Historias de la Lega / Kalziako Historiak

Iniciado por Bambi, Marzo 06, 2006, 11:53:35 AM

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Neo

No hay link de descarga, me ilushionaste...
What do I know about knowing stuff?

el de la 13

Cita de: al bundy en Octubre 02, 2007, 07:34:02 PM

Este será el próximo libro que compraré :

           

HISTORIAS DEL CALCIO: UNA CRONICA DE ITALIA A TRAVES DEL FUTBOL
de GONZALEZ, ENRIC

RBA LIBROS, S.A.
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14.0x21.0 cm      256 pags
Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa dura
ISBN: 9788479019761
Nº Edición:1ª
Año de edición:2007
Plaza edición: BARCELONA 16.00â,¬

Resumen del libro :
Es imposible hablar de Italia sin hablar de fútbol. Los italianos se consideran los inventores de este deporte, al que llaman “calcio” (patada), como las batallas campales con balón nacidas en la Florencia medieval, y han desarrollado en torno a él muchas de sus caracterí­sticas polí­ticas, económicas y sociales. El “calcio” contiene altas dosis de violencia, pasión, fraude, dinero y disparate. Pero es también un complejo mecanismo de sí­mbolos, un código social y, en último extremo, un lenguaje con el que un paí­s antiguo y escéptico expresa su vieja sabidurí­a.


Esto el Enric me lo ha anarroseado, el muy hijoputa.

http://www.lapaginadefinitiva.com/weblogs/futbol/?p=24#more-24
Sus voy a hacer una pubricidad mala.

javi

La Iglesia quiere limpiar el 'calcio'
Los obispos toman el control de un equipo italiano de fútbol

ENRIC GONZíLEZ - Roma - 05/10/2007

En Italia, dicen, la Iglesia está en todas partes. No parecí­a muy presente en los estadios, pero la anómala ausencia queda subsanada: el AC Ancona será tutelado, a partir de esta temporada, por el Centro Sportivo Italiano (CSI), una entidad fundada por las juventudes de Acción Católica y directamente vinculada a la Conferencia Episcopal. El objetivo es "cambiar el histérico mundo del fútbol" dando buen ejemplo y demostrando que con valores cristianos también se ganan partidos. Para dejar bien claro que el proyecto cuenta con las bendiciones necesarias, el papa Benedicto XVI recibirá la semana próxima a la directiva del Ancona, y obtendrá como regalo una camiseta del equipo.

El dinero lo aportan varias empresas patrocinadoras que suelen sufragar proyectos católicos
El Ancona, una institución centenaria, se habí­a apartado últimamente del buen camino. Falsificación de balances, quiebra, descenso a la serie C... la vieja historia de la virtud perdida en el turbulento mundillo del calcio. A falta de un gran historial (su gran momento fue una final de Copa, perdida, en 1994), tení­a una larga historia y una afición fiel, de tendencia más bien izquierdista. En 2003, tras la quiebra, la sociedad fue adquirida por la familia Schiavoni, fabricante de material eléctrico.

Todo muy normal, hasta que, a finales de la pasada temporada, los Schiavoni supieron que el CSI y la Conferencia Episcopal preparaban algo llamado proyecto Soccer con la idea de moralizar el baqueteado fútbol italiano. Se informaron y decidieron poner el Ancona a disposición del CSI. El acuerdo fue inmediato. No cambiarán la propiedad ni, de momento, el entrenador, Bruno Tedino, que sólo lleva seis partidos en el banquillo. Pero el CSI asumirá un control completo sobre las divisiones inferiores. La entidad católica quiere captar los mejores jugadores infantiles del paí­s, con la promesa de proporcionarles apoyo escolar y una sólida "formación moral". Los profesionales del primer equipo notarán el nuevo espí­ritu cuando lleguen tarde a algún entrenamiento, o cometan cualquier otra falta de disciplina: en lugar de pagar una multa, como es costumbre en el sector, tendrán que realizar "trabajos sociales" durante horas.

El CSI no aporta sólo moralidad y buenas intenciones. Pone sobre la mesa 1,6 millones de euros anuales durante tres años, una suma enorme para una sociedad que compite en el equivalente de la Tercera División española. El dinero lo aportan varias empresas patrocinadoras que suelen sufragar proyectos católicos, encabezadas por la firma cafetera Colombini. Según el AC Ancona, otras empresas hacen ya cola para patrocinar las futuras empresas deportivas de la única sociedad del calcio animada por el espí­ritu cristiano.

La familia Schiavoni se compromete, a su vez, a mantener una contabilidad transparente, a controlar los salarios de los jugadores y a crear en el estadio un "ambiente familiar" capaz de recuperar al público que desertó hace ya años, espantado por la violencia de la grada.

Los tifosi del AC Ancona aún no se han hecho a la idea. En los foros de Internet hay comentarios para todos los gustos. Unos se felicitan por la llegada de dinero fresco. Otros temen "el desembarco de las sotanas". Hay quien, con ironí­a, se pregunta si será aún posible blasfemar cuando se aúlle contra el rival o el árbitro, o si bastará con confesarse luego. Y quien ahonda en la ironí­a: "¿Podremos excomulgar al árbitro?". El presidente, Gianpiero Schiavoni, trata de tranquilizar a la hinchada: "La gente entenderá que esta operación sólo aspira a que la sociedad crezca y carece de connotaciones polí­ticas". El 10 de octubre, durante la audiencia general en la plaza de San Pedro, Benedicto XVI recibirá la camiseta roja del Ancona. Poco después, en el Oratorio Pontificio, se presentará el proyecto de forma oficial.
Running is life. Anything before or after is just waiting

Gatinho

#183
Por cierto, que TVE vuelve a dar el Calcio veinte años después. "Pelí­n" inferior éste a aquél, pero menos da una piedra, más interesante que la Premier es.

El Vaticano ya patrocinó un equipo ciclista, el Amore & Vita, con resultados más bien discretos.
Hoy, mañana, y siempre... con el Barí§a... en el corazón.

Glategoja

Tuve una terrible conmoción viendo el partido y me vino un profundo dolor en el alma", enfatiza el experto en derecho europeo Baris Kaska a La Vanguardia.Después de un año sin ser batido en competiciones europeas, el 27 de noviembre llegó la derrota para su equipo, el Fenerbahí§e estambulí­, a manos del Inter de Milán.

La superioridad del equipo italiano sobre el terreno de juego fue incontestable. Un 3-0 que impide al equipo de Roberto Carlos liderar el grupo G en la Liga de Campeones. Pero a Kaska, según dice, no le hizo tanta mella el resultado como la camiseta que el Inter vistió en el estadio San Siro de Milán ante su equipo, con una enorme cruz roja sobre fondo blanco.

Su imagen ha dado la vuelta por varios medios turcos, acompañada casi siempre de otra: la de un templario, perteneciente a la orden de los legendarios monjes soldados fundada poco después de la cruel conquista de Jerusalén (1099) en la primera cruzada y que estaba, dice la leyenda, en posesión nada menos que del Santo Grial.

"Esta cruz me recordó a los dí­as sangrientos del pasado", indica Kaska. Así­ que el abogado del gabinete jurí­dico Turkoglu & Turkoglu, de Esmirna, al oeste de Turquí­a, no lo dudó dos veces y tras ver la derrota presentó una denuncia ante un juzgado que remitió a los comités disciplinarios de la UEFA y la FIFA, en Suiza, pidiendo la anulación de los tres puntos conseguidos por el Inter por "manifestar de forma explí­cita la superiodad racista de una religión", según recoge la propia denuncia.

La similitud entre ambas cruces, la del Inter y la de la orden del Temple, es sin duda llamativa. Tanto, que mereció el editorial "¿Cómo lo permitió la UEFA?", del célebre comentarista Mehmet Y. Yilmaz, un dí­a después de la paliza italiana al Fener."¡Los tres goles de este Inter cruzado deberí­an ser borrados!" fue, por su parte, el titular elegido, categórico donde los haya, por la redacción de deportes del rotativo liberal Radikal.

El comienzo del declive de los templarios, su derrota ante Saladino en 1244, va acompañado del resurgir de un nuevo imperio: el otomano, también formado por abanderados de la fe. De la del islam. Durante los seis siglos posteriores, los otomanos estuvieron casi constantemente en guerra y comercio con los cristianos. Y, curiosamente, cuando el historiador Bernard Lewis habla de la instrumentalización de la fe por los primeros turcos llegados a Anatolia portadores de "una religión de guerreros, cuyo credo era un grito de guerra, cuyo dogma era una llamada a las armas", no se puede dejar de pensar en los cruzados, su espejo.

Después de todo, lo que quizá mayor dolor en el alma produjo a muchos aficionados del Fener fue ver cómo Ibrahimovic acometió el segundo gol en el minuto 66, cómo detuvo la pelota lanzada desde el lateral izquierdo con parsimonia antes de rematar a sangre frí­a sin moverse apenas. Porque lo hizo con temple, el vocablo legado por los templarios; con la fortaleza enérgica y valentí­a serena para afrontar las dificultades y los riesgos que muchos entrenadores bien desearí­an para sus equipos en partidos europeos. Y porque, aunque cruzado por un dí­a, sus orí­genes son musulmanes y sus ancestros, descendientes de aquel imperio otomano que se asentó en los Balcanes. Nacido en Malmí¶, su padre es bosnio musulmán y su madre, croata.


javi

Enric González escribe ahora una columna en El Paí­s; no habla de fútbol y se nota:

Coslada
ENRIC GONZíLEZ 15/05/2008

No andemos con puñetas: la presunción de inocencia es sagrada, pero lo del sheriff de Coslada tiene una pinta espantosa. Ginés Jiménez y sus compinches huelen a corrupción policial profunda, asquerosa y sistemática. Hay demasiados testimonios y demasiadas evidencias como para suponer que las hipótesis del fiscal puedan acabar desvaneciéndose. Mucha gente en Coslada conocí­a y sufrí­a, desde hace años, los abusos del sheriff y su banda uniformada.

Sigue maravillándome la ignorancia angelical de los polí­ticos. ¿No ha dimitido aún nadie del Ayuntamiento? ¿En serio? El espacio de esta columna no da para disquisiciones, y habrá que simplificar. El alcalde puede ser dos cosas: o cómplice o incompetente. En la misma situación, institucionalmente más leve, moralmente más grave, se encuentra el concejal de Seguridad Ciudadana. Es posible que administraciones anteriores sean también responsables. Ésta, del PSOE e IU, lo es del todo, y con seguridad. No hablo de responsabilidades penales, que ya se verán. La responsabilidad polí­tica no la atribuyen los jueces. Ahí­ no existe la presunción de inocencia.

Dicho esto, no me gusta que esté ya escribiéndose el guión de una miniserie sobre el caso. Radiotelevisión Española y la productora de El Mundo reinciden en escarbar, con las herramientas de la ficción, en un asunto real de gran repercusión pública. Fago, miniserie sobre el asesinato del alcalde de la localidad del mismo nombre, supuso la última pica de TVE-1 en su noche maldita, la del lunes. Apuesto a que la miniserie sobre el sheriff de Coslada se emitirá también en lunes, y que La Primera tendrá un repunte de audiencia. Es normal. Ya que no se puede televisar un linchamiento, bueno será, como en Fago, un juicio sumarí­simo.

No me gusta, insisto. Aunque el sheriff y los suyos tengan pinta de culpables, y el equipo municipal merezca salir bien retratado en la tele.
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al bundy

EL MITO DEL CAMPESINO CANIJO por Enric González

¿Quieren saber la verdad? Muy pocos equipos italianos han practicado el catenaccio: Milan e Inter, a finales de los cincuenta y principios de los sesenta. El carácter defensivo y oportunista que solemos atribuir al calcio es sólo un mito. El problema de los mitos (nacionales, deportivos, o de cualquier fenómeno social que requiera un sentimiento de eternidad) es que cuesta mucho cambiarlos.

El catenaccio mí­tico fue inventado por una sola persona. Se llamaba Gianni Brera, vivió entre 1919 y 1992 y fue el mejor periodista deportivo italiano del siglo XX. Era un tipo brillante, atrabiliario, amante de la polémica y decidido a hacerse escuchar. Examinemos ahora las circunstancias en que Brera inventó (alguien tení­a que hacerlo) las leyendas fundacionales del calcio.

Antes de la Segunda Guerra Mundial, Italia se habí­a convertido en una potencia futbolí­stica, tras vencer en los años treinta (con alguna ayudita de Mussolini) dos Mundiales consecutivos. Poquí­simas personas vieron jugar a aquella selección encabezada por Meazza, porque no existí­a la televisión, así­ que cada uno se hizo su propia idea.

Terminada la contienda, Italia se habí­a hundido en la miseria. El paí­s, vencedor y vencido a la vez (comenzó en un bando y acabó en el otro), estaba fí­sicamente destruido. Pero quedaba el calcio, e Italia tení­a todaví­a el mejor equipo de Europa, el Gran Torino. Entonces, en 1949, ocurrió la tragedia de Superga: el avión que transportaba al Torino se estrelló contra una montaña cercana a Turí­n. Nadie ni nada sobrevivió. Tocaba comenzar desde cero.

¿Qué hizo Brera? Desarrollar en sus crónicas la teorí­a de que el calcio debí­a adaptarse, como antes de la guerra, a las caracterí­sticas nacionales. Tales caracterí­sticas no existí­an, pero Brera echó mano de sus prejuicios de campesino lombardo: los italianos eran, proclamó, un pueblo de canijos mal alimentados, incapaces de competir de igual a igual con los chicarrones del norte. Era necesario, por tanto, aprovechar sus virtudes (astucia, realismo, capacidad de adaptación) y crear un sistema de juego más o menos parecido al yudo: que ataquen ellos, y nosotros encontraremos su punto débil. La aparición del catenaccio, inventado en Suiza por un austrí­aco, coincidió con la campaña de Brera. La teorí­a racial del campesino canijo y astuto se ensambló enseguida con el sistema del cerrojo.

Las tesis de Brera permitieron que Italia fuera tirando durante largos años de sequí­a. El periodista se convirtió en la referencia imprescindible del público, adquirió un prestigio descomunal y se dedicó a sentar cátedra desde sus crónicas en La Gazzetta dello Sport. La inmensa mayorí­a de los italianos se convencieron de que, en efecto, habí­a que apostar por el posibilismo y el oportunismo, y acabaron convenciéndose de que los éxitos internacionales de antes de la guerra habí­an llegado por esas ví­as.

Los mitos, sin embargo, son voraces. Y el mismo Brera acabó reducido a la condición de rehén de su peculiar corpus teórico. Cada semana tení­a la obligación de ensañarse con los técnicos audaces y con los jugadores creativos. Su ví­ctima preferida era Gianni Rivera, el futbolista más exquisito de los sesenta. Brera le llamaba de todo, porque no se ajustaba al arquetipo del campesino canijo, astuto y propenso a las mezquindades. Para redondear su propio personaje, Brera sólo se trataba con defensas y con técnicos cerrojistas.

Tras la muerte de Brera, ocurrida en un accidente automovilí­stico, algunos de sus amigos decidieron revelar ciertos hechos ocultos. Y se supo que Brera admiraba profundamente a Gianni Rivera, y que no se perdí­a ninguno de sus partidos con el Milan. No habí­a podido admitirlo en vida sin abdicar de toda su obra.


Pep Guardiola nació en 1971. Era un bebé cuando Manuel Vázquez Montalbán, en el vací­o teórico de la pretransición polí­tica, utilizó su inmenso talento para establecer los dos mitos fundacionales de la Cataluña contemporánea: que la izquierda era compatible con el nacionalismo, y que el FC Barcelona representaba, por razones éticas y estéticas, un atributo esencial para una nación sin Estado. Era la época de Cruyff, y Vázquez Montalbán idealizó las caracterí­sticas del holandés eximio para reciclarlas como "tradición estética" barcelonista.


Los mitos se interiorizan y se deforman. Hoy, hasta Eto'o parece convencido de que el Barí§a encarna un tipo inigualable de elegancia, y que los goles en el Camp Nou valen doble si se marcan de tacón y mirando al tendido. Guardiola, un hombre leí­do, es sin duda consciente de lo mucho que pesan los mitos.

i s'ha demostrat, s'ha demostrat, que mai ningú no ens podrà  tòrcer

Neo

No habí­a leido esta última, dónde estuve que me la perdí­?

Después de esta, no hubo más historias del calcio?
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javi

Ahora hay "Historias del barco"

El peor barco de todos los tiempos

Enric González 28/12/2008


Todaví­a hoy, un siglo después, hay quien espera encontrar el Snark en algún puerto de los mares del Sur. Y una sociedad filantrópica de San Francisco realiza colectas para construir una réplica exacta, el Spirit of the Snark. Se trata de una fe asombrosa. El Snark fue el más célebre barco de Jack London, el sueño de su vida, y eso explica hasta cierto punto su fama y su leyenda. Pero fue también uno de los peores barcos de todos los tiempos. Da igual. Sucesivas generaciones de admiradores de London han suspirado por realizar el famoso viaje hasta Tahití­, sin tener demasiado en cuenta que aquel viaje debió de ser horrible. Lo bastante como para que el escritor, marino experto y enamorado del mar, aborreciera las aventuras oceánicas.

Jack London, cuyo origen biológico es incierto (se le supone hijo de una vidente y de un astrólogo), nació en San Francisco en 1876. A los 14 años, con un préstamo de su madre adoptiva, una ex esclava, compró un diminuto velero llamado Razzle Dazzle con el que se dedicó a la pesca clandestina de ostras hasta que un naufragio acabó con el bote. Dos años después, tras una temporada como miembro de las patrullas navales que perseguí­an a los pescadores clandestinos de ostras, se enroló en el Sophie Sutherland, un buque que hací­a la ruta del Japón. De aquella experiencia nació su primer libro, Un tifón frente a las costas de Japón. Con 27 años, y ya con cierto éxito comercial, compró un velero llamado Spray. Y en 1906, a los 30, encargó, sin reparar en gastos, un velero formidable para dar la vuelta al mundo. Así­, con grandes esperanzas, nació el desgraciado Snark.

El propio Jack London relató las desventuras del barco en La travesí­a del Snark. Un nuevo libro recién publicado en Italia, Jack London, l'avventuriero dei mari, de Laurent Charpentier y Eric Vibart, amplí­a detalles sobre aquella ruina flotante. Los dos astilleros encargados de la construcción estafaron a conciencia al pobre London: la madera, que debí­a carecer de nudos, estaba plagada de ellos; el presupuesto se multiplicó desde 7.000 hasta 35.000 dólares; los plazos de entrega se rebasaron casi un año; el casco era hermoso, pero inútil para la navegación; las primeras filtraciones y señales de podredumbre aparecieron ya en el astillero.

Lo peor, sin embargo, ocurrió después de haber zarpado. El motor, encargado especialmente a una fábrica neoyorquina, saltó por los aires en cuanto trataron de ponerlo en marcha. La letrina se estropeó recién salidos del puerto. El velero, teóricamente de 45 pies (unos 15 metros), medí­a en realidad 43: dos palmos de menos que se embolsó el constructor. Los compartimentos estancos se convirtieron en depósitos de agua. Por razones misteriosas, el Snark se mostraba incapaz de poner la proa contra las olas y navegaba de costado, con un zarandeo constante y bajo amenaza permanente de naufragio. Y la joven y entusiasta tripulación, reclutada por su afán de aventura, descubrió que el mar marea. Por si eso no bastara, las provisiones embarcadas para llegar hasta Hawai estaban podridas.

London tituló Lo inconcebible y lo monstruoso el capí­tulo en que describí­a las deficiencias del Snark, y no exageró ni un pelo. Mal que bien, tras profundas reparaciones en Hawai, llegó a las islas Marquesas, las Salomón y Tahití­. Por si las desgracias fueran pocas, London sufrió terribles picores durante el último tramo de la travesí­a. Se temí­a que fuera lepra, pero se quedó en psoriasis. London tuvo que pasar un mes en un hospital de Sidney.

En 1910, Jack London ya estaba harto del Snark. Abandonó el proyecto de vuelta al mundo, vendió el barco por 4.500 dólares y regresó a California.

En 1913, el Snark permanecí­a atracado, incapaz de navegar, en la pequeña isla de Aori, en Nuevas Hébridas. En 1919, con London ya fallecido, Martin Johnson, que habí­a hecho la penosa travesí­a con el escritor, localizó al Snark en el mismo sitio, casi destruido.

Tras ese último avistamiento empezó la leyenda. El Snark fue visto, supuestamente, en distintos puertos de la zona. Existen varios testimonios de los años treinta. Y así­ hasta hoy. El Snark, que fue una porquerí­a en vida, parece navegar estupendamente después de muerto.
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javi

Kaká, la gerontocracia y las ofertas diabólicas

ENRIC GONZíLEZ 26/01/2009


Digamos que Silvio Berlusconi es un personaje singular. Así­ nos entendemos todos y él no se enfada. Porque una de sus singularidades consiste en leer, o en hacer que le lean, lo que se escribe sobre él en las páginas deportivas. Puedo garantizarlo: cuando trabajaba en Italia, más de un lunes recibí­ una llamada de Paolo Bonaiuti, hombre de confianza de Berlusconi y portavoz del Gobierno. Bonaiuti llamaba para quejarse. No por una crónica de polí­tica o economí­a, sino por alguna opinión contenida en unas cosillas llamadas Historias del calcio que hací­a yo entonces.

Parece bastante evidente que Berlusconi tiene un alto concepto de sí­ mismo y cuenta con ocupar un lugar destacado en la historia italiana. Sospecho, sin embargo, que, por encima del dinero, del poder y de los galanteos, es decir por encima de todo, valora su trabajo en el Milan. ¿Recuerdan el Rosebud? Era el trineo que, en Ciudadano Kane, el magnate añoraba en el momento de la muerte. Pues bien, Berlusconi no ha perdido su Rosebud. Para Berlusconi, el Milan es a la vez un objeto de placer casi infantil y un sí­mbolo de trascendencia.

El Milan no pasa por su mejor momento. Ni en la competición italiana, hasta ahora dominada por el Inter y la Juventus, ni en Europa: vivir fuera de la Champions ha de resultar muy duro para una institución que se autoproclama "el club con más tí­tulos del mundo". El Milan de 2009 es además un equipo tremendamente desequilibrado. Basta recitar la alineación que se enfrentó al Roma hace un par de semanas: Abbiati (31 años), Zambrotta (casi 32), Maldini (40), Favalli (37), Jankulovski (31), Beckham (33), Seedorf (32), Pirlo (28), Ambrosini (31), Ronaldinho (28), Kaká (26) y Pato (19).

Observen que la parte delantera es de alto nivel y de edad razonable. Todo lo que hay detrás, por el contrario, es disfuncional y fondón, impropio de un gran equipo. En la defensa falta Nesta, cierto. Pero Nesta va por los 32 años y está muy castigado por las lesiones.

Contaba ayer John Carlin que Kaká ha rechazado la megaoferta del Manchester City, que John llamaba "la oferta del diablo" (El diablo, curiosamente, es el apodo del Milan), y que ha hecho un favor al fútbol quedándose con Berlusconi. El City, por supuesto, no es el Milan. Hasta ahí­, de acuerdo. Ahora bien, ¿se han fijado en todo lo que necesita el Milan para acabar con la tendencia gerontocrática? Los viejos jugadores milanistas cuentan con la experiencia necesaria para ganar cualquier final, pero no con las piernas para llegar a ella. A finales de esta temporada se impondrá una renovación profunda. Y arriesgada, como todas las renovaciones.

Kaká es uno de los tres o cuatro mejores jugadores del mundo. Pato es un delantero excelente y jovencí­simo. A Ronaldinho aún le quedan unos cuantos tiros libres. Lo demás, con la excepción de Pirlo, pronto será material de desguace.

No tengo ni idea de los planes de Berlusconi. Puestos a vaticinar, sin embargo, creo que en el verano acabaremos hartos de Silvio Berlusconi y de Florentino Pérez y de su necesidad de comprarlo todo.

(Por cierto, lean lo que John Carlin escribe sobre el rugby en su nuevo libro, El factor humano. Da igual que no les guste el rugby o no les gusten los libros: es deporte en grado sublime).
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javi

El chico y su favela

ENRIC GONZíLEZ 13/04/2009


Hay muy buenos libros sobre boxeadores. Desde los cuentos de Jack London, como El combate y Por un filete, hasta la clásica novela Más dura será la caí­da (Budd Schulberg) o la relativamente moderna Fat City (Leonard Gardner), pasando por biografí­as como The Devil and Sonny Liston (Nick Tosches), se ha escrito muchí­simo de boxeo: la dignidad del luchador, la miseria moral, la corrupción deportiva, la corrupción general, la desolación de la derrota, el dolor, la soledad.

También hay buen material bibliográfico sobre fútbol. Pero, es curioso, no sobre las personas que destacan en su práctica. El futbolista parece un espectro sin vida, sin pasado ni futuro, oculto tras el tópico ("hay que pensar en el próximo partido") y la estructura empresarial de su club, envuelto en dinero y rodeado de supermodelos. El futbolista se erige en paradigma de la frivolidad, y eso da para poca literatura.

Es curioso, repito, que las extraordinarias aventuras y los dramas personales de algunos, en especial brasileños y africanos, no se hayan traducido más que en biografí­as hagiográficas llenas de reverencia o en modestos artí­culos de prensa. En realidad, las vidas de Rivaldo, Ronaldo o Adriano valdrí­an como metáforas de una época confusa y disparatada, la nuestra.

No hace falta insistir en la infancia pobrí­sima de Adriano, Ronaldo y Rivaldo (con secuelas óseas de malnutrición) ni de la ausencia de la figura paterna en un momento clave: Ronaldo era hijo de divorciada en las favelas; Rivaldo perdió a su padre por un accidente de tráfico justo antes de firmar su primer contrato profesional; el padre de Adriano, que tení­a una bala incrustada en la cabeza a causa de un tiroteo, murió cuando el hijo empezaba a triunfar en el Inter. Esas circunstancias son sólo una parte del asunto.

Tomemos el caso de Adriano, alcoholizado, según su novia, o ex novia, y "necesitado de nuestras oraciones", según su madre. El ariete del Inter gana cinco millones de euros al año, a los que ha renunciado mientras no juegue. Adriano ha protagonizado numerosas fugas a Brasil para refugiarse en su viejo barrio. El futbolista millonario toma un avión en Milán, primera clase, y desembarca en la favela de su infancia para compartir cervezas y prostitutas con sus amigos de toda la vida. Sus amigos, ahora, se dedican mayormente al narcotráfico y a la delincuencia organizada. Las fiestas duran dí­as, semanas. Adriano ha ido hundiéndose en esa esquizofrenia: í­dolo de oro en Europa, pandillero salvaje en América. El chico dejó la favela, pero la favela no dejó al chico.

Por alguna razón, las tragedias personales de los futbolistas no inspiran como las tragedias de los boxeadores. Ni siquiera dan frases como las de los boxeadores. Aquélla de Larry Holmes, por ejemplo: "Es duro ser negro. ¿Ha sido usted negro alguna vez? Recuerdo que yo lo fui, cuando era pobre". Las frases del fútbol hablan del fútbol, no de la sociedad. "Fútbol es fútbol", y todo lo que al fútbol se refiere parece convertirse en espectáculo y divorciarse de la vida. Pura frivolidad, se dirí­a. ¿Por qué dejamos escapar esta metáfora sobre nosotros mismos?
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Zimm...

Elpais ha publiaco en Amazon las Historias del Calcio por 1 euro y algo...en formato electrónico.
I found it in the street/ At first I did not see/ Lying at my feet/ A trampled rose

Neo

Serí­a excelente si alguno de ustedes decidiera darme ese documento de regalo.
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