realizado la historia intelectual del hombre.»