El delirio de los polí­ticos

Iniciado por Kamarasa GregorioSamsa, Abril 21, 2008, 10:50:21 AM

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Kamarasa GregorioSamsa

El delirio de los polí­ticos
- Creerse invencibles y ver enemigos en todas partes es común entre los gobernantes
- La clase dirigente española tampoco escapa a estos sí­ntomas
- El británico David Owen analiza en un libro la 'locura' que provoca el poder


ISABEL F. LANTIGUA

MADRID.- ¿Por qué decidió el trí­o de las Azores â€"Aznar, Bush y Blair- invadir Irak con toda la ciudadaní­a e incluso miembros de sus propios gabinetes en contra? ¿Por qué perdieron el contacto con la realidad y no escucharon a la opinión pública? El ex polí­tico británico y neurólogo David Owen cree que parte de la culpa fue del 'sí­ndrome Hybris', un trastorno común entre los gobernantes que llevan tiempo en el poder.

Neville Chamberlain, Hitler, Margaret Thatcher en sus últimos años, George Bush o Tony Blair son solo algunos de los lí­deres que han sucumbido al 'Hybris', un problema que no está caracterizado como tal por la medicina, pero que tiene sí­ntomas fácilmente reconocibles, entre los que destacan una exagerada confianza en sí­ mismos, desprecio por los consejos de quienes les rodean y alejamiento progresivo de la realidad.

"Las presiones y la responsabilidad que conlleva el poder termina afectando a la mente", explica al diario 'Daily Telegraph' Lord Owen, que ha recogido en su nuevo libro 'In Sickness and in Power' ('En la enfermedad y en el poder') las conclusiones de seis años de estudio del cerebro de los lí­deres polí­ticos. "El poder intoxica tanto que termina afectando al juicio de los dirigentes", afirma.

Llega un momento en que quienes gobiernan dejan de escuchar, se vuelven imprudentes y toman decisiones por su cuenta, sin consultar, porque piensan que sus ideas son las correctas. Por eso, aunque finalmente se demuestren erróneas, nunca reconocerán la equivocación y seguirán pensando en su buen hacer. El ejemplo más reciente es la guerra de Irak, pero hay muchos en la historia, dice David Owen, que conoce bien la polí­tica, ya que fue uno de los fundadores del Partido Social Demócrata Británico (SPD) y Secretario de Exteriores del Reino Unido.

En un ensayo publicado en 'Journal of the Royal Society of Medicine', Owen, que reconoce que el poder se le subió un poco a la cabeza aunque nunca llegó a esos extremos, señala que este comportamiento hubrí­stico, el sentirse llamados por el destino a grandes hazañas, es lo que llevó a Bush y Blair a "no planificar con detalle cómo reemplazarí­an la autoridad de Sadam Hussein y a no pensar en la respuesta del ejército iraquí­. Estaban tan convencidos de que la invasión de Irak era la mejor opción y de que recibirí­an a las tropas con los brazos abiertos que hicieron caso omiso de las advertencias de los expertos".

¿Con los pies en el suelo?

El sí­ndrome responde más a una denominación sociológica que propiamente médica, aunque los galenos son conscientes de los efectos mentales del poder. El psiquiatra Manuel Franco, jefe de Servicio del Complejo Asistencial de Zamora, explica lo que pasa con los lí­deres polí­ticos.

"Una persona más o menos normal se mete en polí­tica y de repente alcanza el poder o un cargo importante. Internamente tiene un principio de duda sobre si realmente tiene capacidad para ello. Pero pronto surge la legión de incondicionales que le felicitan y reconocen su valí­a. Poco a poco, la primera duda sobre su capacidad se transforma y empieza a pensar que está ahí­ por méritos propios. Todo el mundo quiere saludarle, hablar con él, recibe halagos de belleza, inteligencia… y hasta liga".

Esta es sólo una primera fase. Pronto se da un paso más "en el que ya no se le dice lo que hace bien, sino que menos mal que estaba allí­ para solucionarlo y es entonces cuando se entra en la ideación megalomaniaca, cuyos sí­ntomas son la infalibilidad y el creerse insustituible". Para el doctor Franco, es entonces cuando los polí­ticos "comienzan a realizar planes estratégicos para 20 años como si ellos fueran a estar todo ese tiempo, a hacer obras faraónicas o a dar conferencias de un tema que desconocen".

Pero no queda aquí­ la cosa. Tras un tiempo en el poder, los afectados por el 'Hybris' padecen lo que psicopatológicamente se llama 'desarrollo paranoide'. "Todo el que se opone a él o a sus ideas son enemigos personales, que responden a envidias. Puede llegar incluso a la 'paranoia o trastorno delirante', que consiste en sospechar de todo el mundo que le haga una mí­nima crí­tica y a, progresivamente, aislarse más de la sociedad. Y, así­, hasta el cese o pérdida de las elecciones, donde viene el batacazo y se desarrolla un cuadro depresivo ante una situación que no comprende", concluye Franco.

Palabra de griego

Este problema es antiguo, aunque ha evolucionado con el tiempo. Fueron los griegos los primeros que utilizaron la palabra 'Hybris' para definir al héroe que lograba la gloria y 'borracho' de éxito se empezaba a comportar como un Dios, capaz de cualquier cosa. Este sentimiento le llevaba a cometer un error tras otro. Como castigo al 'Hybris' está la 'Nemesis', que devuelve a la persona a la realidad a través de un fracaso.

Existen algunos factores que predisponen más a desarrollar este comportamiento. Para el psiquiatra Manuel Franco, el principal factor de riesgo es ser varón, ya que "los hombres son muy sensibles al halago y al reconocimiento y toleran mal la frustración", aunque también contribuye tener "una baja capacidad intelectiva".

El hecho de que este sí­ndrome sea tan común en polí­tica se debe, según este experto, a que "en otros ámbitos es más frecuente que el que esté arriba sea el más capaz, pero en polí­tica no es así­, porque los ascensos van más ligados a fidelidades. El poder no está en manos del más capaz, pero quien lo ostenta cree que sí­ y empieza a comportarse de forma narcisista".

Aunque no faltan ejemplos entre los polí­ticos españoles, Manuel Franco reconoce uno muy reciente y muy comentado en la campaña electoral. Se refiere a la reforma del piso del Ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo.

"Sólo bajo la idea de infalibilidad y de creerse imprescindible, es decir, bajo una ideación megalomaniaca puede uno hacer una reforma de esas caracterí­sticas dos meses antes de unas elecciones cuya victoria no estaba clara y que, aunque se diera, él podrí­a no seguir. El sentido común le hubiese llevado a esperar a tener la confirmación de su puesto. Bajo la ideación megalomaniaca hace la obra sin reparar en más. Y en las explicaciones referí­a buscar la dignificación de la vivienda, dando la impresión de que su antecesora no la tení­a digna. En realidad, lo único que estaba en su mente es que alguien tan importante como él no podí­a estar con menos".

Aparte de los sí­ntomas evidentes, la neurociencia no ha encontrado aún las bases cientí­ficas que expliquen este sí­ndrome. Además, como reconoce el doctor Franco, "es difí­cil tratarlo o evitarlo, sobre todo porque quien lo padece no tiene conciencia de ello".



Lacenaire

Como todo en esta vida,el ascendente patológico de ciertos comportamientos queda siempre reducido a apreciaciones simplistas sin carácter trascendental,con lo que resulta casi imposible establecer los lí­mites que separan al polí­tico en funciones aquejado por los estreses del poder del loco de atar, salvo en casos muy concretos .Como el de Esperanza Aguirre, que es una hija de puta.

Inuco

Esto lleva sucediendo desde siempre, en especial en las monarquí­as antiguas. A nada que hayas leí­do algo de historia. Nada nuevo.

Un fenómeno igual se da con los artistas famosos, por ejemplo. Provengan del extracto social del que provengan.

NubeBlanca

Yo le llamé hybris a una vez que agarré el teléfono e insulté echando espumarajos por la boca a quien estaba al otro lado de la lí­nea. Después me sentí­ mal y los dioses me dieron la patada en el culo.

Don Pésimo

Pues aún gracias que la llamaste hybris, que si la llegas a llamar hubris como la señorita Lantigua, la patada te la dan los dioses en los mismí­simos cojones.
Me cago en el Sistema Solar

Bilán

lo mejor para curar de un exceso de hybris es una buena hostia de tyché.  Todo tiene su némesis, so daimones.     

Kamarasa GregorioSamsa

Cita de: Don Pésimo en Abril 21, 2008, 11:50:37 AM
Pues aún gracias que la llamaste hybris, que si la llegas a llamar hubris como la señorita Lantigua, la patada te la dan los dioses en los mismí­simos cojones.

Me gusta tu nueva firma.

Recolectando

#7
Menos mal que ya habéis corregido la transliteración, porque yo misma me estaba dejando llevar por la Hybris cada vez que leí­a 'hubris'.  La hubris debe de ser la inflamación de las glándulas mamarias escrito al modo Ph.


Pd.: Por cierto, que no veo yo en el papel de Ayax a ninguno de los del trí­o de Las Azores.

Bilán

Por que no has oí­do a Jimenez Losantos esta mañana , Mon, no sabes que está hecho un Ayax . qué lanzadas, qué espadazos daba a las ovejas.

nuagazezo

A mi el texto de Gregrio me ha recordado este reportaje de El Paí­s sobre los concursantes de programas de telerrealidad.
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/fama/eres/nada/elpepusoc/20080420elpepisoc_1/Tes

Kamarasa GregorioSamsa

Cita de: nuagazezo en Abril 21, 2008, 01:53:22 PM
A mi el texto de Gregrio me ha recordado este reportaje de El Paí­s sobre los concursantes de programas de telerrealidad.
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/fama/eres/nada/elpepusoc/20080420elpepisoc_1/Tes

Tiene más interés este que cuelgas que el que puse yo...