La comemierda.

Iniciado por pulgapedorra, Febrero 04, 2012, 08:43:53 PM

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pulgapedorra

He encontrado esta entrevista por yonkis.com y me parece impresionante. Para los que no la conozcáis (pocos, creo) es una scat queen, esa práctica consistente en comer y disfrutar de la mierda ajena o propia.

Se aburrí­a con su trabajo de secretaria, un amigo le propone una sesión scat y de ahí­ nacerí­a su pasión y su trabajo. Como otro cualquiera hoygan. Since 1992 disfrutando de los excrementos y dice que nunca ha vomitado ni ha enfermado...



He aquí­ una muestra de su trabajo:
http://www.xpornz.com/video/veronica-moser-scat-orgy-1836081.html

Barry

A lo maximo que llegue yo una vez fue a mearle a una tia a traicion mientras ella estaba sentada en la taza cagando.

Rufo

Es usted un romántico, Barry.
"Ser tonto, egoísta y tener buena salud, son las tres condiciones requeridas para ser feliz; más si la primera nos falta, todo está perdido"

pulgapedorra


La explicación psicológica está clara: se trata de una regresión (tanto filogénica como ontogénica) a una etapa del desarrollo en la que aún no concebí­amos la mierda como algo prohibido. Cuando digo regresión filogénica, me refiero a la regresión a una etapa primitiva (previa al homo sapiens) en la que olisqueábamos los excrementos de otros animales o directamente comí­amos mierda para obtener nutrientes adicionales (la coprofagia es habitual en gorilas, chimpancés, etc.); y cuando digo regresión ontogénica, me refiero a una regresión a las primeras fases de nuestro desarrollo sexual (poniéndonos freudianos, la fase oral, fase anal, etc.) en las que nos cagábamos en los pañales y sentí­amos ese calorcito tan agradable en el culete a la vez que una figura femenina (la madre) nos reprendí­a por habernos hecho cacota. Imaginemos la sensación de cagarnos encima y sentir todo el chapapote caliente en el culo con un olor a mierda que lo impregna todo a la vez que tememos que la madre, esa hembra autoritaria que nos da de comer con sus grandes senos, se enfade con nosotros porque le hemos ofrecido nuestros excrementos. Es de suponer que durante este perí­odo crí­tico uno establezca fijaciones libidinales que implican la boca (con la que succionamos la teta materna), ano (con el que le regalamos heces a la madre), mierda (esa "ofrenda" que pronto aprendemos a relacionar con prohibiones culturales y enfado femenino), esfí­nter (músculo que debemos aprender a controlar para obtener el beneplácito materno), etc. Estas fijaciones libidinales están ahí­, pero hay individuos que de algún modo las incorporan a su repertorio de filias sexuales, mientras que otros no.

¿Por qué unos sí­ y otros no? Nadie sabe nada, el tema de la coprofilia siempre se ha tratado como una parafilia minoritaria y no se ha escrito un cagarro (nunca mejor dicho) sobre ella.

Por ejemplo, yo estoy convencido de que un sujeto será más propenso a incorporar fantasí­as de scat si se ha criado en una familia o sociedad estrictas que si lo ha hecho en una familia o sociedad permisivas (los sujetos de familias/sociedades estrictas arrastran mayor sentimiento de culpa y la culpa pueden redimirla comiendo mierda o chapoteando en ella como cerdos, de ahí­ que buena parte del porno scat se produzca en Alemania o Japón), también los sujetos de paí­ses que han sufrido humillaciones y derrotas (Japón y Alemania perdieron la guerra) inmersos en una falta de autoestima nacional que lo impregna todo serán propensos a redimirse filmándose engullendo mierda y vendiendo el ví­deo a todo el mundo (aunque rusas decí­a que no, que la pasión de nipones y teutones por el scat viene de que eran matriarcados agrarios sobre los que cayó una industrialización acelerada y que eso produjo un desajuste sexual que desembocó en gente comiendo mierda ante una cámara). Sea como fuere, cuanto más sentimiento de culpa, cuanto más humillado y puteado, cuanta más indefensión aprendida, más propenso es uno a las fantasí­as masoquistas y denigrantes (otro ejemplo son los comics pornográficos de temática nazi que en los años 60 tuvieron un sorprendente éxito en Israel, es decir, que después de que los judí­os fueran exterminados por los nazis, los supervivientes todaví­a se pajeaban imaginándose a matronas nazis asfixiándoles con un facesitting letal).

Pero vamos, el tema es complejo, porque el scat tiene muchas variantes: los que disfrutan viendo a una mujer cagándose en la boca de un tí­o (es decir, una mujer investida de poder fálico a través del cagarro con el que se folla la boca de un macho indefenso), no soportan las "scat parties" donde todo dios se embadurna de mierda, y viceversa, y claro, cada variante del scat tendrí­a su etologí­a y sus procesos emocionales, aunque en resumen se puede decir que todas tienen en común la regresión a las fases oral/anal y la fijación libidinal en boca, ano, mierda como sustituvo del falo, etc.

En fin, es un tema poco estudiado y que darí­a para una tesis doctoral.